Daniel Lencina- Licenciado en Comunicación

Un catamarqueño en Colombia

Desde hace cuatro años está radicado en ese país y en esta charla cuenta su experiencia viviendo en el extranjero.
miércoles, 23 de enero de 2013 00:00
miércoles, 23 de enero de 2013 00:00

Daniel Lencina vive en Colombia desde hace cuatro años, donde trabaja para una empresa internacional. En esta charla, el joven cuenta su experiencia de vida como catamarqueño en otro país y la visión que genera la distancia, que lo ha hecho amar más a nuestro país.

- ¿Por qué Colombia?

- Mi esposa es colombiana, me fui allá por ella. En ese momento trabajaba en El Ancasti Digital y dijimos ¿qué vamos a hacer para estar juntos? Así que me fui.

- ¿Cómo se conocieron?

- En Buenos Aires. Nosotros compartíamos actividades en una ONG que trabaja en la educación intercultural, yo estaba en Buenos Aires estudiando, principalmente. Soy licenciado en Comunicación Social y estoy terminando una maestría en la Universidad Nacional de Quilmes en Ciencias Sociales y Humanidades.

- ¿Hace cuánto te radicaste allá? ¿Fue grande el choque cultural?

- Ya van a ser cuatro años. Uno siempre cuenta de acuerdo con cómo le fue y digamos que caí parado.... me fue muy bien. Colombia es muy diferente de la Argentina. El colombiano asume cosas que para nosotros son diferentes. Algo que a mí me tocó mucho es el tema de la educación, por ejemplo, acá tenemos una universidad que es laica, gratuita y de acceso irrestricto, lo que tomamos como algo natural; pero en Colombia, donde hay un orden social diferente, con una economía liberalizada, el que no tiene plata, no estudia.

- ¿Es caro?

- Carísimo. Las familias se endeudan para poder hacer estudiar a uno de sus hijos. Enviar a una persona a la universidad es tan costoso como construir una casa para la familia. Es decir, es un limitante. Nosotros tenemos asumida a la educación como un derecho, esa es nuestra concepción social....que es un derecho de los ciudadanos. Pero allá no es así y como uno va con esa idea, hay una distancia. Si te ponés a ver, es más normal lo de ellos, en comparación con el resto del mundo. Este tipo de cosas te producen desajustes y tenés que ser lo suficientemente maleable como para ajustarte a ello.

- ¿Qué tarea desarrollaste cuando llegaste?

- Cuando llegué no trabajé desde el principio. Había pedido una licencia acá, pero cuando me acomodé laboralmente allá, renuncié. Allá trabajé para una empresa norteamericana que hace cursos de educación virtual. Es una empresa muy grande que tiene asiento en Bogotá. Estuve un año en Bogotá y cuando volví a Catamarca ya estaba concursando para entrar en el cargo, así que digamos que entré desde Catamarca. Yo ya hablaba inglés, lo cual es inevitable porque la empresa lo requiere; mi jefe no habla una palabra en español...Entonces ingresé y después empecé a trabajar en una empresa que presta servicios de tecnología para otras empresas.

- ¿Puntualmente qué haces?

- Comunicación organizacional. Que estas dos fueron mis primeras experiencias en esa área, antes no había tenido....principalmente me había dedicado al periodismo y a la docencia.

- En cuanto a los cambios en la vida social, ¿qué diferencias encontrás?

- Ellos nos miran a nosotros como que somos muy fuertes y tenemos fama de ser prepotentes. Hay una idea preconcebida sobre el argentino. Pero ese preconcepto es principalmente de los latinoamericanos, no de otros países, porque tenemos una forma de dirigirnos muy directa. No tenemos pelos en la lengua y para ellos hasta parecemos groseros, porque ellos son todo lo opuesto: tienen suavidad y una dulzura en su trato con los demás. Expresiones como “si señor... no señor...qué pena contigo” (que es decir “lo siento”) son cosas importantes para ellos. Y a nosotros ese tipo de cosas nos resbalan. Los colombianos por su forma de ser son muy buscados en puestos relacionados con lo diplomático y es a causa de esta delicadeza.

