Bien merecido liderazgo. Lo ganó por perseverante. Por hacer lo que le gusta. Por estar siempre al frente cuando desfilan los patos criollos. Porque es el primero en hacer honor al viejo refrán popular de “cada paso…”. Porque le encanta marcar el rumbo y dejar su inconfundible rastro por donde camina. Porque lo suyo es lo más grande que hay en comparación del resto de los patitos de la fila. Y él lo sabe. Y presume. Y quiere que todos sepan que es el pato criollo líder. Insuperable. El más macho. De esos que aparecen muy de vez en cuando en la vida (por suerte). Sin más vueltas: el dueño de todos los elogios es Luis Polti, intendente de Recreo, hermano del que ya saben (también fue intendente recreíno y lo corrieron de la política no precisamente con aplausos). Días pasados, en su ¿mensaje? con motivo de la apertura de sesiones ordinarias del Concejo Deliberante de la ciudad cabecera de La Paz, el extraño personaje que luce de manera grotesca el traje de intendente (no le queda ni grande ni chico, directamente no le queda), dijo para cerrar su encendida alocución: “No dejaré un municipio de vagos y drogadictos”. Y sonaron los bombos y platillos. Y hasta hubo aplausos de sus seguidores. El mismo que señaló desafiante: “El pueblo me dio un mandato y nadie me lo va a quitar”. En otras palabras: “la municipalidad es mía y hago y digo lo que quiero”. A propósito de esa frase para tapar con la misma caca de los patos criollos: no es verdad que los pueblos no se equivocan cuando eligen un gobernante. Se equivocan y feo. El mejor ejemplo: los que gobernaron el país entre 2009 y 2019. ¡Una década de terror!

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   Luis Polti es el mismo intendente que trató de “vagas” a las mujeres de su municipio. El mismo que amenazó públicamente a una enfermera, lo que motivó que fuera denunciado penalmente. El mismo al que una parte del pueblo recreíno le puso el mote de “chicle”, porque es difícil de tragar; o de “fruta de plástico”, porque no va a madurar jamás. Pero así se escriben las historias de los pueblos: a nadie le extrañe que, en las próximas elecciones en Recreo, este muchacho Polti sea elegido nuevamente intendente. Tampoco extrañaría que ayer, con motivo de conmemorarse el Día Internacional de la Mujer, esta extraña versión del “guapo del 900” haya preparado un brindis para las mujeres municipales. A las que tanto les faltó el respeto sin siquiera ponerse colorado. Mientras tanto, en Formosa, el impresentable Guido Insfrán sigue demostrando que es el amo de esa provincia, inexplicablemente defendido hasta por el propio presidente de los argentinos. Polti-Insfrán: linda dupla para una nueva versión de la película “Rambito y Rambón”, aun cuando éstos, de graciosos, no tienen nada.

  El tema sirve, además, para arribar a algunas conclusiones que mueven a una reflexión por parte de la ciudadanía: ya no quedan, o están en vías de extinción, los otrora líderes de los pueblos del interior catamarqueño, aquellos capitanes territoriales de la política que honraron su trayectoria pública. Sean radicales o peronistas. Hoy, la mayoría de los jefes de intendencia se definen por el dedo mayor del mandamás partidario de turno. Aquellos, eran otros y mejores tiempos, sin lugar a dudas. No serán un Luis Polti, un Elpidio Guaraz o un Alejandro Páez los ejemplos a seguir. Se ha roto el molde de los paradigmas de la política nacional. Aquí, en La Quiaca o en Tierra del Fuego. Por fortuna, hay algunas excepciones que merecen el respeto de gran parte de la ciudadanía. Aquí en Catamarca y en cualquier punto del país. Pero son las menos. Hay mayoría de Poltis. Y eso no está bueno. Por la fama que tienen los patos criollos.