Apuntes del Secretario

domingo, 19 de julio de 2020 01:05
domingo, 19 de julio de 2020 01:05

Resuenan los ecos del temblor legislativo que sacudió la estructura del Poder Judicial catamarqueño, y en distintos frentes se avanzó con la lectura política del asunto, incluyendo en la evaluación los acontecimientos consumados y sus posteriores reacciones.

En el Gobierno hay satisfacción, porque se consiguió un objetivo que se perseguía hace mucho tiempo, como el de poner fin a una etapa de desprestigio y abusos en un ámbito tan sensible como la administración de Justicia. El reclamo agresivo de la oposición, los pedidos de vetar las leyes aprobadas y alguna repercusión negativa en medios nacionales fueron recibidas como un costo módico para la encaminada reestructuración.

Evalúan en Casa de Gobierno que las lecturas negativas de la movida legislativa no tienen mayor llegada a la comunidad, ya que el común de la gente está enfocada en cuestiones más urgentes como el proceso de la pandemia, y alejada de los intereses específicos que rondan detrás de la eliminación del Consejo de la Magistratura o la modificación en el sistema de selección de jueces.

La aprobación de las nuevas leyes, por otra parte, se contempló como otra demostración de fuerza de la gestión de Raúl Jalil, quien con el hándicap de una Legislatura “propia” en ambas cámaras impuso su criterio sin contratiempos, tal como ya lo había hecho con los lineamientos generales de la reforma del Estado.

Lo que no se advierte en ámbitos del oficialismo es una sensación de “misión cumplida” ni nada parecido: por el contrario, los actores parecen tener claro que los procesos iniciados demandarán muchas etapas más de trabajo y deberán sortearse nuevas dificultades, aunque el balance les resulta alentador considerando que -en definitiva- no han transcurrido más que siete meses de una gestión de cuatro años.

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Lejos de detenerse en el plan reformista, posiblemente mañana, Raúl Jalil estaría anunciando el envío de un proyecto a la Legislatura para reformar la Constitución Provincial. Contendría los ejes fundamentales de la propuesta que supiera realizar, en 2014, la exmandataria Lucía Corpacci y que, en resumidas cuentas, limita los privilegios de la política con reelecciones indefinidas (entre ellas la de gobernador y vice), manejo discrecional de la fecha de elecciones, además de la necesaria actualización del texto en función de las nuevas tecnologías, de los cambios climáticos y la preservación del medio ambiente.

También habría capítulos especiales para los empleados públicos, entre ellos convertir a las direcciones en cargos de carrera. Todo este paquete, cabe recordarlo, fue analizado y debatido durante meses por los partidos políticos, los sindicatos, los colegios profesionales y hasta la mismísima Universidad de Catamarca.

A pesar de lograr luz verde, la misma oposición que hoy habla de avasallamientos se encargó de ponerle freno a una situación que tenía pleno acompañamiento de la sociedad. Otro dato: Jalil podría anunciar, asimismo, la creación de cámaras civiles y penales que tengan que ver con los delitos cibernéticos en la ciudad de Belén, las cuales servirían para que operen los ciudadanos e instituciones de todo el Oeste.

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A nivel partidario y con la mira puesta en las elecciones de 2021, a nadie le pasó desapercibido el excluyente protagonismo que asumió Oscar Castillo para salir a cruzar al gobierno. Más allá de que el famoso documento aluda casi a una causa perdida, el rol de firmante número uno que se reservó el exgobernador se interpretó como un mensaje puertas adentro del radicalismo y la oposición. Es sabido que el legislador nacional se encuentra en el ocaso de su mandato y sus propios correligionarios estiman que volverá a mover los hilos para asegurarse una candidatura y sobrevivir un período más con los fueros que ofrece la banca en el Congreso de la Nación.

Hubo malestares entre quienes reclaman una renovación de autoridades desde hace años, pero también es un hecho que Oscar ratificó que mantiene su ascendencia sobre la estructura del centenario partido en la provincia.

Por otra parte, la controversia por el Poder Judicial no parece plataforma suficiente para proyectarse, y la elección parece demasiado lejos, pero los últimos acontecimientos sirvieron para que Castillo marcara la cancha y volviera a encolumnar a gran parte de la dirigencia detrás suyo. Los otros pesos pesados de la oposición, Rubén Manzi, Ricardo Guzmán, Brizuela del Moral, eligieron otro camino y solicitaron un veto, tomando distancia de Castillo y anticipando la interna que se vendrá en pocos meses.

