“Necesitamos de la militancia que va detrás de los ideales, no de intereses personales. Es el momento de ir juntos en busca de un cambio para Catamarca y para eso, muchos debemos salir de nuestras zonas de confort y comprender de una vez que el esfuerzo debe ser colectivo. Depende de cada uno de nosotros, que este 14 de noviembre sea un día histórico para la provincia. Por eso les pido que hagamos un compromiso fuerte y trabajemos con ganas, pero sobre todo, con corazón”. Con esas palabras, el ingeniero Flavio Fama, exrector de la Universidad Nacional de Catamarca y candidato a senador nacional, arengó a los presentes en el cónclave opositor que se realizó para definir los primeros lineamientos de la campaña de Juntos por el Cambio rumbo a noviembre.

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La fuerza opositora, que tiene como jefes de campaña a Víctor Quinteros y Tiago Puente, estableció como prioritario marchar en unidad, para lo cual se prometió armar equipos que actúen juntos en el proceso preelectoral, ya sin vencedores ni vencidos. Asistieron a la reunión, además de Fama, algunos dirigentes de peso como Silvina Acevedo, Francisco Monti, Patricia Breppe, Enrique Cesarini y Mariano Manzi, hecho que generó entusiasmo porque se sentaron a dialogar no sólo representantes de las dos listas que compitieron en las primarias, sino también referentes del PRO y la Coalición Cívica. A pesar de que la aritmética del último escrutinio y las proyecciones no son de lo más alentadoras, se instaló en el encuentro la esperanza de construir una alternativa real de cara al 2023, para lo cual se consideró clave hacer una buena elección el mes que viene.

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Una semana claramente desfavorable completó el sindicalista Walter Arévalo, quien no sólo perdió paulatinamente fuerza en su poder de convocatoria a paro, sino que fue elevada a juicio la causa que lo tiene imputado por coacción agravada, y la Dirección de Inspección Laboral declaró la ilegalidad de las medidas de fuerza que motoriza. Una cadena de malas noticias para un dirigente que intenta arrastrar a los municipales a una confusa protesta rechazando el mayor incremento salarial ofrecido en la Provincia (llegaría al 49 por ciento acumulado en lo que va del año), y que simultáneamente procura darle forma a la campaña electoral en la que se postula como candidato a concejal capitalino; luego de una elección primaria con pobres resultados, en la cual -según sus propias palabras- cosechó la mitad de los votos que esperaba.

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La reacción de Arévalo ante este panorama fue una verborragia sostenida en la que disparó contra todo y contra todos. El Gobierno provincial, la Policía, la Justicia, el municipio, el Ministerio de Trabajo, los otros sindicatos, el periodismo provincial, fueron algunos de los que recibieron la ráfaga indiscriminada de acusaciones de quien transita su último tramo al frente del SOEM. En el universo de Arévalo, los funcionarios municipales quieren sobornarlo, la policía lo provoca, la prensa cobra para desacreditarlo, los otros gremios lo perjudican, sus rivales políticos le sacan votos a fuerza de dádivas, y todos los astros conspiran en su contra; pese a lo cual resiste y continúa su lucha como único exponente en la tierra de la nobleza y la honestidad. Una suerte de “agresiva victimización” que por el momento no le está rindiendo frutos ni en su rol de gremialista ni de candidato.

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El regreso del público en el fútbol local no se vivió con la alegría esperada, sino con episodios violentos que causan tristeza si se considera que durante más de un año y medio se aguardó por el retorno de los simpatizantes a los encuentros de la Liga Catamarqueña. No fueron incidentes graves, es verdad, pero llegar en familia para observar un encuentro deportivo y encontrarse con corridas, escaramuzas, golpes de puño y tumultos es los más alejado del escenario que se deseaba. Ocurrió ayer en el partido entre Policial y San Lorenzo de Alem, y lamentablemente las inconductas también se advirtieron dentro del campo. El mensaje de comportarse con responsabilidad quedó en el recuerdo, y la “nueva normalidad” parece haber llegado con los vicios de siempre.

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El gataflorismo de cierto sector de la comunidad volvió a expresarse en los últimos días, con las polémicas y críticas que circularon -fundamentalmente por redes sociales- por el desembarco en Catamarca del conductor televisivo Alejandro Wieber, más conocido como “Marley”, quien grabó material en distintos puntos de la provincia para una próxima emisión del exitoso ciclo “Por el Mundo”. Las quejas rondaron en torno al monto que supuestamente se desembolsó para traer el programa a Catamarca, con las clásicas referencias a que el dinero podría destinarse a otros fines. Lo irónico es que muchas de las personas que suscriben esas críticas, son las mismas que históricamente se quejan de la falta de promoción turística.

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Más allá de que las cifras no se difundieron oficialmente, para abordar el tema seriamente debe partirse desde la base de que los números que se manejan a ese nivel no pueden ser analizados con el parámetro de la economía familiar. Y para acompañar o rechazar la decisión de invitar al programa, no es suficiente con ver el precio, sino que resulta imprescindible evaluar la relación costo-beneficio. Diferentes posturas pueden ser igualmente respetables, pero en principio, para quienes sostienen la importancia de desarrollar el turismo como una de las actividades vitales para el despegue económico catamarqueño, esta movida es un enorme acierto.

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La visita de Marley, el formato ameno y familiar de su programa, el éxito y la trayectoria que los respaldan desde hace décadas, y por sobre todo el gigantesco universo de público al cual se accede desde una plataforma como Telefé, la emisora que difunde “Por el Mundo” en un horario de prime time en su grilla; representan una oportunidad fantástica. Mostrar las bellezas de lugares como Andalgalá, Belén, Tinogasta, Valle Viejo, Ambato y Capital en el programa, significa acceder a una extraordinaria audiencia de millones de personas, con un nivel de repercusión inigualable en todo el país y sitios del exterior. Lo que cueste traer el programa es sin duda una inversión y no un gasto, y es un paso excelente hacia el objetivo de instalar a Catamarca entre los principales polos turísticos de la Argentina. 

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RECUERDOS. En 1925, durante el Segundo Congreso Odontológico de la FOLA (Federación Odontológica Latinoamericana), y por iniciativa del delegado argentino, se decidió instituir esta fecha como Día de la Odontología Latinoamericana. Por este motivo, hoy se celebra el Día del Odontólogo, coincidiendo con la fundación de la Federación. La odontología profesionalizada en Argentina incursionaría recién en 1837, cuando llega al país Pedro Balloy, considerado el primer dentista de estas tierras pero diplomado en la Academia París. Sin embargo, fue Tomás Coquet el primer examinador dentista que obtuvo su título en Argentina. Otro profesional oriundo también de Francia sería Juan Etchepareborda y junto con Coquet serían los primeros profesores en lo que aquel entonces se consideraba un “arte”; no por casualidad se les daba este nombre ya que dentista deriva del latín dens, que significa “diente”, más la terminación que indica ocupación: artista, oculista, novelista. Recién hacia 1853 la Odontología consigue el estatus académico (se la incorpora como parte de la enseñanza oficial y se determina un plan de estudios para tal fin). Este acontecimiento significa un salto muy importante hacia la consolidación de la disciplina. Pero recién en 1891 se crearía la primera Escuela de Odontología, y sería fundada por los doctores Nicasio Etchepareborda y León Pereira.

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