Rumores de renuncia

Los rumores de una posible renuncia de Alberto Fernández circularon insistentemente en los últimos días, y aunque no alcanzaron de momento más entidad que la de un rumor, fueron suficientes como para motivar una desmentida oficial, lo cual no es poco. Ayer, la vocera presidencial Gabriela Cerruti fue consultada por el tema y tras considerar que “esa pregunta no merece ni ser formulada ni ser respondida”, la respondió: “Estamos trabajando y no pensamos en los rumores. Los rumores los hacen, los llevan y los circulan quienes tienen tiempo de sentarse a conspirar en lugar de estar trabajando y estar gobernando, pero también a quienes -seguramente los especuladores de siempre- no les parece bien que el presidente esté trabajando”.

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Tiene razón la funcionaria: es un rumor. Pero un rumor que refleja parte de la convulsión que el propio oficialismo genera. Es de hecho el propio oficialismo, o un sector, quien está promocionando el próximo acto de Cristian en Calafate, y especulando sobre quién se irá después de que vuelva a hablar. El tono de campaña que ya empieza a imponerse, es el de una campaña interna, que ciertamente no contribuye demasiado a calmar las aguas.

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Hasta aquí, desde el retorno de la democracia, renunciaron dos mandatarios nacionales elegidos democráticamente: el radical Raúl Alfonsín, quien debía culminar su mandato en diciembre de 1989, pero una ola de saqueos a supermercados, y un contexto de hiperinflación, lo obligaron a declarar el estado de sitio y luego a entregar el poder anticipadamente a Carlos Menem, que asumió el 8 de julio de ese año. Y en diciembre de 2001, el radical Fernando De la Rúa, que gobernaba con la Alianza, también se alejó jaqueado por la debacle económica. Más atrás, aparece Héctor Cámpora, que dejó el cargo en 1973 para facilitar el retorno al poder de Juan Perón. Que el rumor se quede en rumor es el deseo de todo argentino de bien, pero al deseo habrá que sumarle también la decisión de no fogonear la incertidumbre.
El Esquiú.com