DESDE LA BANCADA PERIODISTICA

Un curioso duelo electoral

sábado, 18 de mayo de 2013 00:00
sábado, 18 de mayo de 2013 00:00

La historia argentina tiene muchos clásicos de política. Unitarios vs. federales, personalistas vs. antipersonalistas, radicales vs. conservadores, peronistas vs. antiperonistas o radicales vs. peronistas son solamente algunos de ellos. En medio de estas contiendas, durante más de un siglo, el poder militar (siempre con aporte de civiles) terció para imponer condiciones hasta que el pueblo amante de la democracia lo derrocó, posiblemente para siempre, en 1983. Su símbolo viviente, Jorge Rafael Videla, era hasta hace unas horas la última referencia de un pasado de ignominia.
También hubo otros partidos que, en verdad, no animaron grandes clásicos, pero sí tuvieron incidencia en las luchas del poder. Los anarquistas a principios del siglo XX, lo mismo que los comunistas o los socialistas en momentos distintos de la misma centuria. Digamos que terciaron en la porfía entre los colosos de cada momento.
El nuevo siglo cambió rumbos tradicionales. Primero porque empezó con la llamada “crisis del 2001” que dejó al país al borde de la extinción, y segundo porque apareció el kirchnerismo que, con el gélido aliento de la Patagonia, vino a sentar cambios trascendentales en las formas de hacer política. Tanto que, sin proponérselo, creó el antikirchnerismo, una posición que no se recuerda desde los tiempos de Hipólito Yrigoyen o del primer Juan Domingo Perón.
Y a diez años de ejercicio del poder no solo ha dividido las aguas del sistema democrático. También ha dado origen a una lucha que está excluyendo a los partidos políticos o, en el mejor de los casos, los coloca como meros actores de reparto.

Los antagonistas del momento

¿Cuál es el verdadero alcance de la Unión Cívica Radical, supuestamente la principal oposición de Argentina? ¿Es la misma que enfrentó a Perón en el 73 o aquella del 83 que le infligió la primera derrota de la historia a los peronistas? ¿Mauricio Macri, un seguro presidenciable para el 2015, a qué partido pertenece? ¿Si es el líder del PRO, éste tiene alcance nacional o se reduce a los contornos de la Capital Federal? ¿El Frente Amplio Progresista de Hermes Binner termina en los límites de la provincia, Santa fe, que le toca gobernar desde hace ocho años? ¿Cuál es el universo político de dirigentes como Elisa Carrió o Pino Solanas? ¿Y el llamado peronismo federal o disidente cómo va a funcionar si el mapa electoral está virtualmente copado por el kirchnerismo y en sus últimas presentaciones recogió reducidos porcentajes de adhesión? Rodríguez Saá fue el mejor con apenas 7%, Duhalde quedó a distancias siderales y los demás ni figuraron.
La diáspora opositora tiene extraordinarios enfrentamientos y contradicciones. Únicamente los une el odio, la envidia y la aversión al kirchnerismo gobernante. Sus dirigentes no dialogan con la Casa Rosada y no les interesa acortar distancias. Votan en contra de cualquier propuesta, no importa si esta es buena o puede favorecer a los argentinos. Primero dicen no y después, si resulta muy necesario, analizan el tema que negaron de movida.
Todos, dirigentes y partidos políticos, han decidido resignar ideologías y convicciones para acatar los mandatos que se ejecutan desde el poder económico y que se expresan a través del más poderoso grupo mediático que existe en la Argentina de los tiempos modernos.
Entonces es cuando desaparecen los clásicos que aludíamos al comienzo de este panorama político de los días sábados. No lo animan más (a los clásicos) los partidos tradicionales de la Argentina. Ahora los actores principales son otros, inimaginables una década atrás.
Por un lado está el kirchnerismo, con autoproclamas revolucionarias y el peronismo como principal -pero no excluyente- soporte ideológico, y por el otro el Grupo Clarín, que pasó del ejercicio del periodismo a militar en las arenas de la política para conducir a los que alguna vez fueron partidos y hoy son expresiones vacías y monocordes.
Esa es la elección que viene. El kirchnerismo va a enfrentar a Clarín. O Clarín va a enfrentar al kirchnerismo.
Y si alguien tiene dudas que siga una semana la programación de Canal 13 o del cable TN o lea la edición papel del multimedios. Allí, como en otros kioscos “clarinescos” -Perfil, La Nación y grupos de menor relevancia- va a encontrar una prédica antigobierno como nunca antes existió en más de 160 años. Una alabanza para algo que pudo haber hecho bien el Frente para la Victoria, que seguramente algo hizo, nadie podrá conocerla por intermedio de esta oferta editorial.
En las últimas semanas, además, todos parecen bailar la danza que ejecuta sonoramente, no ya un periodista, sino un showman de las marquesinas televisivas: Jorge Lanata. Con muy pocos datos, bien “flojito” de papeles, el otrora creador de Página 12 y programas que merecieron la admiración de propios y extraños, ha lanzado denuncias por evasiones impositivas que, por cifras millonarias, habrían llevado a cabo los “amigos del poder” kirchnerista. En paralelo y en conjunto con una pléyade de comunicadores antimodelo -Grondona, Morales Sola, Van der Koy, etc.- todos fueron contra la reforma judicial y el blanqueo de capitales que dispuso el gobierno como forma de reforzar arcas y reservas que son de todos los argentinos.
Por su lado, el gobierno de Cristina Kirchner, dispone de sus propios medios periodísticos, donde muchos profesionales se proclaman “militantes”. Son numerosas esas usinas de información y se acrecientan día a día, pero no tienen la fuerza de los que actúan desde hace décadas en el mercado. Ni 10 ó 20 publicaciones “cristinistas” y anti-Clarín, y más también, equiparan la fuerza de un TN, por dar un solo ejemplo.

