Desde la bancada periodística

Hospital Monovalente “Carlos Malbrán”, el eslabón final de una singular historia

sábado, 9 de mayo de 2020 00:42
sábado, 9 de mayo de 2020 00:42

El Hospital Monovalente “Carlos Malbrán” se convirtió finalmente en una realidad para incorporarse a la red catamarqueña de establecimientos públicos de atención de la salud.


Se trata de un logro sin precedentes en Catamarca, que representa el eslabón final de una singular historia, abundante en matices inéditos desde su origen hasta nuestros días.


El flamante centro asistencial fue denominado como monovalente porque se concentrará en una única especialidad médica, en este caso afecciones respiratorias y específicamente las derivadas como casos posibles o confirmados de coronavirus.
Esta decisión se adoptó debido a la rapidez y facilidad con que se transmite este virus, para el cual hasta el momento no hay un antídoto conocido, ya que la atención aislada es al mismo tiempo una norma preventiva para que la enfermedad no se multiplique; puesto que el virus transmisor tarda varios días en manifestarse –también puede actuar asintomáticamente en algunos organismos- y para peor es capaz de sobrevivir en diferentes superficies, incluso durante varios días.


Ante semejante enemigo, ninguna norma de bioseguridad es excesiva ni suficiente, algo demostrado por la letal expansión de este flagelo, que lleva alrededor de cuatro millones de personas infectadas, contando sólo los casos registrados oficialmente, y cerca de 300.000 víctimas mortales alrededor del planeta.


Sin vacuna ni medicación probada –todos los tratamientos están en etapa experimental- la prevención es la única herramienta al alcance de la mano. Normas sociales de distanciamiento, uso de barbijos, lavado de manos y otros cuidados esenciales, apuntan, sin garantía alguna, sólo a reducir el riesgo de contagio.


Mientras tanto, organizarse es la premisa, objetivo primordial en Argentina, que por designio del azar pudo observar los efectos de la pandemia en Europa antes de que el virus llegara a este rincón del mundo. Al observarse que en países como Italia y España, mucho más desarrollados que el nuestro, la mayor cantidad de muertes se sucedían por la imposibilidad de brindar atención a los enfermos, nuestro país se aferró a una cuarentena rigurosa, con el único objetivo de ganar tiempo para fortalecer las redes de atención: contar con más camas, más respiradores, más infraestructura, fue la gran meta.


Es en ese contexto que Catamarca pensó en un nuevo hospital, y logró organizarlo a la velocidad de la luz, lo cual constituye una auténtica hazaña, digna de ser reconocida. Decisión y ejecución avanzaron sin fisuras, y ahora la provincia cuenta con un espacio con más de 30 camas equipadas con sus respectivos poliductos para cuidados intensivos, una sala de quirófano completamente equipada, una sala de esterilización, una morgue, lavandería, baños y vestidores y sala de descanso para el personal de salud. El nuevo “Malbrán” dispone también de cuatro boxes de aislados, una farmacia y un nuevo ingreso.


Menos visibles pero no menos importantes, son los trabajos que se hicieron en materia de instalaciones, incluyendo un moderno sistema de climatización y purificación de aire, iluminación y energía eléctrica independientes, un sistema de gases especiales, distribución de agua fría, caliente y desagües cloacales; almacenamiento de agua potable y bombeo, griferías automáticas y su propio sistema de comunicación y seguridad.


Un hospital de primera línea, para cuya rápida construcción sin dudas ayudó el hecho de contar con una estructura edilicia en condiciones, que si bien tuvo que ser acondicionada para fines específicos, se encontraba ya en excelente estado.

Largo itinerario
Precisamente en la estructura que alberga al Hospital Malbrán, radica el aspecto más interesante de la historia. Porque se trata de un sitio con casi cinco décadas de vida, durante las cuales pasó por las más variadas funciones.


La primera vez que ese predio dejó de ser un monte salvaje, fue para la creación del Hotel Sussex, que causó una verdadera revolución en el mapa turístico de la ciudad en la década del 70 del siglo pasado.


Cuando abrió sus puertas, el Hotel Sussex estaba apartado de la ciudad. La zona urbana capitalina, por aquellos años, prácticamente culminaba en La Viñita, y para llegar al espectacular hotel había que seguir un par de kilómetros más por Ruta Nacional 38, bordeando la vía de tren que todavía permanecía activa, ya que el ramal del Belgrano que llegaba a la ciudad cerró en 1977.


No existían ni el puente ni la gran rotonda que hay ahora, y no había viviendas en las inmediaciones. El Sussex era un lugar “alejado” de la ciudad. Formaba parte de la cadena de hoteles del empresario Tomás Álvarez Saavedra, dueño del desaparecido diario El Sol, que se editó hasta comienzos de los 80.


