Apuntes del secretario

lunes, 17 de junio de 2013 00:00
lunes, 17 de junio de 2013 00:00

La historia de los exgobernadores de las últimas décadas, después de haber completado sus mandatos, no ha sido precisamente halagüeña. Ramón Saadi fue eyectado del poder y, a pesar de que ocupó ulteriormente cargos legislativos, nunca pudo recuperar la imagen que, en los años ochenta, lo había convertido en figura indiscutida del peronismo argentino. Después está Oscar Castillo, que asumió en 1999 y, antes de terminar el período gubernamental, resolvió renunciar a cualquier intento reeleccionista porque sus números no le alcanzaban para competir, por ejemplo, con Luis Barrionuevo. Si bien capturó dos veces la banca de senador nacional (2003 y 2009), sus acciones cotizan en baja, a punto tal que ni siquiera se anima a dar una interna partidaria. El último gobernador que dejó el poder fue Eduardo Brizuela del Moral, un imbatible de los últimos veinte años que, finalmente, mordió el polvo de la derrota en 2011. De hecho, si no pudo retener la gobernación con todo el aparato del Estado a su disposición, es porque electoralmente había perdido fuerza. Sin embargo, según los propios radicales, es el único que podría recuperar los blasones de tiempos pretéritos en una misión que, como lo explicamos seguidamente, será francamente difícil, casi hazañosa.

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Dicen los que siguen la política que Brizuela del Moral crece en la consideración pública cuando desaparece y guarda silencio. Apenas sale a escena y abre la boca, genera una catarata de respuestas de los peronistas que le recuerdan hechos y circunstancias de su paso por la Casa de Gobierno. Y como en cualquier terreno su gobierno ofrece grietas, por allí se cuelan las críticas más despiadadas, como ha ocurrido esta semana cuando le tocó analizar el tema salud. Desde la falta de planificación sanitaria hasta el haber convertido al ministerio en una bolsa de trabajo, pasando por hechos de corrupción ampliamente conocidos, le dijeron de todo. Lo que no hizo la gobernadora Corpacci, en el sentido de referirse a las miserias del pasado, lo hacen los dirigentes en cuanto Brizuela intenta explicar las bondades de su reinado de ocho años. Con este panorama, que los lectores vayan imaginando lo que será a partir del próximo sábado -cuando se producirá el cierre de listas- si es que se confirma su promocionada candidatura a diputado nacional. Recordemos que los radicales han venido levantando voces triunfalistas con su figura, a pesar de que en momento alguno mostraron una encuesta.

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Quien está tranquilo es Oscar Castillo. Tiene sus motivos. Con su banca de senador nacional hasta fines del año 15, el hombre maneja la UCR desde bambalinas y pondrá en el campo de batalla al enemigo interno de los últimos 20 años con el cual, a partir de su caída en marzo de 2011, ha concertado un “acuerdo por conveniencia” para repartir las candidaturas que vayan a ponerse en juego. En ese escenario, el que tendrá que vérselas con los peronistas durante toda la campaña será Brizuela del Moral y, después de ella, una vez que asuma, deberá revalidar los títulos con una actuación decorosa en el Congreso de la Nación. En síntesis: si el exgobernador antes triunfó apelando al perfil bajo, desde el sábado en adelante tendría que hacerlo con protagonismo excluyente. Oscar, responsable de horrorosas privatizaciones, de la liquidación de la caja de jubilaciones y del cierre del exbanco de Catamarca (triangulación con el Extrader y el Feigín incluida), entre otras perlitas, lograría su objetivo de mantenerse al margen. ¿O acaso marchará codo a codo con Brizuela como no lo hizo en 2011 cuando, a horas del comicio, afirmó que la gente quería un cambio?

