Editorial
Sin sentido
Al momento de los discursos, suelen coincidir los dirigentes de casi todas las fuerzas políticas al señalar que lo importante es dar respuestas a la comunidad en lugar de priorizar batallas personales o sectoriales.
En forma recurrente aseguran que cuando un proyecto es bueno merece ser respaldado, independientemente de quien sea el autor de la propuesta. Estas posturas, unánimes por naturaleza, podrían identificarse como un punto de encuentro, en sintonía con los criterios de acción que espera, exige y merece la ciudadanía.
Sin embargo, rara vez se traduce en hechos concretos, y la batalla por sumar galardones al currículum particular -sobre todo en tiempos de campaña- saca a la luz comportamientos que contradicen las muletillas más utilizadas.
Un clarísimo ejemplo, digno de dejar anonadado al catamarqueño promedio, se vive desde hace años en torno a la iniciativa de crear una casa de altos estudios en Belén. La necesidad emerge tanto por el crecimiento poblacional de esa región provincial como por el impacto que produciría en toda una generación que podría formarse académicamente sin necesidad de emigrar.
Podría también pensarse en carreras específicas para las demandas locales y en definitiva escuchar a la población de Belén, que en varias ocasiones se manifestó multitudinariamente en reclamo de su universidad.
Lo curioso es que cuando la senadora Inés Blas impulsó la Unoca, en lugar de hallar pleno respaldo, encontró trabas y objeciones en la UNCA.
Cuatro años después, la UNCA avanza para desembarcar en Belén con apoyo nacional y municipal.
Los fundamentos y pilares del proyecto son los mismos: la diferencia es que si lo hace uno genera entusiasmo y si lo hace otro genera rechazo.
Mezquindades sin sentido, tan conocidas como habituales, que demoran oportunidades para la gente por pulseadas evitables. Aquello de “aunar esfuerzos” nace y muere en los discursos.