No importa cuál partido sea. La hipocresía y el cinismo son dos sentimientos que dominan el discurso político. Al menos eso ocurre en la Argentina, donde Catamarca no es la excepción. Lo dicho quedó ampliamente comprobado en la presente semana cuando, a través de El Esquiú, se dio cuenta de la creación de un Fondo de Gestión de 100 millones mensuales para que cada uno de los ministerios mejorara los haberes de los funcionarios públicos hasta el nivel de director. El gobernador Jalil, frente a la desmesurada crítica de opositores y medios nacionales, dio marcha atrás con el decreto, pero no descartó mejorar los haberes de los funcionarios como mecanismo de Justicia. Esto teniendo en cuenta que son de los peor pago de toda la Argentina en los niveles apuntados. Para reafirmar lo que decimos, podemos aportar como dato lo que se cobra en otros estamentos locales donde no existen responsabilidades como las que ejerce un ministro, que debe trabajar a tiempo completo –fines de semana y feriados incluidos- y tiene que responder hasta judicialmente por cualquier problema que existiere en su área. Empleados y directivos de la Universidad ganan más que un ministro. Delegados de organismos nacionales en la provincia -Anses, PAMI, etc.- lo mismo. A nivel local, técnicos de educación o jefes de organismos con adicionales, como la Vivienda o Rentas, también sacan ventajas. Ni que hablar de jueces o legisladores, que no solo cobran más, sino que no tienen ni por cerca las obligaciones de un funcionario del Estado.

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A sabiendas de los desequilibrios salariales que surgen al comparar responsabilidades, la sinuosa conducción del radicalismo salió a decir “no hay plata, pero si 100 millones para el gobernador y sus ministros sin rendición de cuentas”. Lo hizo cuando el decreto estaba caído y sin dar mayores detalles. Por ejemplo que, en 2013, cuando se otorgó un aumento superior al 30% a los empleados públicos, la exgobernadora excluyó de la medida a todos los funcionarios, lo cual deprimió los haberes que ya venían deprimidos. De hecho, Lucía Corpacci tenía serios problemas para conseguir funcionarios porque los que eran tentados ganaban más en otros lugares. Conclusión: no todos quieren ser funcionarios. Deben trabajar full-time y ganan poco, quizá menos que la canasta familiar. Si quieren ser legisladores porque en esos lugares se invierte la ecuación: salvo excepciones, no trabajan y ganan buen dinero, parte del cual no tiene rendición de cuenta. Y en cuanto a los radicales, hablando de ética y coherencia, deberían recordar que durante los gobiernos castillistas de los 90 se pagaban “gastos reservados” desde la Gobernación que, públicamente, fueron denunciados por los oficialistas de la hora actual y que están marcados con letras de molde en los diarios de la época. Para los distraídos y oportunistas, entonces, debe quedar en claro que un aumento a funcionarios resulta lógico y favorable a la administración. No solo como acto de justicia, sino como motivador del mejor servicio y el alejamiento de cualquier tentación.

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Sin pena ni gloria, sin público y bien lejos del sentir popular, durante la semana asumió la conducción provincial de la UCR Marita Colombo. La situación de apatía de las huestes partidarias, a todas luces, resulta comprensible e inevitable. Antes que se resolviera su presidencia hubo un proceso plagado de irregularidades, lleno de trampas y controversias que, lejos de apaciguarse, se han exacerbado en los últimos días por hechos que hablan claramente de la fractura partidaria que, como lo prometió en su primer discurso, buscará remediar la nueva presidente del comité provincial. Será un desafío gigantesco porque la prometida renovación de la UCR parece ser pura ficción. Están los mismos nombres de siempre y no asoman figuras que alienten esperanzas de cambio. Hasta la misma Marita Colombo forma parte del pasado y no tiene autoridad moral para hablar de desprendimientos personales. Vive del Estado desde hace 30 años. Fue senadora de Fray Mamerto Esquiú de 1991 a 1995 y después ocupó bancas en el Congreso: diputada nacional (1997-2001) y senadora nacional por dos períodos (2001-2003 y 2003-2009). Después remató con tres diputaciones provinciales en fila: 2009-2013, 2013-2017 y 2017-2021. En la única época que no estuvo en una banca fue entre 1995 y 1997, pero Arnoldo Castillo la designó subsecretaria de Salud Pública. ¡No fuera cosa que la ahora presidente se quedara sin trabajo!

