Sergio "Maravilla" Martínez

El boxeo como una ciencia exacta

domingo, 24 de marzo de 2013 00:00
domingo, 24 de marzo de 2013 00:00

La voz se escucha firme, segura, sin vacilaciones. Con las mismas cualidades que suele exhibir arriba del ring, del otro lado de la línea habla el argentino Sergio Martínez, campeón mundial mediano del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), luego de derrotar en septiembre del año pasado al mexicano Julio César Chávez Jr., en un combate que tuvo en vilo a todo el país. Desde Madrid, España, donde se encuentra entrenando para afrontar la defensa del título ante el inglés Martin Murray, el protagonista dejó entrever su optimismo para lo que viene.

–Se habló mucho del estado de tu rodilla luego de la operación, ¿cómo estás realmente en lo físico para afrontar la pelea?
–Esta semana tuve una evolución bastante notable. La verdad que me vine recuperando muy lentamente, pero el trabajo que viene realizando la doctora en las últimas semanas se viene notando en estos días, y la verdad que está haciendo una tarea excepcional. La rodilla, del uno al diez, estaba en un dos, y hoy se puede decir que está en un siete y medio. La evolución fue tremenda.

–¿Para el 27 de abril vas a llegar en tu plenitud?
–Un poquito mejor incluso. Voy a llegar once puntos.

–¿La pelea con (Martin) Murray es un puente para enfrentar a un adversario de mayor estirpe?
–Si lo decís por (el estadounidense, Floyd) Mayweather, esa pelea no se va a hacer nunca. No porque yo no quiera, sino porque no hay intenciones de ninguno de los dos equipos. Pero esta pelea no va a ser un puente, Murray tiene mucho para ganar y muy poquito para perder.

–¿Vos lo ves más difícil que (Julio César) Chávez Jr.?
–En este nivel son todos iguales. Puede haber uno que golpee un poco más, o uno que aguante un poco más, otro que sea más rápido. Pero no hay grandes diferencias entre un campeón y otro, y Murray es campeón interino, como yo también lo fui en su momento.

–Tenés el inconveniente de que sufrís de insomnio, ¿cómo hacés para descansar bien ante una pelea de esta magnitud?
–En lo que es la preparación, todas estas semanas estoy tomando pastillas de melatonina, que me ayudan muchísimo. Pero después, en lo que es la semana previa al combate, es cuando mejor me siento, ya que ahí no tengo problema para dormir.

–¿De chico era más difícil vivir con el insomnio?
–Y... siempre es complicado. Depende de lo que uno haga, si te levantás temprano como ahora yo, que arranco a las cuatro y cuarto de la mañana, es bravo. Antes, cuando era chico, me iba a trabajar a las cinco y media y también era difícil. Siempre es bastante incómodo tener insomnio.

–¿Cómo fue tu vida cuando te fuiste a España, en los inicios?
–Al comienzo tuve la fortuna de conseguir trabajos, porque aquí abundaban los trabajos. Eso me daba la posibilidad de estar activo e ir sobreviviendo, como quien dice. Además, con los entrenamientos, a los que nunca faltaba, la verdad que yo estaba completo, estaba todo el día ocupado.

–¿De qué llegaste a trabajar?
–De lo que más trabajé fue dando clases de boxeo, particulares y en tres gimnasios, y en las discotecas como seguridad. Después también tuve otros trabajos como lavando copas, fregando pisos, también de camarero y hasta de barman, atrás de una barra.

–¿Como seguridad en los boliches te llegaste a pelear mucho?
–A ver... nunca tuve problemas, y cuando los tuve nadie se enteró, jaja, nadie se dio cuenta. Mirá, haber trabajado entre cinco y cinco años y medio y no tener ni una sola denuncia es todo un logro. Para eso fui bastante vivo, porque le ganaba hablando a la gente, por cansancio.

–Sergio, ¿por qué creés que el reconocimiento te llegó tarde?
–Lo que pasa es que yo comencé tarde a boxear. Todo llegó a su tiempo, y el reconocimiento llegó en el momento que tenía que llegar. No hubiera sido justo tener un reconocimiento antes de la carrera que hice después. Además, prefiero toda la vida que sea de esa manera, que llegue el reconocimiento a los 35, 36, 37 años, y no que llegue a los veintipico, y después a los 36, 37 estar deambulando por los rings.

