Entre opiniones diversas relacionadas a la fallida visita de Alberto Fernández a la provincia, algunas de ellas ciertamente polémicas, quedó sepultado para la consideración pública el objetivo más trascendente de la visita presidencial, que no era otro que refrendar el plan de obras que el gobierno federal ha dispuesto para Catamarca. Se trata de inversiones que rondan los 11.000 millones de pesos y que hacen a la creación de infraestructura (arreglo de rutas, plantas de tratamiento y otros emprendimientos que favorecen a 15 jurisdicciones municipales) en distintos puntos del territorio. Los convenios, de todas maneras, ya están firmados y plantean desde el vamos diferencias con la administración Macri que, durante cuatro años, no concretó una sola iniciativa propia en la tierra de la Virgen del Valle. A fuerza de ruegos y trámites interminables en Buenos Aires, pudo completar algunas de las obras que estaban a punto de finiquitarse cuando Cristina Kirchner dejó de ser presidenta. Caso concretos de la ruta Andalgalá-Belén, la remodelación del Hospital de Niños o contratos de vivienda. También eso le duele a la oposición local que, durante las visitas de Macri, ni siquiera era atendida y todo el protagonismo se lo llevaba la exgobernadora Lucía Corpacci. 

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Otra gran protagonista de las redes sociales de estos días fue la Virgen del Valle. Mucha gente, pero mucha de verdad, piensa que su intersección es la que permite que Catamarca no tenga casos de coronavirus. En ese sentido, Alberto Fernández agradeció desde La Rioja que la “Morena” cuide a sus hijos y ni siquiera se preocupó en aclarar que será él, por pedido de Raúl Jalil, quien contribuya de manera decisiva a la construcción del solar mariano de La Gruta. A propósito de la devoción de la gente, hay que recordar que un fenómeno parecido ocurrió en el año 2004 cuando se produjo el terremoto que sacudió a la provincia. Salvo los agnósticos o ateos, en aquella oportunidad, el pueblo de Dios aludió a la existencia de un verdadero milagro.

El Esquiú