El Secretario

martes, 9 de noviembre de 2021 01:06
martes, 9 de noviembre de 2021 01:06

El excandidato presidencial y actual candidato a diputado nacional de Avanza Libertad, José Luis Espert, propuso públicamente el uso de armas de fuego como herramienta para combatir la inseguridad, con afirmaciones como “transformemos en un queso gruyere a un par de estos delincuentes” (sic). El economista reforzó su teoría al afirmar que hay que “alentar a la policía a que haga eso”. “Después empecemos a hablar de cárcel o bala, pero primero bala”, se explayó Espert, para que no quedara el menor rastro de duda sobre lo que sería su “política” para combatir el delito.
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Espert volvió a plantear la falsa dicotomía sobre si los derechos humanos deben servir a los delincuentes o a los ciudadanos de bien. Claramente el candidato busca sacar provecho de la preocupación que generan en la ciudadanía los hechos de inseguridad, e intenta ganar simpatías y votos con un discurso extremo en el cual hace alarde de una presunta inflexibilidad ante quienes infringen la Ley. Una vieja muletilla de la derecha más rancia, que se recicla ahora con la más elegante etiqueta de los antiguos conservadores, rebautizados liberales y más tarde libertarios.
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Podría recordarse en este punto que la verdadera solución es atacar las raíces que generan el delito y no limitarse a la represión, entre otras razones porque mayor brutalidad punitiva jamás se tradujo en reducción de los índices delictivos: por el contrario, sólo multiplicó la violencia. Pero la clave del error de Espert es que, bajo la supuesta decisión de combatir el delito, lo que hace es instigar al delito. Sencillamente porque “meter bala” indiscriminadamente marcha contra las normas de derecho vigentes. Desde ya que el panorama de la seguridad no puede mejorar con policías disparando a mansalva por las calles, sino que habría infinidad de inocentes ejecutados, catástrofe irracional de la cual seguramente Espert no se haría cargo después. Quizás sea una de las razones por las cuales en su carrera presidencial no llegó a cosechar ni el 1,5 por ciento de los votos, perdiendo incluso contra los votos anulados.
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