Los radicales de la Cámara de Diputados, que responden a los legisladores nacionales Oscar Castillo y Eduardo Brizuela del Moral, han disipado las dudas en relación a una eventual reforma de la Constitución. Directamente no quieren levantarle la mano a Lucía Corpacci como la artífice de una iniciativa que termine con los privilegios de la política. Otra vez, como en 2015, apelaron al desgastado argumento que resulta inconveniente tratar este tema en año electoral. En primer lugar, lo reiteramos, se trata de un libreto ya empleado y que, en los hechos prácticos, no es más que un sofisma, o sea algo falso que se quiere hacer pasar como razonable. ¿Por qué no puede tratarse en un año electoral una cuestión que es ciento por ciento política? El análisis es al revés. Por el motivo explicado, debería debatirse en años electorales. No se lo acepta, convengamos, por mezquindades que han hecho de la política una actividad casi repudiable para la gente común. Pero como el radicalismo es absolutamente dueño de cavar su propia fosa, puede seguir en la misma tesitura. Nadie lo va felicitar y, aparte, pagará siempre los costos políticos de la sinrazón. A no ser que sorprenda con mejores explicaciones que la esbozada. 

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A propósito de las chicanas que rodean a la reforma constitucional, en los recuerdos que incluimos al final de cada entrega de estos “Apuntes del Secretario”, referimos hoy declaraciones que Marita Colombo hiciera hace 25 años y se contradicen con su postura actual, en la que actúa como un cruzado antireforma, a pesar que asegura que se trata de una necesidad institucional. Como para avalar todo lo antedicho, durante la semana opinó del tema una persona casi extraña a la política, pero que sintetizó de manera magistral la posición de “los contras”. Nos referimos al presidente de la Unión Industrial (UIA), Carlos Muia, quien expresó “tendrían que pensar lo que le interesa a la sociedad. Estamos en elecciones hoy, pero cada dos años estamos en lo mismo. Entonces nunca vamos a tratar el tema”. Más claro, imposible. Señores: ¡Todos los años son electorales en la Argentina!

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Se mueve el peronismo. Hoy sesionará el Congreso y quedarán consagradas las autoridades consensuadas de antemano. Lucía Corpacci, que también ocupa una de las vicepresidencias del Consejo Nacional Justicialista, será ungida presidente del distrito Catamarca por cuatro años más. La secundará Raúl Jalil, su principal socio político y eventual aspirante a la gobernación en las próximas elecciones. Todo será aparentemente tranquilo porque en la gran mayoría de los departamentos pudieron superarse algunas diferencias y solo se produjeron pequeños chisporroteos en Capayán y La Paz. En el Este, quien levantó la voz fue Daniel Polti. No se resigna el exintendente a aceptar su realidad política y su posición de cara a la sociedad, toda vez que tiene una condena judicial por un hecho grave que debería llamarlo a silencio. Pero, como en otros casos relacionados con la imagen, pretende desafiar lo que es visible a los ojos de los ciudadanos. En cuanto al discurso que podría pronunciar Lucía, no caben dudas que reiterará el pedido de unidad que, en la semana, le hizo la expresidente Kirchner y, se descuenta, pueden aparecer algunas oleadas reclamando que opte por un tercer mandato, secreto que la mandataria guarda bajo siete llaves.

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En lo referente a apostillas peronistas, hay varias para destacar. El senador de Santa María, Raúl Chico, continúa empecinado en su objetivo de alcanzar una banca nacional y, tal como lo supo adelantar a El Esquiú, solamente lo podría hacer cambiar de opinión una superposición de intereses electorales con Lucía Corpacci, a quien considera su amiga y compañera de los tiempos en que se formó el Frente para la Victoria. Sobre este tema hay agregados: varios dirigentes lo critican a Chico por su insistencia por ocupar posiciones de envergadura. En realidad, sus aspiraciones son legítimas y las resolverán la gente. En una primaria, por ejemplo, lo premiará por sus actuaciones y preocupaciones políticas, o lo le dará la espalda y lo mandará al fondo de un barranco para que, si de ello se trata, no insista con desmesuras. Este vale para todos, porque no tan solo Chico quiere abrirse camino en la jungla peronista. Son varios los que pretenden lo mismo. Tienen que conseguir los votos, y no tratar de llegar por influencias o avanzando a los codazos.

