Genocidio

miércoles, 24 de abril de 2013 00:00
miércoles, 24 de abril de 2013 00:00

Ayer, 24 de abril se conmemoró el Genocidio Armenio, en el que murieron aproximadamente un millón y medio de personas. La fecha evoca el intento por parte del Imperio Otomano de exterminar al pueblo armenio.
En la noche del 23 de abril de 1915, y durante toda la madrugada del día 24, cientos de intelectuales, religiosos, profesionales y ciudadanos de ese origen fueron despojados de sus hogares y deportados, para ser posteriormente asesinados. El 24 de abril resume simbólicamente todos aquellos crímenes de lesa humanidad, que los turcos-otomanos cometieron en perjuicio del pueblo armenio con anterioridad a esa fecha.
Argentina es uno de los países que ha reconocido, mediante distintos actos, el genocidio perpetrado por el Imperio Otomano en contra del pueblo Armenio durante los primeros años del siglo pasado a través de una cruenta política de exterminio de esas comunidades, a quienes veían como culpables de la inestabilidad del Imperio Otomano. La raíz de esta política se sostenía, ideológicamente, en la noción de homogeneidad religiosa e idiomática como una forma de fortalecer a la nación. El camino hasta la matanza había sido gradual, a través de fusilamientos masivos, vejaciones a mujeres y niños, y a la instauración de más de una veintena de campos de concentración donde se cometían los atroces crímenes.
El recuerdo del Genocidio Armenio nos interpela en tiempo presente sobre las consecuencias que pueden generar la intolerancia y el racismo y nos invita a reflexionar sobre el significado del respeto entre los pueblos y las personas. Asimismo, nos permite pensar en otras situaciones de violencia extrema que han atravesado la historia de la humanidad. Como sabemos, en nuestro país, la última dictadura militar, dejó un saldo de 30.000 desaparecidos. Y en otras latitudes, la actualidad muestra que la intolerancia persiste como una amenaza para las sociedades democráticas.
 

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