Ganadores de las elecciones de octubre para cargos ejecutivos van dando a conocer nombres de colaboradores e ideas de gestión. También adelantan medidas que pretenden implementar apenas ocupen los cargos. Dada la crisis reinante, algunos están hablando de necesarias medidas de contención del gasto, en momentos en que tanto en Provincia como en municipios se están haciendo contrataciones a mansalva.

Dos de los que asumirán en diciembre, el gobernador electo y el intendente electo de Andalgalá hablaron de bajar el número de funcionarios de sus respectivos gabinetes, en el entendimiento de que determinados puestos políticos pueden ser fusionados o directamente eliminados sin consecuencias para la correcta prestación de servicios.
No obstante, hay dudas de que esos anuncios efectivamente lleguen a concretarse.

En cada cambio de gestión suelen escucharse propuestas de este tenor. La realidad es que, tarde o temprano, los casilleros vuelven a ocuparse y se multiplican los famosos “índices”, que cobran sueldos altos y no tienen ninguna función específica que cumplir.

Son esos cargos los que, en determinado momento, se convierten en contratos y el gasto para el erario se vuelve permanente.
Así las cosas, el discurso -también habitual- de la necesidad de fomentar el empleo privado como alternativa laboral al Estado, choca con la realidad de una planta política que, lejos de achicarse, continúa agrandándose en cada administración, sin importar del signo que sea.

Es por eso necesario mostrar un gesto claro hacia la ciudadanía e impulsar acciones concretas para bajar el gasto político. Paralelamente, debe reactivarse una carrera administrativa y dar chances de ascenso a los empleados de carrera, cuestión básica para mantenerlos capacitados y motivados en su tarea diaria.

El cambio de gestión en muchos distritos -que se viene en pocos días más- puede ser, entonces, una oportunidad para comenzar a trazar las líneas estratégicas de un nuevo paradigma en lo que hace al empleo estatal, buscando superar vicios históricos.