Basta de jugar sucio

En algún momento habrá que poner coto a los atropellos, la hipocresía y el doble discurso de quienes se cubren con el manto de defender el medio ambiente para accionar ilegalmente en contra de los intereses provinciales. Es momento de decirlo sin eufemismos: nada tiene que ver con el legítimo interés de cuidar los recursos naturales el proceder violento y delictivo al que sistemáticamente se apuesta para generar zozobra y ganar algunos titulares. Es exactamente eso lo que sucede en Andalgalá, donde un grupo minoritario convenientemente alentado se empecina en atentar contra la mayor fuente de desarrollo provincial.
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Los proyectos mineros de Catamarca, en sus diferentes etapas, cumplen con todos los requisitos y normativas vigentes, siguiendo los parámetros de control internacionales, nacionales y provinciales. Son emprendimientos de puertas abiertas, donde constantemente se invita a la comunidad a participar e interiorizarse. Se fortaleció en Catamarca una política de Estado minera que es modelo en todo el país, y resulta ya inadmisible que aquí se siga intentando poner piedras en el camino.
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Es inaceptable la falta de decisión política de figuras como el intendente andalgalense Eduardo Córdoba, cabeza de uno de los municipios históricamente más beneficiados por la minería, que al mismo tiempo saca provecho y mantiene la comodidad de evitar el respaldo a una fuente esencial de trabajo y recursos genuinos para toda Catamarca. Es saludable el respaldo que otros fiscales le brindaron a Martín Camps, quien se vió obligado a intervenir para restaurar el orden, aun a costo de padecer agresiones en su propio domicilio. Es hora de que la oposición también asuma responsabilidades y deje de buscar rédito en esta clase de escándalos orquestados, que no pueden tener lugar en una provincia que apuesta al rubro minero como motor para mejorar la calidad de vida de todos los catamarqueños. Que ellos hayan fracasado en su momento, no es motivo para que deseen que se fracase nuevamente.
El Esquiú.com