Lucero Villalba Hagelstange

Expresión latinoamericana hecha pintura

martes, 25 de diciembre de 2012 00:00
martes, 25 de diciembre de 2012 00:00

- ¿Cómo está su obra hoy?

- Hoy expresa una combinación de cosas que tienen que ver con destacar mis investigaciones. Ahora estoy consiguiendo plasmar un sentido más universal en la nueva serie, la cual está despojada de un sentido étnico totalmente latinoamericano. Se ve que pude abrirme más al mundo. Encontré, y pude expresar, algunas referencias latinoamericanas que no están tan alejadas del resto del mundo. Por ejemplo, el genotipo étnico de Paraguay, Perú y Bolivia es muy parecido a los de Oceanía o Tailandia. Yo me vinculé a lo latinoamericano porque es lo más cercano que tenía, ahora me pude abrir a una información más universal.

- Somos todos seres humanos y en eso estamos unidos. De ahí las similitudes, ¿no?

- En mi último viaje a Asunción, me encontré con una relación más madura y cerrando un montón de cosas. Fue fantástico. Me di cuenta de que somos más que seres humanos. Transitamos un cuerpo, pero atrás de eso hay un ser, una energía vital que adopta la energía humana. Es un cuerpo que hay que devolver, pero en el fondo somos mucho más que eso.

- ¿Cuál es su relación con las galerías?

- Me da la sensación de que está todo mediatizado por lo económico, y eso es como vender el alma. Siempre tuve como una voz que me despertaba de eso. Yo no puedo mentir con lo que hago. No puedo repetir una imagen que fue exitosa, pese a que muchas veces, algunos galeristas, me lo hayan pedido.

-Pero se puede ser exitoso y a la vez auténtico.

- Se puede ser todo. La idea del fracaso y el éxito son dos mentiras. Son intentos personales de representar algo y de acuerdo con la sociedad puede tener un eco o no. Lo importante es ser sincero. Cuando busqué el éxito desde ese lugar, desde la repetición de una imagen ganadora en las ventas, tuve un rechazo, y me di cuenta de que cuanto más buscaba el éxito, menos lo tenía y viceversa. Lo que más triunfa es la sinceridad.

- Gran parte de su obra está en expresar el ser latinoamericano. Sus investigaciones no sólo abarcaron libros, sino que tuvo un fuerte trabajo de campo, compartiendo experiencias con varias comunidades originarias del continente. ¿En qué le sirvió esa experiencia?

- Yo quedé atrapado por relatos de antropólogos y de viajeros y no quería expresar su experiencia, sino que quería tener la mía propia. Eso requería que hiciera mis propios viajes, no con la formación académica e histórica de un antropólogo, sino desde la visión de un artista que quería desarrollar un lenguaje, para descubrirme a mí mismo y al ambiente que me rodea. Ahí descubrí un nexo y conecté con el espíritu de esos investigadores. Recorrí un amplio sector de Sudamérica. Elegía lugares inhóspitos, como el Chaco paraguayo, el Amazonas o Perú, en este caso, inspirado por (el cineasta alemán) Werner Herzog. Fue como la luz que dejaron en mí para seguir, pero yo busqué historias alternativas. De varias de estas experiencias hice algunos documentales.

- Su arte representa la pintura sacra con una impronta bien latinoamericana.

- Lo primero que descubrís en los viajes es el cambio de idiosincrasia y de ideología religiosa de la gente. Uno viene con una idea y ellos están con otra. Ahí uno se puede dar cuenta de la inserción de las dos culturas, la occidental y la originaria. Hay un sometimiento en esa historia. Pero también se produjo un hecho único en el mundo, denominado estética jesuítica guaraní, donde están fusionadas las dos culturas, con talladuras, por ejemplo, de la cara de Cristo con rasgos de indios guaraníes. Eso es increíble. No los pudieron terminar de someter. Eso da como un mensaje universal: no era ni el Dios de ellos ni el nuestro. Cada uno sube a una montaña por lugares diferentes, pero todos terminan en una misma cima. Yo soy un poco de eso, tengo intereses de diferentes referencias.

- ¿Hubo alguna experiencia que le haya sorprendido en demasía?

- Hay varias. Pero una la viví en Paraguay. Se trata de Colonia Independencia, cerca de Villa Rita. Los transportes locales no lo refieren, pero a mí me vieron con características físicas de alemán y todos me dijeron que tenía que ir ahí. Ese pueblo parece un pedazo de Alemania. Todas las calles en alemán, con la gente hablando en alemán. Mi idea era llegar a un lugar llamado Itá Letra, pero me encontré con eso. En esos viajes, vas a buscar una historia, pero te encontrás con otras diez que no imaginabas.

- ¿Qué hay en Itá Letra que le llamaba la atención como artista?

- Itá Letra tiene unas inscripciones parecidas a las ruinas vikingas, pero por el proceso de desgaste del tiempo no se sabe bien qué quieren decir. Después realicé una exposición, resignificando todo eso. Hay indios de la etnia de los Aché de pelo rubio y uno se pregunta si son de Colonia Independencia o son descendientes de quienes hicieron las inscripciones. Es un lugar muy particular.

-¿En qué momento le pone un corte a la investigación?

- El corte se hace solo. Yo lo hice de acuerdo con mi propia vivencia. Cada uno lo haría diferente, según su experiencia.

- ¿Cómo sigue su obra?

- Mi obra mejoró un mil por ciento. Me saqué de encima el condicionamiento del medio y de los galeristas. Estoy logrando que la obra fluya con una libertad mayor. Desde lo técnico artístico, mi trabajo también ha juntado un montón de cuestiones que venía investigando. Estoy en el mejor momento que jamás estuve. Espero llegar a la mejor expresión que pueda dar. La trascendencia que estoy teniendo no fue buscada, y eso está bueno.

- ¿En qué momento se dio cuenta que era un artista?

- Cuando entendí que no tenía que ser ni un pintor ni un artista. Que tenía que dejar de ser todo y vincularme con una esencia como persona, que no puede acumular nada, desde el punto de vista material. Me di cuenta que soy más que un artista o cualquier condicionamiento que se me quiera dar. Soy más que eso y lo único que puedo es dar mi vida por esto que puedo hacer. Cuanto más doy, más me vuelve. Es lo único que puedo hacer, hasta que me muera. Doy todo lo que tengo como artista, lo pongo al servicio para la emoción y la alegría de la gente.

Entrevista: Agustín Argento
Télam
 

Herencias

“En mi espalda llevo el ser de mis ancestros alemanes, pero por alguna razón vivo en Santa Fe”, dice Lucero Villalba Hagelstange, nacido en Buenos Aires en 1962. La obra de este pintor, que vivió en Alemania y Paraguay, retrata, fundamentalmente, a los pueblos latinoamericanos; pero como artista, Hagelstange tiene una particularidad: él ha convivido en los lugares más inhóspitos de Sudamérica con las culturas originarias que luego retrató en sus cuadros. “Vos vas a buscar una historia, pero te encontrás con otras diez que no imaginabas”, señaló Hagelstange.

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