Editorial

Destiempo

viernes, 7 de diciembre de 2018 00:00
viernes, 7 de diciembre de 2018 00:00

Cuando todavía no concluyó el Ciclo Lectivo 2018, los líderes de los principales sindicatos docentes, en conferencia de prensa, anunciaron que no iniciarán las clases el año que viene, a menos que se responda favorablemente a sus múltiples demandas.
Así lo advirtieron los representantes de Ateca, Suteca, Sidca, Sadop y UDA, integrantes de la Intersindical Docente, en el tramo final del año escolar.
Sin cuestionar la esencia de los reclamos, muchos de los cuales seguramente son legítimos, se revela la puesta en escena como una declaración carente del don de la oportunidad.
Hablar de medidas de fuerza con casi 100 días de anticipación, supone antes incapacidad de conducción gremial que el diseño de un plan de lucha.
Esta clase de proclamas, debe decirse, no encuentran eco ni siquiera en las bases sindicales. Con docentes cerrando el año, preparando exámenes y todo el trajín de diciembre, advertirles que quizás se decida de aquí a tres meses no dar clase huele a una jugada muy a destiempo, cuya seriedad es bastante cuestionable.
Como conductores sindicales, con la enorme responsabilidad que ello representa, los líderes docentes parecen haber errado en esta ocasión, con una serie de proclamas más parecidas a una impulsiva expresión de descontento que a otra cosa.
Es entendible, en ese marco, que los propios integrantes de la Intersindical hayan tenido fuertes cruces internos antes de salir hablar. Es posible que alguno haya advertido previamente el desacierto inminente.
Los puntos que dan vida al reclamo general son atendibles, pero la forma elegida para exponerlos le resta fuerza.
En el contexto que atraviesan la provincia y el país, proponer un paro de actividades dos o tres meses antes sugiere cierta desconexión con la realidad que los propios trabajadores enfrentan cada día.

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