ENTREVISTA - Héctor del Valle Aparicio

“El reconocimiento por mi carrera lo obtuve afuera”

Concertista y docente
miércoles, 23 de febrero de 2011 00:00
miércoles, 23 de febrero de 2011 00:00

Héctor del Valle Aparicio, profesor de guitarra y también concertista con más de 50 años de trayectoria, fue director durante once años en el Conservatorio.
En la decada del ‘60 inauguró ocho fiestas nacionales del Poncho junto a otros grandes artistas.
En 2007 fue declarado Ciudadano Ilustre de la Provincia por la Municipalidad de la Capital, además de recibir también el reconocimiento de la Legislastura y del Rotary Club, debido a su amplia experiencia.
Hoy por hoy agradece a Dios por ese don y está orgulloso de que el amor por la guitarra haya trascendido generaciones en su familia.

 

-¿ Qué sintió al ser reconocido tantas veces por la sociedad Catamarqueña?
Es muy buena la pregunta, pero no es tan así, especialmente acá en Catamarca. Este tipo de reconocimiento que en este momento estás apreciando en el estudio es simplemente una cosa reciente y no de mucho tiempo, porque yo de Catamarca directamente es como si nunca lo hubiera tenido al reconocimiento. No sé si es mucho egoísmo o valga también el término de envidia. Más que todo el reconocimiento lo tuve afuera, o sea, pongo de manifiesto ese dicho que dice que “nadie es profeta en su tierra” y a mí me pasa así. Lo único que quiero de Catamarca es la Virgen del Valle, y como se dice “el único enemigo es el de tu oficio” y parece que a mí me tocó muy de cerca.
Yo inauguré ocho Fiestas Nacionales del Poncho, y cuando el profesor Argerich hizo como una especie de recuento de todas las fiestas no me tuvo en cuenta para nada, y la gente me paraba en la calle y me preguntaba el por qué. Increíble, pero no se me mencionó para nada. Si yo hubiera tenido un reconocimiento de las cosas lindas que hice me hubiera sentido feliz.

-¿Y por qué cree que fue eso?
No entiendo, mejor dicho no quiero entender porque no le encuentro una explicación.

-¿Siente dolor o resentimiento por esa actitud de indiferencia hacia usted?
Sí, al principio sí, pero no vale la pena que me amargue o que gaste mi tiempo en cosas que ya han sido, es la gente, por eso no termino de entender.

-¿Y cuáles fueron las provincias que más valoraron su trabajo?
Buenos Aires, Capital Federal y La Plata, en esos lugares me abrieron las puertas y les gustaba mucho lo que hacía. Porque ahí me dijeron que yo no me parecía a nadie sino a mí mismo, que tenía mi propia personalidad como artista y eso en uno vale mucho, porque si a uno lo reconocen lo hacen por lo que soy. Esas son cosas que me hacen olvidar ciertas actitudes de la gente de Catamarca. El que mi trabajo sea reconocido por otras personas que no son de Catamarca me da mucha fuerza para seguir adelante.

- Más allá de considerar que el reconocimiento llegó tarde, ¿cómo vivió el ser declarado Ciudadano Ilustre por la municipalidad de la Capital en 2007?
Si respondo sinceramente, mi reflexión fue “por fin alguien se acordó de mi”. Porque a pesar de todos los antecedentes que tengo en el ámbito cultural y artístico, se olvidaron y pasé de largo.

-¿Siempre supo que quería ser músico?
Desde chiquito, porque directamente el primero que me puso una guitarra en la mano fue mi papá, quien tocaba la guitarra al igual que mi abuelo.

-¿Qué significa para usted que la música, en este caso con la guitarra, haya trascendido durante generaciones y que hoy sus dos hijos y su nieta sigan el sendero que usted marcó durante años?
Siento orgullo, me pongo a pensar en que este don viene desde mi abuelo y hoy en mis nietos, tengo que estar muy agradecido todos los días a Dios y a la Virgen del Valle por ese don, de tener lo que tengo y de tener la capacidad de transmitirlo sin ningún tipo de egoísmo. La verdad es que mis hijos y mi nieta en la música vuelan muy alto.

-¿Qué nos puede contar acerca de su experiencia en la docencia? ¿Tiene alguna anécdota gratificante que le haya dejado su desempeño como profesor?
Bueno, tengo muchas satisfacciones como docente, porque la primera vivencia la tuve con mis hijos. Cuando era profesor en el Conservatorio, un día los llevo a mis hijos ahí con una profesora para que les enseñe guitarra; después de tres meses me acerco a preguntar cómo andaban en las clases y ella me contestó: “Cómo quiere que anden, si sólo vinieron una vez”. Entonces cuando llegué a casa ambos me dijeron que querían que yo les enseñe y bueno, desde ahí comencé. Después comencé con distintos niveles de gente, niños, jóvenes, adultos. Por ejemplo: un día vino un señor y se presentó diciéndome que era un militar retirado de 72 años que siempre quiso aprender a tocar la guitarra, y que después de haber pasado por cuatro profesores no tuvo suerte. Entonces me dijo “usted será quizás el último”. Acepté el desafío y comencé a enseñarle, aprendió y llegó a tocar tan bien que lo felicité, y aquel que lo escuchaba también. Esto sucedió por el mes de marzo y en el mes de agosto, un día mientras me preparaba para salir, escucho en la radio que este hombre había fallecido. Sentí una tristeza muy grande pero en contrapartida la alegría de haber sido yo el que le dio con ese gusto. Esas son las cosas que a uno lo gratifican y lo ponen bien.

- En lo personal, ¿usted se autocalificaría como una personalidad del ambiente musical catamarqueño?
Sí, por lo que hago y por lo que hice, pero es una forma de decir, porque no sé si en la realidad es así. Eso depende de los medios y de la gente.

- Por último, ¿qué mensaje puede transmitir a todas aquellas personas de la tercera edad, que por algún motivo no tienen ganas de seguir adelante y se echan al olvido con la excusa de la edad?
Pienso que ante cualquier eventualidad, así sea negativa, uno tiene que pensar en positivo y seguir adelante. Uno debe seguir contra viento y marea. Lo que Dios nos dio no vuelve nunca más, y más allá de la edad seguir teniendo ganas de vivir. Yo, por ejemplo, y con esto me dirijo a esa gente, he buscado y tengo muchísimas cosas por hacer porque tantas veces pasé por la plaza y vi a la gente sentada en los bancos como si nada, como si no tuvieran qué hacer, como si estuvieran esperando el tiempo, y digo “eso no es bueno”. Hay muchísimas cosas por hacer mientras uno pueda y tenga en el espíritu el sentido de la vida y el motivo por qué vivir, hay que pensar que siempre hay alguien peor que uno.

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