Amado Montiel- Locutor en Radio Nacional

Con la pasión de la radio en el alma: 27 años comunicando

El locutor y operador de Radio Nacional cuenta sus experiencias al aire y brinda su visión sobre los medios de comunicación.
miércoles, 2 de enero de 2013 00:00
miércoles, 2 de enero de 2013 00:00

Trabajar en radio es una experiencia muy particular. Es extraño pensarlo, pero la conexión que se genera con los oyentes en el diálogo que se da día a día, es única y a través de eso (en realidad, sin querer) dejás que la gente te conozca y pasás a formar parte de su vida. Éste, sin dudas, es el caso de Amado Montiel, porque si uno menciona su nombre, seguramente que a la mayoría de los catamarqueños les remitirá a una de las voces que desde hace años nos acompaña con las noticias, la compañía y sus poesías en Radio Nacional. Un apasionado total de la radio nos cuenta cuáles fueron sus comienzos.

¿Cuándo fue la primera vez que pisaste un estudio de radio?
Fue en julio o agosto de 1983, en Radio Nacional. Era un chiquilín, tenía apenas 15 años.

¿Cuál fue la primera impresión?
Las personas, la gente… Yo de chico soñaba con la radio y la escuchaba todo el día.

¿Qué escuchabas?
Toda la programación de LV7, había pocas radios y pocos canales de televisión. Me acuerdo que se escuchaba Radio Nacional de Córdoba y Tucumán, El Club de los Fantasmas, de Chile, eran radios AM que llegaban y se escuchaban perfectamente en Catamarca

¿Qué pasó con la fantasía que vos tenías de lo que era la radio?
La fantasía uno siempre la tiene, hoy en día incluso, después de tantos años…siempre pasa que uno escucha una voz y piensa “ésa debe ser la locutora más bella”, o lo escucha a uno y se lo imagina más petiso, más flaco, más gordo… El oyente hace esa fantasía y de nosotros depende alimentarla todos los días con lo que ponemos al aire; porque el locutor, en definitiva, es un actor. Y más allá de entretener, informar y educar, que son los pilares de la comunicación, el locutor debe seducir al oyente.

Contanos…¿Cómo comenzaste a trabajar en la radio?
Yo llego a Radio Nacional a acompañar a un amigo mío, Ricardo Jerez (que desde hace 10 años es el director de la emisora) y salí de la escuela, lo busqué y ahí conocí a los estudios y todo lo que era la parte técnica. También estaba Fabián Arce, encargado de eso. A partir de ahí, comenzamos a hacernos amigos con los señores de la radio, y digo eso porque eran “señores”. Gente que venía trabajando desde hace años y con una gran trayectoria, y yo era el “pibe de los mandados”: compraba la gaseosa o pasaba el mechudo, así que era el “benjamín”. Te hacés querer y respetar, y cuando vos respetás a la persona y a la institución, se te abren todas las puertas

¿Cuál fue tu primer trabajo en la radio?
Yo soy medio poeta y ya había comenzado a escribir algunos ensayos. Humberto Jerez, en el 83 u 84, en su programa de radio, comenzó a leerlas. Yo le daba el papelito pero no las leía al aire. Así que a partir de ese momento llegaba una parte del programa en el que empezaba a sonar el “poema de Amado Montiel”, con una cortinita. Pero un día me dice “yo no te lo puedo leer más”. Y bueno…me sorprendí mucho porque yo ya tenía una audiencia que estaba esperando esa parte del programa y esa “noviecita” a quien le dedicaba las poesías, pero me dice “a partir de ahora, lees vos”. Así que me fui al fondo de la radio, empecé a ensayarlo y era de primera, de Fórmula Uno, para leer el poema… yo habré tenido 15 años, pero a pesar de los nervios, salió todo de 10.

