Empatía

lunes, 11 de diciembre de 2017 00:00
lunes, 11 de diciembre de 2017 00:00

Una interesante requisitoria se desprendió tras una jornada conjunta entre organismos en materia de capacitación para entender a las personas que padecen una discapacidad auditiva y que, por las circunstancias mismas en las que se encuentran, han debido aprender un lenguaje que a muchos nos excede o nos resulta incomprensible. 

No es un detalle menor el que se presenta con este pedido para que al menos las oficinas públicas cuenten con personas capacitadas para entender el lenguaje que manejan las personas con discapacidad auditiva y pone de manifiesto una de las grandes necesidades que se exhiben como parte de la comunidad local y quizás de otras latitudes también: la comprensión y el entendimiento del otro, incluso cuando se requiere un esfuerzo de aprendizaje y constancia para hacerlo. 

Son realmente innumerables las ocasiones en las que juicios livianos o vacuos se colocan sobre la mesa de discusión social y no vale la pena ponerse en el trabajo de armar una lista detallada porque en sí esa misma distancia ya presupone un primer problema de gravedad para llegar a acuerdos beneficiosos para todos los integrantes de una determinada sociedad, en este caso la catamarqueña.

Son esos juicios los que en definitiva no permiten la comunicación fluida que permite exponer casos y situaciones, conceptos y  valores en abstracto, para lograr que algunos escenarios sean un poco más llevaderos o incluso productivos.

Así como corre para la gente de la Asociación Catamarqueña de Sordos, también para quienes esgrimen una profesión, para quienes piden una ayuda o quienes no tienen una fuente de trabajo. 


Es de esperarse que ante la formulación de esta requisitoria -que puede leerse en esta misma edición- se pueda encontrar una respuesta satisfactoria e integral.

Conocer al otro, capacitarse para poder entenderlo, ponerse en el lugar de quienes manejan un idioma, una cultura o toda una estructura de lenguaje diferente no puede tener otra desembocadura que un beneficio redondo para todos los participantes. 


Las circunstancias quizás no permitan decir que “Catamarca lo necesita más que nunca”, pero es claro que será una clara suma al agregado de la comunidad.

Casos de empatía similar se han visto cercanos en el tiempo: el niño Fermín se recupera porque toda una comunidad comulgó con el pedido de una familia.
 

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