Poker de precandidatos

sábado, 18 de febrero de 2023 02:23
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Resuelto el calendario electoral catamarqueño, que irá a ritmo simultáneo con los comicios presidenciales, se acerca el momento de definir los nombres que encabezarán las listas de las fuerzas mayoritarias, y el panorama entre oficialismo y oposición es muy distinto. La decisiva votación está a ocho meses y un puñado de días de distancia, lo suficientemente lejos como para que el mapa se altere, y lo suficientemente cerca como para ensayar una evaluación preliminar. Alrededor de los 250 días que faltan para que se defina quién ocupará el sillón de Avellaneda y Tula por el período 2023- 2027, existen etapas previas bien determinadas, que a su vez exigen definiciones y por ende significa que los márgenes de acción son muy inferiores a los que sugiere un acto cívico ubicada allá por el epílogo del año.

Porque en agosto serán las primarias, y para ello en junio, a más tardar, deberá estar resuelta la composición de las listas de precandidatos; con un condimento extra para la oposición, ya que en abril tendrá la interna de la Unión Cívica Radical, el integrante de la alianza rival al gobierno con mayor estructura, afiliados y potencia. Envueltos en ese vértigo, los adversarios del peronismo, son por lógica quienes se sienten ya plenamente inmersos en la vorágine, con todo lo que ello implica. Tienen más presión, muestran más entusiasmo, y empujan con más fuerza desde la tribuna mediática. En esta etapa su camino es relativamente más fácil, porque históricamente, a la hora de elaborar discursos, ha sido más efectivo y atractivo criticar y cuestionar que defender una gestión. El oficialismo, por su parte, debe acercarse a la batalla política sin perder la compostura ni el ritmo que impone comandar las actividades institucionales con la mayor naturalidad posible.

La balanza se compensará a medida que se acerque la hora decisiva, porque entonces quienes gobiernan dispondrán de un aparato aceitado que deja a los opositores en desventaja: aquí y en cualquier parte del mundo, es siempre más complejo desplazar a la fuerza que gobierna que conservar el poder.

En el despertar de este período electoral, un hecho objetivo es que la oposición muestra las más altas expectativas desde que perdió el mando de la Provincia en 2011. Y la resurrección anímica, por cierto, no nació aquí sino que llegó desde el resto del país. Porque el radicalismo local, la fuerza que gobernó 20 años seguidos entre 1991 y 2011, nunca dio señales de reorganizarse para el combate. Renació a caballo del desgaste kirchnerista a nvel nacional y la coalición que lideró el PRO de Mauricio Macri. Más aun, fue el posterior fracaso macrista lo que le permitió avanzar un casillero más, para reclamar ahora el liderazgo de la alianza contra el peronismo. Esa UCR maltrecha y vapuleada, sin reacción desde la debacle de Fernando De la Rúa en el país y el fin de ciclo de Eduardo Brizuela del Moral en Catamarca, volvió a posicionarse por las desventuras de sus rivales, externos e internos, hasta presentarse hoy con reales expectativas de gobernar.

El detalle, claro está, es que el corazón de la política lugareña no latió al son de la escena nacional. Aquí el peronismo se consolidó y fue inmune a la ola amarilla. Es una de las razones por las cuales varios peronistas sostienen que haber llevado la elección a octubre en lugar de votar en marzo, le da más posibilidades a Juntos por el Cambio. Porque si bien en sus últimas victorias el oficialismo local tampoco desdobló los comicios, hoy el clima está más espeso, sobre todo por la inflación, y esa inmunidad que tiene el PJ catamarqueño ante el humor reinante en el resto del país no está garantizada. Son factores, algunos pequeños, otros medianos, pero que sugieren que octubre no será un mero “trámite” como lo fueron la reelección de Lucía Corpacci en 2015 o la victoria de Raúl Jalil en 2019. Como mínimo, habrá que transpirar más la camiseta.

