La carrera electoral se puso en marcha, pero no está definida. El anunció de la Cámara Electoral Nacional fijando fecha para que las primarias (PASO) se lleven a cabo el 8 de agosto y las generales el 24 de octubre fue un trámite de rigor que se ajusta a la legislación vigente, aunque se sabe que puede haber cambios y estos vendrían desde el Congreso o las Legislaturas provinciales, las que tienen facultades para producir modificaciones por ley. Es más. Mucho antes del anuncio del martes, estaba abierto el debate sobre las fechas y la conveniencia o inconveniencia de las PASO que, aparte de costar mucho dinero -unos 8.000 millones de pesos-, deberían hacerse en plena pandemia. Estos intríngulis se dilucidarán en los próximos tiempos, pero estamos seguros que el cronograma electoral en alguna parte del país tendrá modificaciones. Así es como a pocas horas del anuncio, en Catamarca, el ministro Jorge Moreno adelantó que la intención del gobierno es suspender las PASO, la que en realidad es una conocida postura del gobernador Jalil. 

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En lo que concierne al Gobierno Nacional, las posturas sobre las PASO y las fechas electorales se dividen. Están los que sostienen que este tipo de primarias puede favorecer a la oposición en el sentido de consagrar un candidato sorpresa que, ulteriormente, termine arrasando, tal como ocurriere con Alberto Fernández en 2019. En la vereda de enfrente se ubican aquellos que no ignoran que, por las diferencias internas, en el Frente de Todos se impone una compulsa que no deje heridos graves. Más allá de estos extremos, la suspensión de la contienda nacional será difícil porque Juntos por el Cambio tiene fuerzas legislativas como para tumbar el proyecto. Es más. En Capital Federal y provincia de Buenos Aires, sin acuerdo, la idea de suspender no pasa.

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En la patria chica el panorama es distinto y hasta nos animaríamos a afirmar que existe un 90% de posibilidades que, tal como lo adelantó Moreno, se apruebe una ley de suspensión de las PASO.

El Esquiú