Santiago
Hace un año se identificaba el cuerpo de Santiago Maldonado, el joven artesano de 28 años, que permaneció desaparecido casi 80 días y cuya búsqueda movilizó a todo el país.
La tragedia de Santiago coincidió con la campaña proselitista previa a las elecciones legislativas de 2017, detalle que selló la fatal impronta del caso.
Ese factor convirtió la búsqueda en una herramienta más de campaña, con las consecuencias lógicas y previsibles para toda investigación judicial que se mezcla con intereses políticos: la verdad dejó de interesar a los actores principales, que se enfocaron casi exclusivamente en direccionar la opinión pública para maximizar o minimizar el impacto del suceso a la hora de emitir el voto.
Hubo manipulaciones mediáticas escandalosas y un tratamiento grotesco de cada nuevo elemento que se sumaba, con desmanejos sin precedentes. Por caso, el mismo día del hallazgo del cuerpo, imágenes del cadáver circulaban en cadenas de WhatsApp por todo el país. Y en el mismo momento en que trabajaban los peritos forenses, los principales medios del país se apresuraban a difundir conclusiones de un estudio que recién comenzaba.
“¿Dónde está Santiago Maldonado?”, la pregunta que se hicieron miles de argentinos, tuvo una respuesta contundente. Estaba muerto. Las demás preguntas que surgieron en torno al hecho, en cambio, quedaron sin contestar. Y creció una nebulosa de imprecisiones cada vez más grande, hasta que la noticia se fue apagando en el interés general, para caer en el olvido. Como más tarde ocurriría con el submarino ARA San Juan, la saturación informativa no llegó de la mano de ninguna certeza y la apuesta oficial fue idéntica: dejar que el tema se extienda hasta diluirse.
Es así que los argentinos siguen sin saber qué rol específico cumplieron los gendarmes que reprimieron la manifestación en la que participó Santiago Maldonado el día de su desaparición, en qué circunstancias quedó atrapado en el río, por qué terminó por ahogarse, por qué no encontraron el cadáver en todos los rastrillajes que realizaron en el lugar en que fue hallado y otras decenas de incógnitas.
La única diferencia entre lo que se ignoraba hace un año y hoy, es que esas preguntas dejaron de hacerse. Respuestas nunca hubo.