Apuntes del Secretario

domingo, 23 de octubre de 2022 02:09
domingo, 23 de octubre de 2022 02:09

Anécdota premonitoria

Hace casi medio año, allá por el “lejano” mes de mayo, El Esquiú.com reveló un episodio ocurrido el día de la detención de Edgar Adhemar Bacchiani, una simple anécdota que hoy toma otra relevancia ante las recientes novedades registradas en la causa. Este medio apuntaba que “lejos de conformar un frente sólido y homogéneo, los detenidos de la firma Adhemar Capital enfrentarían una crisis interna, con reproches mutuos y riesgos de un quiebre que podría tener incidencia en la causa. De acuerdo con esa línea, las promesas de lealtad entre los integrantes de la cuestionada empresa, serían hoy tan frágiles como las promesas de pago”.

                                                                             

Lo que ocurrió

Todo habría nacido con el discurso que Edgar Bacchiani mantuvo inalterable desde un primer momento: es decir, asegurar que no estafó a nadie, que tiene el dinero y va a pagar. Bacchiani jamás se movió de esa posición y la mantiene hasta hoy, brindando a quien lo escuche la confianza de que cuenta con los fondos necesarios para hacer frente a todas las deudas. Trascendió sin embargo que sus palabras derivaron en un fuerte cruce el día que lo detuvieron, y se habría producido un duro enfrentamiento verbal en las mismas instalaciones de la Policía Federal. En el momento en el que los involucrados llegaron al primer lugar de detención, sobre calle San Martín, José Blas habría increpado a Bacchiani diciéndole -palabras más, palabras menos-, “Si tenés la plata por qué no pagás, nos están metiendo presos”. Ante los reclamos de su “socio” muy alterado, según testigos presenciales, Bacchiani se mostró sereno, confiado y hasta despreocupado, y minimizó todo con una sonrisa: “Tranquilo, acá no pasa nada, está todo bien”. Blas se habría enojado todavía más, e intentó advertirle a Bacchiani: “Si no hacés nada voy a tomar la figura del arrepentido y voy a hablar”.

Dicho y hecho

Por entonces Bacchiani ni se inmutó: “Ya es tarde para arrepentirse, mirá donde estamos”. Se asegura que la tensión perduró y la relación ya no fue la misma que en épocas felices, aunque en los días siguientes se distanciaron obligadamente. Tras compartir la detención en la Federal, Bacchiani estuvo algunos días en su casa y luego fue trasladado al penal de Miraflores, donde permanece; mientras Blas recibió pronto el beneficio de la prisión domiciliaria. El jueves pasado, el juez federal Miguel Ángel Contreras aceptó como “arrepentido” a José Blas en la causa Adhemar Capital, luego de que el imputado aportara información fundamental para la investigación. Se lo advirtió y lo hizo...

Polarización y después

La encarnizada división política que padece el país quedó reflejada en la polarización de los resultados de las últimas elecciones, donde más allá de los diferentes nombres que adoptan las alianzas rivales (Frente Para la Victoria, Frente de Todos, Unidad Ciudadana, Cambiemos, Juntos por el Cambio), la esencia del enfrentamiento es siempre el mismo: kirchneristas vs. macristas; o mejor dicho: kirchneristas vs. antikirchneristas. Las posturas irreconciliables entre ambos sectores, alcanzó tales extremos que no sólo ya no tienen voluntad ni posibilidad de alcanzar un acuerdo, sino que son incapaces de entablar un diálogo racional. Unos y otros cruzaron puntos sin retorno, unos y otros se propinaron (a nivel nacional) escandalosas palizas electorales, y sembraron con sus fracasos las semillas para el retorno de sus “enemigos” al poder. Unos y otros, finalmente, comprenden que la elección de 2023 puede resultar la batalla final, ya que es al menos improbable que el perdedor pueda rehacerse una vez más. Ganó el kirchnerismo en 2011, cayó estrepitosamente en 2015, se levantó en 2019 y en los próximos comicios todo indica que quien sea derrotado nuevamente tendrá una despedida definitiva del escenario político. Seguirá el peronismo, pero el kirchnerismo no subsistirá hasta 2027 si “corona” este regreso perdiendo el poder tras apenas cuatro años. Y a la coalición macrismo-radicalismo ya no le alcanzará con maquillarse y cambiar de nombre para seguir en carrera con dos fracasos consecutivos sobre el lomo en la búsqueda de la presidencia.

Avenida del medio

Habrá que prestar atención, porque  ese panorama tan pronunciado abre una puerta que varios políticos ya vieron: buscar el voto de quienes están hartos de la “grieta” y sus protagonistas, y mostrarse como una tercera opción capaz de amalgamar todos los rechazos para proyectar su propia propuesta como ganadora. Allí aparece el libertario mediático Javier Milei, quien declaró sin sutilezas que su función es “exterminar” al kirchnerismo pero sin cerrar alianzas con Juntos por el Cambio, y por otro lado el gobernador Juan Schiaretti, quien se propone llevar al país el “modelo cordobés”, convocando a peronistas y radicales y distanciándose al máximo de los referentes ya instalados. Según Schiaretti, las alianzas mayoritarias reúnen al 40 por ciento del electorado y él va por la conquista del 60 por ciento de los ciudadanos que no se sienten representados.

20 años del Caso Grassi

RECUERDOS. El 23 de octubre de 2002, Julio César Grassi, un sacerdote que estaba al frente de la Fundación Felices los Niños, fue acusado por abuso sexual y corrupción de menores. En 2017 la Corte Suprema confirmó su condena a 15 años de prisión por dos hechos. Grassi miró a la luz, que casi lo cegaba, y dijo: “Juro por Dios que soy inocente. He cometido otros pecados, pero no ése”. No era una luz divina, sino la de una cámara de Canal 9. Mientras los policías lo buscaban por abuso de menores, el sacerdote no se refugió en una Iglesia a rezar: se defendió de las acusaciones fue en un set de TV. La orden de captura había sido dictada por el juez de Morón Humberto Meade. Grassi había ido a un programa a ver el informe de Telenoche Investiga, que reveló la causa en su contra y lo denunció por abusar sexualmente de cinco niños de entre 11 y 17 años de edad que vivían en la Fundación Felices los Niños, que él dirigía. Grassi buscó contraatacar en una entrevista que le hicieron Chiche Gelblung, Mauro Viale y Eduardo Feinmann. “La Policía Bonaerense está llegando al canal para detener a Grassi”, anunció Feinmann, pero el cura en segundos desapareció. Durante doce horas se mantuvo prófugo. Al mediodía, se entregó en el piso del programa del fallecido Mauro Viale, “Mediodías con Mauro”. La Fundación creada por el cura en 1993 gracias a un subsidio de 4,5 millones de pesos otorgado por el entonces ministro de Economía Domingo Cavallo, creció porque Grassi solía ir a los programas más emblemáticos de la TV para pedir dinero. Con el escándalo de los abusos, su vida se derrumbó.

El Esquiú.com

Comentarios

Otras Noticias