Dominación

lunes, 17 de septiembre de 2018 00:00
lunes, 17 de septiembre de 2018 00:00

Aunque los teóricos que la describieron varias décadas atrás -en especial el alemán Max Weber- revelaron muchos aspectos sobre la manera que se construye, se valida y se reproduce, la dominación se sigue ejerciendo sin que el grueso de la “gente” tenga conciencia de ella.
En términos de Ciencia Política, la dominación es una manera sutil de lograr obediencia que, a diferencia de la imposición del poder directo, implica la legitimación de quien ordena. Es decir: el sujeto del mandato tiene que reconocer la plena validez del mandante y, en el mejor de los casos, aceptar y hasta reconocer como certera una decisión, aún cuando su racionalidad le indique que no lo beneficia en absoluto.
En los últimos años, esta estrategia de control social contó con una ayuda inestimable: la de los medios masivos de comunicación que, en casos como el de Argentina y su fenomenal concentración, permitió armar narrativas a medida y propalarlas hasta el infinito. Así, lograron no solo eregir enemigos de diseño, sino también candidatos afines y luego acompañar sus políticas, por más nefastas que resulten para las mayorías populares.
Todo se trata de seleccionar mensajes sencillos pero de máxima eficacia simbólica y lograr que, de a poco, vayan colándose por los intersticios de los múltiples canales monopólicos: diarios en papel y digitales, radios, TV tradicional, redes sociales, etc.
De esta manera, se llegó a un momento de la historia nacional en la que la misma clase que tiene el control de los medios de producción, logró hacerse de la administración del Estado-Nación con métodos legítimos. Sin dudas, una novedad de época.
Solo la confluencia de los actuales factores de poder y de un discurso hegemónico difícil de desmontar, explica la construcción de un ciudadano que, en su expresión promedio, se muestra indiferente a acciones vulneratorias de una porción creciente de la población. Un sujeto político que acepta y hasta aplaude en algunos casos, medidas restrictivas y de ajuste que no tienen otro fin que enriquecer todavía más a los ricos de siempre.

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