El Secretario

jueves, 23 de julio de 2020 01:33

El vertiginoso ritmo de la tecnología, incrementado en los últimos años más allá de la imaginación, supera la actualización de las normas legislativas. No se trata ya de una carrera comparable a la fábula de la liebre y la tortuga, sino de una abismal distancia entre las posibilidades que ofrecen los mecanismos informáticos y una legislación que permanece en la época de las carretas y el adobe. La consecuencia de esta indiscutible falta de sincronía, son vacíos legales peligrosos, ya que los códigos vigentes quedan en ocasiones brutalmente expuestos, ante la comisión de delitos que ni siquiera son contemplados como posibles. Uno de los terrenos donde más de advierten estas fallas es el de las comunicaciones. La infinita gama de canales para difundir cualquier mensaje, sea a través de redes sociales, sitios virtuales o cadenas de telefonía, se torna incontrolable. Esa anarquía reinante, que en parte constituye uno de los atractivos de los mencionados sistemas, puede sin embargo causar enormes daños, individuales y colectivos.
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No por casualidad cuando una información, imagen, audio o video se multiplica de forma descomunal, el fenómeno se define como “viralización”. Lo que ocurre es similar a la expansión de un virus dentro de un cuerpo. Cuando estos mensajes que se viralizan, son deliberadamente creados para causar daño en sus diversas formas, por ejemplo, generando pánico o promoviendo escándalos sociales de imprevisibles consecuencias, la gravedad del asunto es muy seria. Y la mayoría de las veces es poco lo que puede hacerse para contrarrestarlo, justamente porque no existe una normativa. En ese contexto, es bienvenido el proyecto de la diputada Mónica Zalazar, quien presentó una iniciativa para modificar un artículo del Código de Faltas, e incorporar penas que van desde los diez días de arresto en adelante, para quienes divulguen noticias falsas y motoricen conductas inapropiadas contra las personas infectadas con coronavirus. Si esta idea prospera, quizás pueda comenzar a ponerse fin a la insoportable publicación de archivos de audio y video que tanto mal puede ocasionar y cualquiera puede accionar desde el anonimato.
El Esquiú.com
 

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