Cuestión de fondo

domingo, 1 de diciembre de 2019 00:25
domingo, 1 de diciembre de 2019 00:25

 Aunque en un comunicado a raíz del episodio, el Colegio Médico de Catamarca dio cuenta de “la escalada de violencia asociada al proceso de atención en salud”, la agresión que sufrió una de sus asociadas, a la sazón responsable del área que certifica las licencias del personal docente, tiene sus específicas particularidades, más allá de la denuncia de la entidad profesional sobre la praxis cotidiana.

En principio, el ataque de una educadora a la directora de Reconocimiento Médico, Analía Ominetti, supone un grado de violencia preocupante para alguien que está al cuidado de niños y niñas y que, además, debe formarlos. La propia funcionaria dejó entrever que esta docente no debería volver a sus funciones en el aula.

Pero, además, el caso tiene por trasfondo los frecuentes enfrentamientos por las licencias. De hecho, la creación de un área específica en la órbita del ministerio de Educación tenía por objetivo poner un poco de control a prácticas irregulares de vieja data.
Es cierto que esta noble tarea conlleva un lógico desgaste y que algunos miembros de la comunidad educativa presentan cuadros de estrés y otros achacables a su desempeño cotidiano, pero no lo es menos que, por el amplio régimen de justificaciones, algunos -muchos- maestros y profesores hacen uso y abuso del sistema, con la complicidad de médicos que extienden los certificados sin más trámites. Así, son frecuentes los casos en los que los docentes están meses e incluso años sin ir a trabajar.

Baste recordar como episodio paradigmático el de los docentes que sacaron licencias truchas para ir al Mundial de Fútbol de Rusia. Fueron descubiertos por las fotos subidas a las redes sociales. Aunque al principio se prometieron duras sanciones, todo quedó en la nada, con lo cual se siguió alimentando mañas de larguísima data.

Así las cosas, el adelanto que significó la creación de un Reconocimiento Médico propio en Educación y la cobertura de varios cargos, choca con la realidad de que cualquier intento de poner coto a estas prácticas, pueden ocasionar episodios como el que sufrió Ominetti.

Se necesitará un trabajo más profundo para empezar a desmontar vicios del sistema que a esta altura son intolerables.
 

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