A la hora de definir el estudio de una carrera, los jóvenes suelen indagar en aquellas disciplinas que les generan mayor satisfacción o las ramas por las cuales sienten afinidad especial. Históricamente fue ése el modo en que se tomó una decisión trascendente en la primera etapa de la vida, en parte determinante, aunque con el transcurrir de los años bien se puede cambiar de rumbo.
La vocación se impuso así como factor peponderante para resolver el camino a seguir, pero en distintos rincones del mundo comienza ahora a contemplarse otro aspecto, y es el avance tecnológico, ya que la lógica señala que hay muchas profesiones actuales directamente amenazadas.
Así como en las últimas décadas trabajos realizados por operarios en fábricas fueron desplazados por el avance de la tecnología, ahora viene el reemplazo de los profesionales altamente calificados que hasta ahora no parecían enfrentar riesgo alguno.
Profesiones que siguen siendo consideradas imprescindibles en la mayor parte del mundo, quedan así bajo la lupa de los especialistas en proyectar los nuevos escenarios laborales. Claramente no van a desaparecer los médicos o los abogados, pero una parte de su campo laboral se verá reducida. Como contrapartida, los expertos en seguridad informática serán los profesionales más requeridos en los próximos años.
Las más firmes parecen ser las áreas que tienen que ver con el contacto humano, que son irremplazables, como los psicólogos, psiquiatras o distintos tipos de trabajadores sociales. Personas que interactúan en distintas transacciones, verán limitado su campo de acción, progresivamente, por el espacio que ganan los sitios virtuales destinados a toda clase de negociaciones.
Sin embargo, parece haber supervivencia segura para oficios como plomeros, electricistas y todos aquellos que reparan averías hogareñas.
Una realidad a largo plazo, que no es para alarmarse, pero sí para tener en consideración.