¿Al día de hoy, te sigue dando nervios cuando salís al aire?
Sí. Para aquella persona que hace locución y no siente nada cuando está por salir al aire, es porque no siente lo que hace, porque más allá de los años que tengas, seas profesional o no, siempre aparece esa cosquillita en el estómago.
¿Cuál es la mayor diferencia tecnológica que hay ahora con respecto a esa época?
Yo hacía operación técnica, que junto a la locución es mi otra gran pasión. Había bandejas giradiscos, y con eso nos teníamos que arreglar. Antes, si vos querías buscar algo, tenías que buscarlo, era más dinámico… ahora está todo creado porque viene todo enlatado; pero en aquel momento, realmente se veía la habilidad del operador y la paciencia del locutor para trabajar de manera conjunta. Yo pasé por la época del casette y no podíamos creer la calidad del audio del CD. Más tarde desapareció el casette y el disco de vinilo, y con la computadora se simplificó todo. Ahora tenés música en un pen drive de 3 centímetros y es todo lo que hace falta. Para llegar a la información, teníamos el Teletipo. Ahí te llagaba la información de la Quiniela, los accidentes, las declaraciones de un funcionario. Hoy no hace falta porque tenemos internet y ahí está todo.

Los avances en la tecnología cambiaron las cosas…
Claro. Con respecto a Radio Nacional, es la única radio de la provincia que tiene AM y FM, pero un mp4 o mp5 no trae AM, por ejemplo, así que la misma tecnología limita el público. Antes realizar una transmisión de exteriores era extremadamente difícil; pero ahora es todo mucho más sencillo.

¿Qué pensás de los que dicen que la radio va a desaparecer como medio?
La radio no va a desaparecer, los diarios en papel, tampoco. Lo que va cambiando es la manera en que la gente los consume. Sin ir más le lejos, cuando nació la TV, se decía que la radio iba a desaparecer y eso no sucedió.

¿Qué es lo más lindo que tiene la radio?
Que desde que llegás y hacés tu trabajo, desde que comenzás a comunicar, desde el saludo y decir “buen día”, ya estás comunicando y entablando un nexo con el oyente. La radio te abre muchas puertas y a veces no sabes cuáles. Uno tiene que tener en cuenta que está hablando y todo el tiempo comunicás algo y hay gente del otro lado, por más que no te contesten con un mensaje de texto o un llamado.

¿Qué carrera estudiaste?
Soy licenciado en Trabajo Social, que es mi profesión, pero la radio es mi pasión. Yo he sido el presidente del Rotary Club Catamarca, que nada que ver… para mis hijos es normal escuchar que su papá es nombrado en la radio.
Durante muchos años hiciste un programa de recuerdos…
Sí, un día pasé por FM Open a saludar a Pepe Sanagua y me ofreció hacer un programa del recuerdo. Yo le dije ‘cómo no’, sin que lleguemos a tener una relación laboral, pero el programa estuvo al aire durante 11 años, todos los domingos a la mañana de 8 a 12. Otra cosa llamativa que sucedió en 2012 es que después de 20 años volví a conducir el programa “Arcoíris del recuerdo” de 9 a 10 de la mañana, en Radio Nacional.

¿Cómo ves a la gente que vive de la radio?
Y… son medios que lamentablemente son privados y son mal pagados. Trabajan y venden publicidad para recibir un ingreso, no tienen cobertura social. Ojalá que con la Ley de Medios se obligue a los dueños de los medios a poner a la gente en blanco y que sean empleados formales. Hay chicos que cobran $1000 trabajando 8 horas diarias y eso no corresponde.

Luego de 27 años de trabajar en radio, ¿cómo te ves más adelante?
Me veo jubilado, con nietos quizás, pero seguro que haciendo algo en radio. Un locutor puede recibir mensualmente la jubilación, pero en realidad, nunca se retira. Y a eso lo saben mis hijos Gonzalo, Gabriel y Valeria de los Ángeles, así como mi esposa, Iris Fabiana. Ellos conocen lo que la radio es para mí y saben que esto se lleva en el alma.

 

Entrevista: Natalia Lucanera
 

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