El Secretario

lunes, 21 de septiembre de 2020 01:24
lunes, 21 de septiembre de 2020 01:24

Se estrenó recientemente el documental estadounidense “After Truth” (Después de la verdad), que examina el fenómeno viral de las falsas noticias y sus consecuencias. El trabajo se concentra en casos escandalosos de personas y entidades que debieron enfrentar grandes daños por la difamación sufrida. Pero se observan algunas posturas cuestionables, claramente relacionadas con lo que ocurre en nuestro país. Al igual que en Argentina, se atribuye el fenómeno a la irresponsabilidad de personas anónimas y malintencionadas y por toda recomendación se pide al público que para informarse se remita a los medios tradicionales. Y allí está el problema. Se expone que las falsas noticias surgen a nivel masivo porque los dispositivos nuevos lo permiten, casi como un efecto colateral indeseado de los avances tecnológicos. Y se muestra a The New York Times, CNN y otros gigantes como víctimas, que enseñan a la sociedad a creer lo que ellos informan y no otra cosa. No hace falta señalar la gravedad de difundir información falsa ni recordar los perjuicios que puede ocasionar. Pero falta la autocrítica mediática, la búsqueda de los reales motivos por los cuales han perdido tanta credibilidad que el público busca otras vías para informarse.
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Lo que queda expuesto con el panorama actual, es la manipulación orquestada y la imposición de una sola voz, que antes era tarea cómoda. Cuando los medios traicionan la verdad para acomodarla según su interés, obviamente pierden terreno ante su público. Y esa es la semilla de las fake-news. Un solo ejemplo, uno entre miles. Esta semana Clarín tituló “Tras el cruce por las estrategias sanitarias, Argentina ya tiene más muertes que Chile”, en referencia al coronavirus. 12.000 muertos allá generan alivio, 12.000 muertos aquí es un caos. El detalle es que Chile tiene 18 millones de habitantes y Argentina casi 45. ¿No es una fake-news? Entonces hay que plantearse si la preocupación de los grandes medios son las noticias falsas, o la imposibilidad de hacer prevalecer sus discursos, muchas veces construidos en base a medias verdades.
El Esquiú.com
 

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