Las elecciones que vienen

Con este escenario, donde un diario va a competir con la Casa Rosada, se vienen las elecciones de este convulsionado 2013. El 11 de agosto se realizarán las primarias (PASO) y quienes logren los mejores resultados pasarán a competir en la general del 27 de octubre.
Será muy curioso analizar los resultados, los que marcarán rumbos para el tránsito de la Argentina hacia 2015.
Si vence el Frente por la Victoria, por las cifras que fuere, dirá con toda razón que lo hizo frente al poder económico que utilizó a los partidos políticos como punta de lanza.
Si el triunfador finalmente es Clarín, sus acciones crecerán a ritmo vertiginoso y, en la intimidad, festejará con toda la furia con la que pretende voltear al gobierno que más trabajo le dio. Es que tumbar a Alfonsín, Menem o Fernando de la Rúa fue un juego de niños comparado con la resistencia rocosa que ofrece el kirchnerismo.
En medio de esta ecuación de la política, lamentablemente quedarán partidos y dirigentes que sentirán que han sido utilizados por factores de poder que, con anterioridad, usufructuaban después de conseguir los resultados desde las sombras. Hoy, por las circunstancias explicadas, tienen que trabajar dando la cara. Tal como lo hace, con sus espadas mediáticas, el Grupo Clarín.

Catamarca en la distancia

Lejos de los centros de poder, la humilde Catamarca también votará en agosto y en octubre. Además de los cargos de diputado nacional que pone en juego -tres en total-, debe elegir senadores, diputados y concejales provinciales.
A diferencia de sus hermanas argentinas, sin embargo, la Patria chica sabe perfectamente -mejor que ninguna- lo que es lidiar electoralmente con la prensa nacional metida en el medio.
Los recuerdos del 91 todavía están vivos. Fue entonces cuando los principales grupos mediáticos, encabezados por Clarín, se establecieron en la provincia y pudieron definir un pleito en el que no se comparaban las plataformas electorales, sino se alegaba por el asesinato de una niña de 17 años y los destinos que podía tener el proyecto minero que se había elegido explotar. Léase Bajo la Alumbrera.
Aquella avanzada de la prensa consiguió la intervención federal -remedio extremo de la democracia- y que la conducción política pasara a otras manos. El peronismo de Catamarca fue destruido por aquella intervención (dejó en la calle a 10.000 humildes militantes), en acuerdo con las fuerzas de oposición que encabezaba la UCR.
La “operación” tuvo resistencias locales porque nadie creyó como verdad absoluta la historia oficial de la muerte de María Soledad Morales y la justicia condenó, pero sin esclarecer los hechos.
A diferencia de la actualidad, la carga mediática de aquellos tiempos -tremenda, irresistible, agobiante- se llevó adelante con el acompañamiento y dirección técnica de la Casa Rosada, donde detrás de la mirilla Menem miraba cómo destruían a sus “amigos” Saadi y Luque.
Era prensa más gobierno nacional, aprovechando a la oposición catucha, orientada a destruir un gobierno. Hoy, para destruir un gobierno, aparece el poder económico y se vuelve a utilizar a la oposición, en este caso nacional.
Han pasado casi 23 años de aquellos acontecimientos que convirtieron a Catamarca en el centro de atracción de toda la Argentina. La escena vuelve a repetirse, pero amplificada ahora hacia el país entero. Por eso consideramos a la lucha electoral que se viene una curiosidad dentro del contexto histórico.
En agosto y en octubre no se juega el rumbo de los partidos políticos, que creemos desandan al garete desde hace largo tiempo. Se pone en juego, nada menos y nada más, que el destino de Argentina. Será política vs. prensa el nuevo clásico. Que nadie lo dude.

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