La primera infancia, de los 0 a los 5 años de edad, representa un tiempo decisivo en el desarrollo de las capacidades físicas, intelectuales y emotivas de cada niño y niña, y es la etapa más vulnerable del crecimiento puesto que en ella los humanos muestran gran dependencia, motivo por el cual requieren especial protección. Cuando esos chicos cuentan con una familia que los ampara, tienen grandes posibilidades de crecer sanos, estables emocionalmente y fortalecidos en sus capacidades para interactuar en la sociedad.
Sucede lo contrario con los niños que no cuentan con la contención familiar. Los motivos por los cuales un gran número de chicos se ven obligados a vivir como adultos, buscando su propio sustento material y hasta procurándolo para mayores que les piden o exigen asistencia, son complejos y variados. Algunos ingresan a restaurantes para vender golosinas u otros productos; están en puertas de templos y corretean por las calles pidiendo propinas, o realizan otras actividades a las que se les llama “trabajo infantil”.
En 2002 la Organización Internacional del Trabajo (OIT) instituyó el 12 de junio Día Mundial contra el Trabajo Infantil. Desde 2003 Catamarca adhirió a la Convención que promueve la erradicación del trabajo infantil. Si bien se observaron algunos adelantos, como por ejemplo ya no se ven niños canillitas o ha disminuido el número de chicos trabajando en ámbitos rurales, todavía hay gran cantidad de niños desamparados y que por esta situación suelen caer en conductas reñidas con la ley.
Si no tienen familia o ésta no los puede contener, el Estado y la sociedad tienen la obligación de crear condiciones favorables para que crezcan con las necesidades básicas satisfechas. Sin embargo, faltan espacios en los que se les pueda brindar educación, cariño, protección. Las empresas deberían apoyar con sus programas de responsabilidad social. Y con el compromiso de los distintos sectores, brindarles una infancia feliz que promoverá una sociedad mejor.