Del 9 al 15 de septiembre se lleva adelante la denominada Semana Nacional de la Epilepsia, que es organizada por el grupo de trabajo de Epilepsia de la Sociedad Neurológica Argentina.

La epilepsia es una enfermedad crónica del sistema nervioso central, que se manifiesta en forma de crisis inesperadas y espontáneas, desencadenadas por una actividad eléctrica anormal originada en las neuronas.

 Afecta a todos los grupos etarios por igual, pero hay dos picos de incidencia: antes del año de vida y después de los 65 años. A nivel mundial, se calcula que una de cada 200 personas la presentan.

Aproximadamente en la mitad de las personas que padecen la enfermedad la causa es genética. En la otra mitad de los casos, el trastorno puede ser causado por diversos factores, tales como: traumatismos de cráneo, accidente cerebrovascular, secuelas de enfermedades infecciosas y lesiones prenatales.

La mayoría de los pacientes con epilepsia pueden llevar a cabo una vida normal en la medida que se ajusten al tratamiento. Es fundamental tener información que permita mejorar la calidad de vida de los pacientes y sus familias. Por eso, durante toda la semana se buscará trabajar en la difusión de información y la concientización sobre la patología.

La relevancia de sumarse a la difusión de estos detalles, surge porque en torno a la epilepsia circulan mitos desde épocas antiguas, que es necesario dejar atrás.

En tiempos remotos, se creía que quien tenía una crisis estaba poseído y aunque en la actualidad ya no se consideran esas barbaridades, todavía perduran -lamentablemente- gestos de discriminación y temores. 

La mayoría de las convulsiones duran unos segundos y como máximo hasta 2 minutos y no causan daños duraderos. Se trata de una emergencia médica cuando estas acontecen por más de 5 minutos o si una persona tiene reiteradas convulsiones y no se despierta entre cada una de ellas.

En los últimos años ha mejorado el diagnóstico de la epilepsia y sería fundamental que todos supiéramos cómo actuar ante una persona que atraviesa una crisis, para asistirla sin asustarse y brindarle un apoyo básico hasta que llegue un profesional médico.

Como en muchas otras situaciones, estar informado es la clave.