Planteado el panorama, será determinante saber quién asumirá la cabeza de lista, y también en ese aspecto el panorama de unos y otros es diametralmente opuesto. De momento, en la oposición cuatro dirigentes se perfilan como principales aspirantes a ejercer la gobernación: los legisladores nacionales Francisco Monti y Favio Fama, el legislador provincial Alfredo Marchioli y Roberto Gómez, quien precisamente fue el candidato de Juntos por el Cambio en la última elección. Fuera del radicalismo, posiblemente pueda anotarse Rubén Manzi, quien a lo intentó en 2019 pero no superó los escollos internos. Podría agregarse alguien más, aunque el radicalismo se muestra muy decidido para liderar la fórmula. Dirimir entre los aspirantes no será sencillo, y es otra de las razones por la cual muchos peronistas querían apurar los comicios para octubre, calculando que a la oposición le sería imposible resolver la interna contrarreloj sin dejar heridos en el camino.

En esa carrera, la definición de las autoridades partidarias del Comité Provincia de la UCR será decisiva, casi un trofeo simbólico por la innegable ventaja que le dará al sector ganador a la hora de reclamar espacios. De la verdera de enfrente, no hay voces que discutan candidaturas, al menos púbicamente. El camino de Raúl Jalil hacia una postulación por su segundo mandato casi no ha sido cuestionado, y por ende tampoco el gobernador sintió la necesidad de anunciarlo ni proclamarlo a los cuatros vientos. Nadie el peronismo anunció su intención de disputarle la conducción de la provincia a Raúl, ni hay señales de que pueda presentarse una disputa interna de magnitud. En todo caso será el reparto hacia abajo lo que puede concentrar mayor atención, porque nadie está tan enamorado como para obsequiar su apoyo a cambio de nada.

No obstante, si el hasta ahora invicto tridente de Raúl Jalil, Lucía Corpacci y Gustavo Saadi cierran filas, se hace casi imposible que algún disidente pueda hacerles frente seriamente. Descontentos habrá siempre, porque los que bailan en círculo son muchos y las sillas pocas. Allí están los sindicatos reclamando un lugar de peso, allí están los integrantes de la legión de intendentes del interior, una y otra vez postergados. Pero un Gobierno, a diferencia de la oposición, tiene muchas más opciones para contener y asegurarse cierta fidelidad hasta octubre. Rumbo a otra votación seguramente tan polarizada como las anteriores, se observa también un punto en común en la realidad que enfrentan ambos bandos. Unos y otros necesitan de la unidad, porque no sobran votos como para creer que un díscolo de último momento será inocuo en sus efectos cuando se haga el escrutinio.

Es posible por ello que la atención de los cerebros de campaña se esfuerce tanto por fortalecer la propia propuesta como por sembrar semillas de discordia en el equipo rival. Todo está por verse. Y a quienes se lancen al gran desafío, les tocará seducir a un electorado difícil y apático, muy castigado, inmerso en sus propias penurias y urgencias. Ese será la auténtica prueba de fuego, y quien la supere gobernará Catamarca durante los próximos cuatro años.

El Esquiú.com

Comentarios

18/2/2023 | 20:57
#149006
debe llevar en su mochila (militar) el bastón de Mariscal (General de División en el Ejército hoy) DECÍA EL GENERAL PERÓN y por eso Cristina Fernández de Kirchner estimula, infla a los afiliados, para que ellos sigan esa máxima del General Perón y se presenten como candidatos. Es como una LEY DE LEMAS TRUCHA porque estimula la participación -y el creerse capaz para ser Intendente, Gobernador o Presidente- lo que hace que se movilice el Partido y la Militancia. En el caso de CFK le sirve porque ahora comienza el operativo clamor y la lucha contra la proscripción que es una lucha contra Molinos de Viento. Luchar contra molinos de viento es una expresión de origen literario con el significado de «pelear contra enemigos imaginarios». ESO INFLAMA LA PERTENENCIA A UN EJÉRCITO FICTICIO. En el radicalismo...todos se creen capaces de ser Gobernadores...ji ji

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