Que el peronismo de Catamarca está unido, muy pocos lo ponen en duda. Lo acaba de ratificar en la apertura de las sesiones ordinarias del Concejo Deliberante el intendente Jalil. No solamente ratificó su pertenencia al espacio que recuperó el gobierno en 2011, sino que colocó en el sitial de jefa indiscutida a la gobernadora, con quien decidiría antes del 22 de junio el esquema electoral para octubre próximo. Sin embargo, a insistencia de los periodistas, tuvo una referencia para el senador nacional y exgobernador, Dalmacio Mera. Indicó lo siguiente: “Veo que Mera, a nivel provincial, tuvo un alejamiento, pero con Lucía tenemos las puertas abiertas”.

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La pregunta de los hombres de prensa no fue antojadiza. Mera es el único que abandonó el redil y, aparte de aclarar en su momento “la gobernadora no es mi jefa”, no resulta bien visto en el conjunto del peronismo por su alejamiento del kirchnerismo, al que le debe una diputación nacional (2009), una vicegobernación (2011) y una senaduría nacional (2015). Estas son cosas que la gente anota y le sirven para valorar las conductas. Se nos ocurre pensar, entonces, que la respuesta de Jalil fue más de compromiso que de convencimiento.

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Por otro lado, Mera puede visitar de tanto en tanto Catamarca, pero pasa la mayor parte del tiempo en la Capital Federal y responde al gobernador de Salta, su primo Juan Manuel Urtubey que, hasta el momento, mantiene relaciones carnales con el macrismo y piensa disputar una interna con Massa, por la candidatura presidencial, dentro del espacio Argentina Federal. Lejos del peronismo de Catamarca, allí hay que ubicar a Dalmacio que, en el supuesto que se materialice la interna entre su jefe y Massa, trabajaría en la provincia y hasta podría postularse a gobernador. En tal caso, tendría que medirse en las urnas con Corpacci y/o Jalil y, por primera vez, sabríamos cuántos votos tiene. Hasta ahora, mal que le pese, fue prendido de las faldas y la boleta de la gobernadora.

El Esquiú.com