El Secretario
El 17 de octubre de 1945 es reconocido como el día que nació el peronismo, y 76 años después Miguel Ángel Pichetto dio a luz una nueva y curiosa versión justicialista: el “peronismo republicano”. A sus 70 años, el hombre que fue la punta de lanza del kirchnerismo en el Congreso de la Nación y más tarde cruzó el charco para aparecer como candidato a vicepresidente de Mauricio Macri, confirmó que está más activo que nunca y le apunta al 2021 y al 2023, ya totalmente perfilado como soldado del macrismo. El predio de un club de rugby bonaerense fue el punto elegido para el lanzamiento de esta corriente, más parecida a un nuevo partido que a una línea interna del PJ; con escasísima estructura pero un rol importante por jugar.
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Lo que Pichetto quiere claramente es reunir al “peronismo no kirchnerista” y tributarle esos votos a Macri, un rol parecido al que se esperaba que cumpliera en la última elección, pero ahora con más tiempo para la cosecha de dirigentes despechados o marginados. Una misión de improbable éxito pero no para desestimar por completo, porque es una ambulancia que intentará transitar por la siempre compleja “avenida del medio”, entre los bandos irreconciliables que hoy polarizan la política argentina. No parece tener Pichetto demasiado poder de fuego para hacer daño, pero el que sale a la cancha a dividir siempre encontrará un margen de acción.
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Al macrismo, por su parte, le resulta imprescindible tener algo que pueda presentar como “pata peronista”, táctica que muy bien usó en Catamarca durante años el Frente Cívico. Se trata de seducir a una o dos caras conocidas del adversario, para fingir apertura ideológica ante el electorado. Nada nuevo bajo el sol, con excepción del mote de “republicano”, que la actual oposición convirtió en bandera propia, hasta aquí sin impactar más que en sus propios seguidores. Será difícil, en todo caso, detectar qué sería el peronismo no republicano, tratándose de una fuerza que siempre que gobernó –bien o mal- lo hizo con el aval de las urnas.
El Esquiú.com