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Las explicaciones radicales para atacar al gobierno por los proyectos sobre la Justicia fueron tan burdos que no tuvieron apoyo, salvo de los que usufructuaron de la política bajo la batuta del castillismo.

De la plebe o los militantes no hubo nada. ¿Quién va a creer en la inocentada del distanciamiento social cuando, según ellos, el gobierno se estaba “choreando” el Poder Judicial? Y por más que insistan en pedidos absurdos, como el de los vetos, la imagen de una Justicia que no trabaja, ganada por los lobbies y con sospechas certeras del cobro de coimas no va a desaparecer.

Es que su imagen negativa ronda hoy el 90%. Quien no se va a salvar del juzgamiento público es Oscar Castillo, toda vez que está prácticamente confirmado que mandó al muere a la UCR al impedir que bajen a la sesión. Si lo hubiesen hecho, queda claro, hoy no habría ninguna de las leyes que avanzaron, lo cual convierte al senador nacional en el “Gabino Herrera” de los tiempos modernos. Recordemos que el exlegislador, ya fallecido, junto a “Bayo” Barros, Carlos Colla, Julio Espeche, Pedro Murad y Miguel Juri, a contramano de decisiones orgánicas de la UCR, votó el proyecto de reforma saadista de 1988.

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La aprobación del aumento de los miembros de la Corte de Justicia de cinco a siete y la derogación del Consejo de la Magistratura tuvieron noticia nacional. Los medios porteños, sin información precisa, hablaron de atropello institucional y, de alguna manera, trataron de apuntar los cañones hacia la Casa Rosada, ajena a todos los movimientos que se llevaron a cabo en Catamarca.

Quienes oficiaron de voceros de estas noticias, entre ellos el diputado nacional Rubén Manzi (Coalición Cívica), dieron a conocer versiones sesgadas y que no se ajustan a la realidad. Por ejemplo, en una nota del diario La Nación, el médico relató el supuesto atropello y el avance del gobierno de Raúl Jalil sobre la división de poderes, pero nada dijo del comportamiento de los diputados radicales que fueron elegidos para defender que, si es que las hay, no ocurran desviaciones democráticas. Esa parte la omitió expresamente.

Habría quedado bien si se aclaraba que se aplicó la tiranía del número, sin mayores debates, pero con la colaboración imprescindible de Juntos por el Cambio. ¿O Víctor Luna, Tiago Puente, Marita Colombo, Juana Fernández y todos los que no bajaron al recinto no pertenecen a ese espacio que integra el doctor Manzi y por el que resultó elegido?

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Aunque para la mayoría de los observadores no es más que un “cadáver político”, el expresidente Mauricio Macri estaría analizando su vuelta al ruedo electoral, y el proyecto en el que se embarca apunta a conseguir una banca de diputado nacional en los comicios del año que viene. El poderoso empresario ha perdido mucho terreno, incluso como líder de su propio sector político, donde el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, creció sin cesar.

Larreta no solo fue el único de los pesos pesados del PRO que logró ganar en 2019 -frente a las caídas de María Eugenia Vidal y el propio Macri- sino que su protagonismo durante la pandemia, trabajando codo a codo con el presidente Alberto Fernández, lo posicionaron muy bien ante el electorado.

El retorno de Mauricio no despierta mucho entusiasmo y uno de sus más fuertes aliados, el titular de la UCR, Alfredo Cornejo, dijo que ya no tiene margen para ser candidato. No obstante, la falta de apoyo y la estructura que ya está al servicio de Larreta, incluyendo a Marcos Peña, Macri cree que si aparece como candidato logrará como mínimo que tengan que negociar con él el armado de la lista. La pulseada interna ya se desató, y el expresidente de Boca podría lanzarse con todo a la búsqueda de una banca que le otorgue fueros y reconstruya un poco su golpeada imagen.

Considerando que tiene un buen piso de votos antikirchneristas, que lo logre no parece descabellado. Otra aliada hasta ayer nomás que se enojó con Rodríguez Larreta fue la mística Elisa Carrió. Lilita, autoproclamada “salvadora de la República” tras la derrota del año pasado, se enojó con el mandamás porteño por la demora en la habilitación de las actividades religiosas en la Capital Federal, algo que recién se hará el miércoles venidero. Indignada, Lilita respondió por Twitter que “El Santísimo está secuestrado”, y propuso que “si la sagrada comunión no puede darse en los templos, debe darse en las calles, porque Jesús es el que sana y cura”. Una cruzada que se aleja incluso de la postura de la Iglesia, que acompañó las medidas dispuestas por el Gobierno ante la pandemia.

El Esquiú

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