Desde la bancada periodística

Desafío colectivo que debe asumirse en plenitud

domingo, 5 de julio de 2020 00:40
domingo, 5 de julio de 2020 00:40

Se terminó. O empezó, según se observe. Luego de 105 días con sus noches, Catamarca resignó su condición de territorio libre de coronavirus, al confirmarse la detección del primer caso oficial -y posiblemente otros- de esta afección que cambió al mundo entero.


Catamarca, convertida en toda una rareza en el país por la ausencia del Covid-19, resistió tres meses y medio desde el inicio de la cuarentena, hasta que el viernes se identificó la primera persona infectada.


Nuevamente Catamarca ocupó los titulares de todos los medios nacionales, ahora en sentido inverso: que se quebrara el famoso “cero” alcanzó una trascendencia enorme.


Como era de esperar, el impacto fue fuerte en la población. Aunque todos sabíamos que eventualmente iba a aparecer un caso, psicológicamente se ingresó en una etapa nueva, que demuestra por fin que el coronavirus no es un drama ajeno cuyas alternativas se siguen vía medios de comunicación, sino que se trata de un problema real y concreto.


En el momento de mayor impacto de la pandemia a nivel nacional, con el área de Capital Federal y Gran Buenos Aires como epicentro de un auténtico drama, los catamarqueños comprendieron que la provincia no es inmune, con todo lo que ello implica.
La información dio lugar a toda clase de reacciones. Hubo inquietud generalizada y miedo. Hubo desconcierto y también voces de inexplicable agresividad, dirigidas a quienes se identifica como potenciales portadores del virus (“riojanos”, “cordobeses”, “porteños”), como si alguien se enfermara por decisión propia o tuviera alguna culpa por enfermarse.


Se difundieron también innumerables mensajes, algunos irrespetuosos, cuestionando a quienes atribuían la ausencia del virus a una milagrosa intercesión de la Virgen del Valle. La verdad es que un panorama epidemiológico de semejante escala poco tiene que ver con cuestiones de creencias personales, y desde el Papa hasta el Obispo pidieron que se respeten las medidas sanitarias. Si alguien interpretó que su fe lo mantendría a salvo de un microvirus, cometió un triste error.


También quedaron sin entidad las especulaciones que circulaban en torno a los informes del COE provincial, al cual de manera insensata le atribuían el “ocultamiento” de casos con fines especulativos. Ahora puede comprobarse que se trabajó con seriedad y con la verdad, tal como se anunció desde el primer momento.

Tiempo ganado
Lo importante es que estos más de cien días sirvieron para prepararse ante la pandemia, y la situación en que Catamarca recibió la noticia del primer caso positivo es muy diferente a la que se habría advertido a comienzos del año.
Hoy la provincia cuenta con un flamante hospital, diseñado, pensado y construido para recibir enfermos de coronavirus, con espacios adaptados para casos sospechosos, para pacientes leves y para afectados en estado grave.


Catamarca tiene en marcha mecanismos de control que nunca antes se habían requerido, con sistemas de trazabilidad que permiten identificar, por ejemplo, con quiénes pudo tener contacto una persona infectada antes de saber que estaba enferma.
Todos los locales comerciales y oficinas de atención al público cuentan con métodos de higiene activos, todos los catamarqueños que circulan por la calle tienen acceso a barbijos, un elemento simple y altamente eficaz que primero solo era utilizado por profesionales de la salud, luego fueron de costo elevado y difícil hallazgo, y hoy están al alcance de todos.


En Catamarca se controlan todos los accesos a la provincia, labor que se suma a controles permanentes en jurisdicciones departamentales y municipales. Los trabajadores cuentan con equipamientos especiales que les facilitan sus empleadores, con el Estado a la cabeza, y las personas que integran grupos de riesgo (adultos mayores y pacientes con afecciones previas) están exentos de asistir a sus puestos laborales sin que ello afecte sus remuneraciones.


Son pequeños y grandes detalles que reflejan que la provincia está realmente preparada y en una posición infinitamente más fuerte y sólida que cuando esta pesadilla comenzó. Demuestra a su vez que no se perdió el tiempo y que hasta medidas que en su momento pudieron parecer exageradas, hoy revelan su razón de ser y su relevancia.

Cuenta pendiente
Queda una cuenta pendiente, que pasa ahora por la responsabilidad social, la solidaridad, el compromiso personal y ciudadano. Cuidarse no es solo una tarea de un gobierno: es una tarea de todos, un desafío colectivo que debe asumirse en plenitud. La salud de todos depende de ello.


Este caso positivo, que seguramente será sucedido por otros casos más tarde o más temprano, debe servir a los catamarqueños para convencerse de la necesidad de respetar las normas impuestas en el marco de la emergencia sanitaria. El tema es serio y deberá comprenderse así.


Salir con barbijo solo por cumplir no alcanza. Hay que llevarlo correctamente ubicado. Hay que respetar el distanciamiento social y no amontonarse en filas para hacer trámites o comprar algo. Hay que lavarse constantemente las manos con agua y jabón o alcohol en gel, evitar tocarse la cara, la boca, la nariz y los ojos; saludarse simbólicamente chocando los codos, quedarse en casa si se sienten síntomas que pueden ser compatibles con esta afección.


Fiebre y resfrío, fiebre y dolor de garganta, pérdida repentina del gusto o el olfato u otras señales de malestar, obligan a comportarse con precaución, informando a un médico con urgencia a través de contacto telefónico. No se debe esperar que alguien indique el aislamiento, sino que se debe actuar preventivamente para evitar más y más contagios. Porque salir a la calle es exponer directa e indirectamente a nuestros seres queridos, vecinos y a nosotros mismos.


Quizás valga la pena recordarlo, porque precisamente esa es la conducta que los catamarqueños no terminamos de incorporar. La idea general de que aquí no pasa nada ya caducó y es momento de responder colectivamente a la altura de las circunstancias.


El coronavirus infectó a casi 11 millones de personas alrededor del planeta, de las cuales fallecieron más de medio millón. Son números impactantes y a la vez relativamente bajos si se contempla el total de la población.


Los márgenes de recuperación son amplios para la mayoría de las personas que contraen la enfermedad, pero la clave es que se les pueda brindar atención adecuada en tiempo y forma.


En Argentina los casos rondan en 70.000, con más de 1.400 muertes. Es uno de los países que mejor controló la pandemia, precisamente porque supo utilizar las experiencias ajenas para prepararse.


Por el momento se volvió a la Fase 1 hasta el lunes a las 24 horas. Hasta ese momento y no más se impondrá cuarentena dura, a menos que el panorama empeore drásticamente.


Para ello también será importante la conducta de la ciudadanía, ya que aquí nada se logrará individualmente, y eso ubica la concientización en el primer eslabón de la cadena para sortear con éxito esta situación.
El coronavirus llegó a Catamarca. En pleno invierno, para un año que no tendrá ni siquiera la Fiesta Nacional del Poncho y que sigue marcado por la incertidumbre y las dificultades económicas y sociales. Pero no se debe entrar en pánico ni mucho menos.
Es la realidad que nos tocó y tendremos que asumirla y actuar en consecuencia. Esta pandemia en algún momento terminará y podremos retomar nuestras vidas dentro de lo que se denomina la “nueva normalidad”. Por el momento, la exigencia es estar atentos y ser muy responsables en cada acción cotidiana, porque aquí estamos definitivamente juntos, y solo juntos podremos salir.
 
El Esquiú
 

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