Mauro Arch Quiroga, 29 años, es técnico-productor en medios audiovisuales, recibido en la Universidad Nacional de Córdoba.

Sus trabajos:
Desde el silencio a la piedra (2005)
Cuando el carnaval manda en un pueblo (2006)
Versus Christus (2006)
Autobiografía NO! autorizada (2007)
La Cruz Negra (2007)
Enajenados (2008)
Ilumina (2008)
Niquixao (2009)
El Mártir (2010)
Herida de muerte (2010)
La caja de Pandora (2010)

-¿Cuáles son tus inicios en el cine?
Estudié cine en la Universidad Nacional de Córdoba. En 2003, siendo estudiante todavía, tuve mi primer trabajo, participé en un programa de televisión infantil transmitido por canal 10 de Córdoba, llamado “Sabandijas”, donde era asistente de producción artística. Con ese programa ganamos el Martín Fierro del interior, lo que fue una muy buena recibida al mundillo audiovisual. Pero ese laburo casi me hace perder el año de la facultad y no me daba muchos ingresos, así que decidí cortar y seguir estudiando. Me recibí de técnico-productor en medios audiovisuales, cursé la licenciatura, pero llegó una instancia en la que ya no quería saber más nada y abandoné la carrera dos meses antes de terminarla.

- Y decidiste volver a Catamarca…
- Quería hacer otra cosa, decidí volver y me inscribí en abogacía. Pero pasó algo que me hizo volver a la disciplina. Mecha Díaz, la directora del programa “Recuperando la memoria”, me convoca para hacer un documental en menos de un mes sobre los vidaleros de Fiambalá. Era para un encuentro de pueblos pastores, organizado por las Naciones Unidas en Etiopía, África. Yo en ese momento no quería agarrar una cámara, pero por la amistad que tengo con ella acepté. Viajamos a Fiambalá, hicimos el documental, se lo envió y se proyectó.

- ¿Y ahí te reconciliaste con el cine?
Si, ahí me reconcilié un poco con la disciplina. A partir de mi vínculo con el programa empiezo a tener proyectos desde el género documental, que era algo que nunca me había gustado. Así que es a ellos que les adjudico haberme resucitado.
Después, empecé a trabajar en Cultura y ahí me empecé a vincular con los realizadores de acá. Al primero que conocí fue a Diego Jiménez que era mi jefe cuando él estaba en el área audiovisual.
En esa misma época otros realizadores como Gustavo Nieva, Sergio Vázquez y Juan Morán, trabajaban en un canal de tv y tenían un programa que se llamaba “El héroe”. En 2006 largan una convocatoria a todos los realizadores para que hagamos un corto con el objetivo de armar una muestra del programa. Ahí presenté “Versus Christus” que era algo que filmaba en el día y lo editaba en dos horas. En esa época sentí que volvía a producir, un poco por la iniciativa de los chicos, y otro porque quería hacer los trabajos que siempre tuve ganas de hacer. A mí me pasó algo muy particular, me gustaba mucho el terror y en la carrera de cine no es muy popular. Era algo que yo no podía hacer porque sabía que no me iban a aprobar, y en Catamarca tuve la posibilidad de realizarlos, y así fueron mis primeros cortos.

- Y a partir de ese momento no dejaste de producir…
- En el festival de 2007, hablando con los demás realizadores, planteamos la cuestión de hacer trabajos en equipo, más profesionales. Yo tenía un guión escrito de un largometraje que se llamaba “La Cruz Negra”, así que decidí tomar una primera secuencia de eso y hacer un corto con Sergio Vázquez, y lo presentamos en el festival. El género era terror, en ese momento costaba convencerlos, no tanto a los actores, sino a los técnicos de hacer ese género acá. El desafío era que asuste, al menos una parte y que no sea gracioso todo el tiempo. El equipo técnico se comprometió, convocamos actores profesionales y ganamos el festival, como mejor cortometraje, mejor actuación de todo el elenco y mejor sonido. Pero más allá de los premios, me hizo ver la respuesta del público y darme cuenta de que en Catamarca se puede soñar un poco. Es una profesión difícil pero sentí que estábamos empezando un proceso y que había que insistir hasta que lleguemos. Todavía no llegamos, pero estamos mejor que hace tres años atrás. Y desde ahí seguimos produciendo y se fue consolidando un equipo de trabajo.

- ¿Después de “La Cruz Negra” qué vino?
- Después de “La Cruz Negra” siguió “Ilumina” en 2008, que es un drama, con el que ganamos mejor guión y mejor actuación masculina. En 2009 presentamos “Niquixao”, que labura más el realismo mágico. Fui cambiando bastante, más allá de que me gusta el terror, probé, vi que me salió y empecé a experimentar otros géneros. Este año hice “El Mártir” que es un cortometraje de ficción histórica con el que participé en el Concurso de cortos “Ojos que ven” organizado por la UNCa. Ganamos y eso nos permitió ir a Buenos Aires a proyectarlo en la Sala Borges. También presentamos en El Héroe “La caja de Pandora”, que es una comedia y ganó mejor guión y mejor actuación femenina.

-En cine se trabaja mucho en equipo. ¿Cómo es esa experiencia?
-En “La cruz negra”, fui experimentando el trabajo en equipo. Convoqué a actores profesionales como Blanca Gaete, Gustavo Salcedo, y ellos, sin conocer mi laburo, aceptaron sumarse al proyecto. Y a partir de ahí, personas que empezaron siendo convocadas para actuar, al año siguiente ya eran parte del equipo.
Por ejemplo, Gustavo Salcedo sigue trabajando conmigo, después se sumó Tania Marioni, Pablo Navarro y otros. Todos somos parte del mismo proyecto, sumamos experiencias, compartimos y aprendemos del otro, hay un intercambio. Gracias a laburar con actores profesionales, aprendí mucho de dirección actoral. Los chicos que vienen del teatro aprenden sobre lenguaje audiovisual. En las cuestiones de técnica, laburé con realizadores que considero que son muy importantes y a quienes admiro a nivel profesional y personal como Diego Jiménez, Cristian Bustos, Mónica Paz, Sergio Vázquez. Más allá de lo laboral y lo técnico, creo que lo humano es lo más importante y yo siento que trabajo con los mejores y eso es algo que a mí me enorgullece.