Construido a todo lujo en la periferia sur, se convirtió en un verdadero atractivo turístico y centro de eventos sociales. Se lo promocionaba como el único hotel cinco estrellas de la Provincia. Y era espectacular: ofrecía más de 100 plazas, una cancha de golf, una cancha de tenis, una gran piscina, su propio pozo de agua y un gran salón de juegos.
Por entonces, para sumarle un último y decisivo atractivo, Álvarez Saavedra gestionó ante las autoridades la instalación de un casino (ya tenía uno en La Rioja), pedido que generó gran polémica en la sociedad catamarqueña. El entonces obispo, Alfonso Pedro Torres Farías, se opuso tajantemente, pero otra parte de la sociedad estaba a favor.


Ya con el casino en su interior, el Sussex explotó como restaurante, boliche bailable, centro de fiestas sociales de alto nivel y punto de encuentro para grandes ocasiones. Fueron los años de gran esplendor, que no se extenderían demasiado.

 Decadencia y renacimiento
El Sussex como tal vivió luego una etapa de lento e inexorable derrumbe, que empezó cuando el Estado –gobernación de Saadi- tomó el Casino y lo trasladó al club Villa Cubas. Poco a poco el hotel perdió su glamour y fue debilitándose en su poder de convocatoria.


Dejó de funcionar como hotel y luego hubo algunos intentos por aprovechar las instalaciones que no prosperaron demasiado, como cuando llegó a funcionar como residencia geriátrica. Los ingresos no alcanzaban para sostener su magnífica estructura, y cerró definitivamente sus puertas allá por 2002. Llegaron los años más tristes. El otrora símbolo de lujo y diversión, quedó casi en ruinas.


Comenzó a ser saqueado, derruido y abandonado por completo. Fueron robados los sanitarios, aberturas, cañerías, y en numerosas ocasiones intentaron usurparlo. Los espacios que estaban destinados a la realización de distintos deportes fueron cubiertos por la maleza, y sus estructuras vacías solían ser ocupadas por maleantes. A partir de juicios y deudas, en 2008, la Justicia ordenó la subasta del predio.


Todo cambió en 2012, cuando la gobernadora Lucía Corpacci tomó la decisión de adquirirlo para convertirlo en una obra con un claro fin social. La Provincia compró y restauró el Sussex a nuevo bautizándolo como Centro de Integración e Identidad Ciudadana (CIIC).


El predio fue habilitado nuevamente en 2014. De las 14 hectáreas, se trabajó en la mitad de la superficie, incluyendo la puesta a nuevo de la gran pileta, 80 habitaciones (con capacidad para 300 personas) y el Centro de Convenciones “Juan Domingo Perón”.
En el lugar se instalaron laboratorio y consultorios médicos. Allí se organizaron durante varios años vacaciones gratuitas para niños de sexto grado de toda la provincia, que al mismo tiempo recibían controles y atención médica. Una obra genial que recibía más de 3.000 chicos cada verano, y en invierno abría para los jubilados.


El CIIC fue una de las grandes obras de Lucía, y la idea era avanzar con campos deportivos en los espacios circundantes, pero el destino llevó a otro cambio de timón. Llegó la pandemia del coronavirus, y hoy el “Sussex” muta nuevamente de identidad, como hospital en tiempos de emergencia.


Con el ferviente deseo de que no sea necesario utilizarlo, la obra merece ser celebrada, así como el reconocimiento que se hizo con su nombre al andalgalense Carlos Malbrán, verdadero héroe nacional, de brillantes aportes en el campo de la medicina y la epidemiología. 

El Esquiú.com
 

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Comentarios

10/5/2020 | 03:15
#149006
que raro este diario denostando todo lo que no sea su santa lucia. Ya es mucho, siempre igual! Simplifican totalmente la historia del sussex y se la agarran con los que no tienen que agarrarsela. Para ensalzar un gobierno le quitan todo el merito a los demas incluyendo gobiernos democraticos y peronistas..
9/5/2020 | 09:01
#149005
En primer lugar porque el COVID 19 es una enfermedad muy peligrosa por su contagiosidad y necesita aislarse de otros enfermos con patologías distintas. En segundo lugar, porque Catamarca tiene bastantes enfermos crónicos con lo que llaman EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica) ocasionada por el cigarrillo yo enfermedades inflamatorias por sílice en la minería (silicosis) y por las micas que son láminas de silicatos usadas para cubrir la resistencia de las planchas (antes) proteger puertas de salamandras o estufas etc. la pirita, el cuarzo y hasta el cemento producen estas enfermedades llamadas neumoconiosis. UN GRAN ACIERTO DE ESTA ETAPA DE GOBIERNO.

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