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Aparte de su triste asunción, Marita acarreaba problemas que veremos cómo resuelve. Tuvo severas discusiones con mujeres por la condena social que se pretende imponer al doctor Roberto Gómez y en una de ellas se cruzó con Sara Barros, una vieja militante que le cantó “las cuarenta” y más que cuarenta también. Para peor, hablando de renovación, en lugar de llamar a las nuevas generaciones, le dijo a las mujeres que mejor que andar discutiendo menudencias convendría que salgan a destacar a exgobernadores como Oscar Castillo o Brizuela del Moral, los que según ella tienen una conducta intachable y no cargan sobre sus espaldas causas judiciales. Esto no es verdad. Tuvieron causas y algunas gravísimas. Castillo fue denunciado por enriquecimiento ilícito, se lo relaciona directamente con las compras directas -un negociado que está probado y que sintetizaba un aprovechamiento de la pobreza- con desastrosas privatizaciones y una retahíla de denuncias falsas que nunca se probaron y tampoco aportó pruebas. Aparte recibió reprimendas éticas, como las de andar vendiendo los pasajes aéreos que le entregaba el Congreso. Lo de Brizuela del Moral, en cambio, fue mucho más transparente y la mayor acusación que recibió fue la de haber sido responsable político de la Tragedia de El Rodeo o del llamado megafraude, por el cual se pagaban cursos que no se dictaron o se dictaron a medias. En síntesis, no fue un acierto de Marita el salir a pedir que hablen bien de su jefe. Por el contrario, si lo hacen puede “salir el tiro por la culata”. Hasta ahora, el único que se animó en destacar al senador nacional fue su abogado de cabecera, Carlos González Vera, quien dijo “política es construir proyectos de convivencia ciudadana y para eso hace falta poder, el que se logra con vigencia”, tras lo cual señaló “Oscar Castillo ha logrado eso como dirigente político, estar vigente”. ¿No será demasiado González Vera? Podría hacer una ronda entre sus correligionarios y consultarlo. Con el riesgo de sufrir un desencanto, claro está.

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El convulsionado presente de la UCR ha llevado a que algunos dirigentes comenzaran a pensar en una alternativa de gran impacto. Son los que piensan que la única forma de contrarrestar la hegemonía castillista pasa por armar una formación política que vaya por fuera de la estructura oficial, un calco de lo que ocurría en los 90 con el peronismo que conducía Ramón Saadi. ¿Se acuerdan los memoriosos de Opción Provincial, Independencia Federal o Tercera Posición? Eran expresiones enteramente peronistas que enfrentaban al Partido Justicialista y, en más de una oportunidad, consiguieron alzarse con bancas propias. Por otro lado, los defensores de la idea separatista coinciden que la elección de los cargos “será una carnicería” -mucho más si no hay PASO- y que ya se anotan para integrar las listas figuras desgastadas como Oscar Castillo, Gustavo Jalile, Fernando Navarro, Rubén Herrera, Víctor Luna y hasta la propia Marita Colombo, que completa su séptimo mandato en diciembre próximo. Hasta Francisco Monti, que asomaba como la sangre nueva, tiró sus ideales a la basura y, en busca de una banca, finalmente hizo migas con el castillismo.

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El arreglo que logró el gobierno provincial para Valle Viejo al desplazar a Alberto “Abeto” Barrionuevo hacia un cargo provincial -fue designado director de Infraestructura Comunitaria en el ministerio de Vivienda y Urbanización-, en modo alguno mejora la posición del dirigente que, en apenas un año, produjo un desastre institucional en el departamento allende el Río del Valle. Su concejalía fue pésima y por su conducta partidaria ya figura entre los dirigentes que “vendieron el alma al diablo” sin respetar a los ciudadanos que lo votaron en 2017 para que defienda los intereses peronistas. “Abeto” se fue para otro lado. Le hizo la vida imposible a la intendenta Susana Centeno, quien lo había doblado en votos durante la interna para elegir el candidato 2019 a la intendencia. A tal extremo llegó el dirigente que directamente se unió a los concejales del radicalismo para capturar la presidencia del Concejo Deliberante y desde allí “poner los palos en la rueda” para que el municipio virtualmente no funcionara. Esa situación, aunque nadie se anime a decirlo, puede llevar a Barrionuevo al ostracismo. En el peronismo ha perdido toda autoridad moral y, cuando mucho, podría perdurar sin asomar demasiado la cabeza en el conchabo que acaban de darle. 

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RECUERDOS. Como lo hacemos habitualmente, en el último bloque insertamos situaciones políticas del pasado. A principios de 1996, los diputados Félix Brizuela del Moral y Néstor Retamozo presentaban un proyecto para amojonar el límite catamarqueño con Salta. El documento, que bien puede servir a los negociadores de este tema, se basaba en considerar el decreto nacional 19.05.1904 que imponía al Instituto Geográfico Militar establecer la línea demarcatoria tomando como referencias el Volcán de Azufre, el Cerro Archibarca, el Cerro Ratones y el Cerro Inca Huasi.
El Esquiú