Editorial

Un paso adelante

jueves, 24 de octubre de 2019 00:10
jueves, 24 de octubre de 2019 00:10

La magnitud de un enfrentamiento futbolístico entre River Plate y Boca Juniors excede en la Argentina el ámbito deportivo y constituye un acontecimiento que impacta en casi toda la sociedad, por el interés y la pasión que genera esta disciplina deportiva, potenciada cuando los equipos más populares se miden en una instancia relevante.


Los Boca-River o River-Boca, derivaron en los últimos años en escándalos gigantes, al extremo de convertirse en asunto de Estado, con preparativos dignos de un choque bélico, despliegues militares y jornadas bochornosas.


Hace pocos años, por ejemplo, River no pudo disputar el segundo tiempo de un partido de Copa Libertadores en cancha de su clásico rival, porque al salir a la cancha los futbolistas fueron agredidos con gas pimienta. Peor aún, imposibilitados de competir, fueron retenidos en el campo de juego por una multitud que los agredía con proyectiles y les impedía retirarse.


Más cerca en el tiempo, el año pasado, la final entre ambos conjuntos por el mismo certamen continental, trajo un calvario de postergaciones y violencia, incluyendo el salvaje ataque al ómnibus que trasladaba a los jugadores boquenses.


La barbarie fue tan grande que el partido tuvo que disputarse en Europa, porque aquí parecía imposible organizarlo en paz.
Queda mucho por recorrer hasta llegar a la normalidad de que un partido se dispute con presencia de simpatizantes de ambos protagonistas, pero al menos parece que dimos un paso adelante.


Boca y River volvieron a enfrentarse, ganó el que hizo más goles y nada fuera de lugar ocurrió. El encuentro decisivo se disputó en el estadio boquense y, pese a los temores previos, el público asimiló la derrota sin desmanes, e incluso aplaudiendo el esfuerzo de sus jugadores.
Un detalle alentador y para destacar.

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