- ¿Y en cuanto a lo afectivo… a las maneras de relacionarse?

- Yo veo diferencias. Por ejemplo, para nosotros es muy importante la amistad y la lealtad con el amigo, mientras que para ellos, es más importante el lazo sanguíneo... La familia es muy importante. Se reúnen, hacen causa común en distintas situaciones... La amistad no tiene para ellos la relevancia que para nosotros.

- ¿Cómo te adaptaste?

- En mi caso, siendo que hay colectividades de diferentes países, me he juntado y me he hecho buenos amigos de argentinos, aunque también me relaciono con los amigos colombianos de mi mujer.

- ¿La manera de sociabilizar es la misma?

- Sí, pero no. Por ejemplo, Copa Diplomática en la que participan representantes de cada colectividad que vive en Colombia. Sería un mundial a pequeña escala; así que participamos con nuestros amigos, hacemos asados, existe el contacto a ese nivel. Pero si bien se juntan, eso no es tan fuerte como para nosotros acá.

- ¿Qué es lo que más te costó para poder adaptarte?

- Bueno, un poco lo que te decía antes...Permitirme a mí mismo ser maleable con algunas ideas que tenía asumidas, me refiero a ver a la educación y a la salud como un derecho...y eso no es tan así allá. Lo que más me costó fue esta discusión conmigo mismo, que la tuve que tener y entender que para otra gente que tiene otro tipo de sensibilidad, estas cosas son diferentes.

- ¿Qué es lo que más extrañás de Catamarca?

- Todo. Una de las cosas que me sucedieron en mi paso por otros países, como España o Estados Unidos, y, por supuesto, en Colombia, me sirvió para amar más a mi país y especialmente a mi provincia. Te das cuenta que el mundo es tan diverso y diferente, que hay cosas que ni siquiera las tomabas en cuenta y estando afuera las notás.

- ¿Por ejemplo?

- En Catamarca hay una oferta cultural muy rica y con un costo muy bajo. Por ejemplo, el teatros...En otros países ir al teatro es algo que está reservado para ciertos estratos privilegiados. Acá iba al teatro en Catamarca, prácticamente por el valor de un seguro para el espectador. Este tipo de cosas requieren un reacomodamiento de ciertas ideas que las tuve que discutir.

- ¿Volvés a Colombia ahora?

- Sí. Vine para las Fiestas y me quedé un tiempo más. Yo estoy estudiando la maestría y hubiera tenido que regresar el 15 de enero, pero en febrero y marzo tengo que asistir a una instancia presencial de la maestría que estoy haciendo, así que cuando concluya con eso, regreso allá. La posibilidad de viajar me ha dado la pauta de cuánto amo a mi país. Hacía dos años que no venía y encontré muy linda a Argentina y especialmente a Catamarca. Argentina genera admiración en Latinoamérica y en el mundo por su belleza y es algo que desde acá no es apreciado.

- ¿Tuviste hijos allá?

- Todavía no tengo hijos, pero me imagino que será otro ejercicio de reacomodamiento y asunción de nuevas posibilidades...Quizás más fuerte que el primero, pero me veo bien en ese rol.

- ¿No te sentís nunca alienado?

- Hay días en que uno se levanta mal y lo único que quiere es irse, aunque sea caminando, al aeropuerto y tomarse el primer avión que venga para acá, pero no es tan seguido eso, porque yo tengo construida una vida allá, todo un proyecto de vida. Pero lo que te puedo decir es que encontré hermosa a Catamarca y verla a la distancia hace que uno aprecie más todo. Y a veces, el no tomar esa distancia nos hace que nos quejemos de cosas que deberíamos valorar más. Creo que tendríamos que dejar de lado la queja tan características de los argentinos, mirar para adelante y seguir construyendo este país tan lindo que tenemos.

Entrevista: Natalia Lucanera

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