Apenas se produjo la aprobación de la carta orgánica del partido radical y se convocó a internas para renovar sus autoridades, este secretario afirmó que la habilitación de las urnas era difícil y que la convocatoria, en realidad, podía ser una nueva maniobra de la actual conducción, acostumbrada a gobernar sine die con ardides de toda especie. La apuesta está a punto de definirse y ya veremos si nos equivocamos o no. El viernes venidero, a las 24 horas, cierra la presentación de las listas que deberían competir el 7 de febrero. A solo 72 horas del hito crucial del cronograma electoral, repetimos nuestra intuición: habrá lista de unidad, al “estilo celeste”, o la interna tendrá postergación.
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El problema central de la UCR no es nuevo. Ya nadie cree en una unidad que siempre resulta insincera. Los temores “de un cambio para que no cambie nada” lo escucharon de boca de afiliados los representantes de las 11 líneas que se anotaron con avales. La gente de Flavio Fama, que se ubica detrás de la denominación “Raúl Alfonsín, dice que tienen buena respuesta de la gente. Lo mismo opina la Renovación Radical y Popular, que reúne a la trilogía dirigencial Marchioli - Chayle - Juri que visitó varias localidades del interior. José “Chichí” Sosa mantiene sus posiciones y las huestes de Ricardo Guzmán, con Paola Bazán a la cabeza, saben a ciencia cierta que la unidad que proclama el castillismo es una ecuación tramposa.
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En síntesis. Nadie está conforme con la conducción, pero ninguno se anima a desafiarla en serio. Para hacerlo hay que armar la lista y presentarla ante la Junta Electoral a las 24 horas del día viernes. En tal caso habrá “7 de febrero”. De lo contrario, no sería extraño que en horas más se produzca un anuncio postergando “la interna que, ya sabemos, se programa para no hacerla”. Sería un agravante para la salud partidaria, en tanto y cuanto los mandatos de todas las autoridades están vencidos desde mediados del año pasado.
El Esquiú.com