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De confirmarse las primarias en la Capital, la interna peronista puede ser bastante entretenida. Son numerosos los aspirantes a suplantar a Raúl Jalil en el estratégico sillón municipal, pero desde ya se palpita un duelo interesante, el que podrían sostener Maxi Brumec y Fidel Sáez, dos secretarios de Estado que han trabajado mucho y no disimularon sus intenciones de ascender en las escalas del poder. El conductor del área de Deportes, en casi ocho de gestión, confía en haber conseguido logros importantes más allá del peronismo, mientras que Sáenz, desde la Secretaría de la Vivienda, ha consolidado su posición de peronista puro y viene recorriendo los barrios en busca de prosélitos para una posible interna. Fuera de ellos, obviamente, hay varios nombres, pero ninguno de ellos da vuelta las cartas. Así podríamos nombrar a Gustavo Saadi, un joven de reconocida capacidad política, el ministro Ramón Figueroa Castellanos o el presidente de la Cámara de Diputados, Fernando Jalil. También en la lista podríamos agregar a Liliana Barrionuevo, quien actúa desde veredas hostiles al corpacismo y cada tanto ratifica que, con su propia agrupación, disputará el puesto de intendente. ¿Será?

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En los territorios radicales todo es incertidumbre y, en medio de ella, hay tensiones. Los bandos en pugna, claramente diferenciados después de la interna partidaria que fracasó el año anterior (una lista se quedó con todos los cargos y la otra fue bochada por la Junta Electoral que respondía a los intereses de la primera), esperan la convención nacional para saber si siguen en Cambiemos o se asocian a un peronismo no kirchnerista. Han lanzado la fecha del 1 de junio como tentativa para definir las acciones a seguir, pero nadie puede asegurar que habrá sesión o si simplemente se formaría quórum para delegar las decisiones de fondo al comité provincial donde, detrás de la figura poco menos que decorativa de Alejandro Páez, manda el castillismo. Lo más probable para este secretario es que la batalla que no pudo librarse el 2 de junio de 2018, finalmente se concrete en la primaria del 11 de agosto. En tal caso, ¡será para alquilar balcones!

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En cuanto a las tensiones reaparecieron algunas. Un sector del radicalismo orgánico pediría revisar la precandidatura a gobernador que, con Manzi, aparecía como una fija. Por otro lado, hubo jaleo entre las diputadas Analía Brizuela y Juana Fernández. La primera, que termina su mandato, pretendería la intendencia de Chumbicha y Fernández, que alienta la postulación de Mauro Nieto, le habría recordado que por haber sido expulsada no podrá representar a la UCR, ni mucho menos a Cambiemos. Lo de la expulsión es un verdadero chiste, en orden a que en la oposición son muy pocos los que están en condiciones de lanzar la primera piedra. De todas formas, la respuesta de Analía fue un mazazo que no pocos, en silencio, lo comparten. Dijo la diputada “Cambiemos hizo mucho daño y lo sigue haciendo a la UCR. Lamentablemente, muchos no nos quedaremos a ver este final y no vamos a convalidar más esta alianza macabra que tanto daño está haciendo a la mayoría de los argentinos”. Como una verdadera declaración de guerra, ratifica que no necesita ser expulsada para no pertenecer más a la alianza. Alejada de la estructura partidaria, veremos cómo le va.

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RECUERDOS.

Como lo hacemos habitualmente, cerramos los “Apuntes” de este domingo con la recordación de hechos y situaciones políticas de un cuarto de siglo atrás.

En mayo de 1994, dentro del Frente Cívico, se debatía la posición que iban a asumir sus convencionales constituyentes en la Asamblea que, en Santa Fe, iba a reformar la Constitución Nacional.

En línea con el Frente Grande, de Carlos “Chacho” Alvarez, el entonces vicegobernador de la provincia, doctor Simón Hernández, pedía desatar el núcleo de coincidencias básicas que había sido concebido por el Pacto de Olivos, refrendado por los expresidentes Raúl Alfonsín y Carlos Menem. Otra que opinaba en aquella época era la legisladora eterna, Marita Colombo (tiene 4 mandatos como diputada provincial, 2 como senadora nacional, 1 como senadora provincial por Fray Mamerto y 1 como diputada nacional, además de haber sido funcionaria del área de Salud durante el gobierno radical), que había sido ungida constituyente. Decía Marita: “no somos un grupo de borregos a quienes se los lleva de la nariz para que vayan a levantar la mano o no en una convención. Van a tener que respetar lo dispuesto por esa convención”.

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Esta opinión de hace 25 años de la diputada Colombo, sin dudas, se contradice con algunos de sus planteos recientes respecto a la actualidad, cuando pide un núcleo de coincidencias básicas cerrado para la reforma de la Constitución. En 1994 quería el debate y ahora no lo quiere, por lo que se ha convertido en el mayor obstáculo para cambiar la Constitución de Ramón Saadi que los radicales como ella, en 1988, repudiaron con toda la fuerza, al punto de abstenerse de participar de la elección de constituyentes.