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Otro que puede vérselas en figurillas en los próximos días es Ramón Saadi. Es que las PASO son elecciones que tienen exigencias severas y no solamente determinan candidaturas. El hijo pródigo de don Vicente Saadi tiene un partido propio, el MAP (Movimiento de Afirmación Popular), con el que supo actuar cada vez que tuvo turbulencias con el Partido Justicialista. Así ocurrió en 1991, cuando el PJ estaba en manos de la intervención menemista y Ramón fue por la gobernación con el MAP o, el 6 de marzo 2005, cuando consagró diputados a Oscar Garbe y Pilar Kent por fuera de la estructura oficial que conducía Luis Barrionuevo. Ahora, si nos remitimos a lo que está escrito en las paredes capitalinas, podría ejecutar una intentona parecida. Para que ello ocurra hay una cuestión que, desde lo legal, prácticamente lo obliga (a Saadi) a movilizar el MAP. Como no hizo alianza con nadie -cerraron el pasado 12 de junio-, tiene que presentarse “sí o sí” porque las PASO, aparte de primarias, abiertas y simultáneas, son OBLIGATORIAS. Si no lo hace, perderá la personería de lo que fue su “salvavidas” a partir de haber abandonado la gobernación. Así las cosas, la duda es saber si será candidato a diputado nacional (¿o inscribirá a Pilar Kent?), con lo cual tiene que sacar, por lo menos, una base del 1,5% del padrón para asegurar su presencia en las generales de octubre. Aún consiguiendo este objetivo menor, el camino para Saadi seguirá cubierto de espinas. Es que si la cosecha electoral del 11 de agosto es magra no le quedará margen ni para negociar. Mucho más si el Frente para la Victoria no necesita de los votos que consiga.

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En las últimas semanas, la falta de quórum ha malogrado varias sesiones de la Legislatura local. Por supuesto, cada uno de los bandos en pugna le achaca culpas al otro. Más allá del cruce de sinrazones, las explicaciones sobre quiénes tienen que formar el quórum son ridículas. Así como los kirchneristas del Senado señalan que la mayoría radical es la responsable del mismo, los radicales hacen lo propio en Diputados. Pero la única verdad es que estos señores tienen una imagen totalmente desdibujada ante la sociedad por estos eufemismos y porque, sencillamente, no trabajan. Tienen cinco meses de vacaciones (diciembre, enero, febrero, marzo y abril) y cuando deben cumplir la tarea (de mayo a noviembre) escapan por la tangente. Especialmente en los años electorales, cuando el número de sesiones baja en forma abrupta. Ojalá los hechos destruyan este comentario y los legisladores retomen la misión para la que fueron elegidos. Ah… responsables del quórum son todos.

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RECUERDOS HACIA EL PRESENTE. Terminamos los “Apuntes” del día de la fecha repasando hechos políticos del pasado que pueden conectarse con el presente.
El 14 de junio de 1988, de visita en Catamarca, Jorge Casaretto, miembro del Apostolado de los Laicos y a cargo de la Pastoral Juvenil, se refirió al Encuentro Mariano Juvenil del noroeste argentino que, hace 25 años, se llevaba a cabo en nuestra Capital. “Nos ha parecido muy audaz la iniciativa de los obispos de las comisiones de juventud de las diócesis del NOA de haber querido que en este año mariano se haga un encuentro como el que estamos viviendo en Catamarca”, expresó quien fuera obispo emérito de la diócesis de San Isidro y ocupara distintos cargos en la Conferencia Episcopal Argentina. También fue presidente de Cáritas y se convirtió en figura de relevancia de la Iglesia Argentina desde la restauración de la democracia. En 2011, al haber cumplido 75 años, presentó su renuncia al Papa por edad. Pese a ser aceptada, hace exactamente un año, fue nombrado administrador apostólico de la diócesis de Merlo-Moreno.

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También en aquel tiempo del otoño del año 1988 se repetían los cruces entre sectores del radicalismo local que quedaron enfrentados después de la interna en la que Genaro Collantes le ganó la candidatura a gobernador a don Arnoldo Castillo. Una de las peleas giraba en torno a la designación de los miembros del distrito Catamarca para integrar la Junta Electoral Nacional en las internas por la candidatura presidencial. La Carta Orgánica le otorgaba esa facultad al Comité Provincial, dominado por Collantes, pero como la Convención tenía mayoría castillista finalmente impuso su criterio y nominó a estos dirigentes: Alberto Federico Filippín, José Ricardo Cáceres, Luis Guillermo Segura, Aldo Rubén Bisogni y Luis Alberto Manzur. En calidad de suplentes fueron designados Herman Lídoro Zalazar, José Reyna y José R. Herrera. Por supuesto que de estos nombres destacan el del abogado Luis Guillermo Segura, quien en 1991 iba a tomar la representación de los intereses de la familia Morales por el crimen de María Soledad, y el de José “Pepe” Cáceres, nombrado por Castillo como ministro de la Corte de Justicia, cargo en el que se mantiene hasta nuestros días.

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