La Municipalidad de la Capital confirmó su decisión de trasladar las escuelas “Miguel Cané” (Sarmiento al 200) y “El Principito” (San Martín al 800) al predio donde hasta hace poco tiempo funcionaba el viejo Mercado de Abasto, sobre la avenida Presidente Castillo.

Ambos establecimientos educativos integran el sistema de la comuna. Para la traumática mudanza ya se presentaron estudios técnicos y se explicó a los padres de los alumnos que serán cambiados de instalaciones, cómo se concretará el traspaso.

La medida fue resistida desde el comienzo, algo que no revela demasiado sobre su eventual acierto u equivocación, porque todos los cambios generan resistencia; por la inquietud que surge habitualmente ante la más simple alteración de las rutinas ya instaladas.

Puede recordarse sin ir más lejos cuánto se protestó al anunciarse que el Centro de Formación Docente funcionaría en el sur de la ciudad y sin embargo, esa institución comenzó a trabajar y lo sigue haciendo sin inconvenientes.

Se sabe que en el caso del traslado de las escuelas municipales, la motivación excluyente es descomprimir el tránsito en la zona céntrica, y para ello se quiere aprovechar el amplio predio que pertenecía al Abasto, previa adecuación.

Seguramente los expertos habrán contemplado ya cada aspecto del proyecto, pero un punto que merecerá especial atención es la seguridad de los alumnos que asistan a la nueva zona.

El riesgo: la saturación vehicular que en muchas ocasiones se produce en el futuro predio escolar (donde funcionarán no uno, sino dos establecimientos), por la cercana presencia de la sede central de OSEP y una sucursal del Banco Nación; donde en fechas de pago se forman filas de espera de hasta 500 metros.

Para completar el panorama, por alguna razón, automovilistas y colectiveros suelen circular allí a excesiva velocidad, mezclándose con camiones que proveen a comercios del lugar.

Será necesario contemplar una pasarela o un sistema de señalización especialmente diseñado, porque la avenida es muy ancha y el panorama actual sumado a los autos y motos que llegarán para llevar y retirar a los chicos, pueden convertir el lugar en un punto muy peligroso.

Esto no invalida ninguna iniciativa, sino que invita a tomar las precauciones del caso para garantizar la seguridad de los niños.