–Puntualmente, ¿tomás el boxeo como una ciencia exacta?
–Intento que sea lo más parecido a una ciencia exacta. Sé que es una ciencia contemporánea, por supuesto. Pero hay que tratar de que las variables sean mínimas, de que las sorpresas no aparezcan, de que las casualidades no existan. Y tratar de llevarlo lo más cercano a la matemática posible.

–¿Cómo sería eso en tu cabeza, cómo lo planificás?
–Mediante una buena estrategia, aplicando el criterio que yo manejo, que no digo que sea el mejor, simplemente que a mí me funciona. Mediante trabajo de achique, o ampliación de espacios en el ring, amagues, trabajos de velocidad. Poniendo señuelos, como digo yo, para que el rival vaya mordiendo los anzuelos. Una vez que él vaya mordiendo los anzuelos, se puede decir que él va a trabajar dependiendo de lo que yo vaya haciendo. Es decir, el rival va a terminar haciendo lo que yo quiero. Eso es más o menos la matemática.

–¿Un anzuelo perfecto hubiera sido lo que hizo Jorge “Locomotora” Castro ante David Jackson, en diciembre de 1994?
–Exacto, eso es lo más perfecto que pudo haber pasado. Similar a lo que le pasó a (el estadounidense, Paul) Williams conmigo, que él buscó la cabeza, buscó mi cara, y se olvidó que venía una mano por el otro lateral.

–Aquí en Argentina hay mucha repercusión por cada cosa que tenga que ver con vos, ¿te sentís ídolo?
–Cuando vaya a la Argentina la semana previa a la pelea, tal vez asuma el rol de que soy un poco ídolo. En esos días tomaré la conciencia justa, porque estando lejos no me entero. Más que nada es por lo que escucho de los periodistas.

–¿A quién mirabas de chico?
–Uh, cuando nací prácticamente ya se miraba boxeo en mi casa. Recuerdo peleas de (Ray “Sugar”) Leonard, (Tommy) Hearns, (Wilfredo) Benítez, (Roberto) Durán. Eran parte de la familia. Después cuando empecé a boxear empecé a mirar a (Carlos) Monzón y (Muhammad) Alí. Traté de robarle, un poquito a todos para aprender a boxear.

–¿Nunca sentiste miedo?
–Sí, se siente miedo pero no al rival. Quizá cuando me pegó en el primer asalto (el estadounidense, Kelly) Pavlik en la frente sentí un poco de miedo, o de terror. Pero no hay miedo al otro.

–Tu exentrenador, Gabriel Sarmiento, dijo que lo traicionaste. ¿Alguien miente en esta historia?
–Decime quién habla del exentrenador de Vélez, o de San Lorenzo. Él es mi exentrenador, y es historia. Hoy estoy trabajando con el segundo mejor entrenador del mundo, Pablo Sarmiento, y primero salió elegido (el estadounidense, de origen mexicano) Robert García. Tengo un rincón de lujo, y me parece una falta de respeto que haya salido mi exentrenador a colgarse de este tren. Me parece lamentable de su parte. Nadie se acuerda quién es el anterior entrenador de Arsenal de Sarandí por ejemplo, entonces si le damos lugar a mi exentrenador vamos a llegar a un punto que no conduce a nada.

Adrián De Benedictis
Página/12

 

“No creo que yo esté arriba”

- Para la pelea en Vélez se esperan cerca de 40 mil personas, ¿cuando estás arriba del ring podés percibir el entorno o te enfocás en el rival?
–Al momento de llegar al ring, en esa caminata, y luego en las presentaciones, intento disfrutar ese momento, porque es un momento único. Y casi siempre se puede decir que tengo noción de todo lo que pasa, de la gente que está alrededor. Después cuando empieza el combate sólo escucho las palabras de Pablo (Sarmiento), mi entrenador.

–Y desde arriba del pedestal, con la fama, los medios, y haber bailado en lo de Tinelli, ¿cómo ves todo desde ahí arriba?
–No creo que yo esté arriba, lo veo como algo pasajero, divertido. Es prácticamente un juego. Hace poco me preguntaron qué se siente haber llegado, y respondí con un chiste que había escuchado: la verdad que cuando llegué no había nadie, así que regresé, ja, ja. Pero en serio, no siento haber llegado a ningún lado.

–¿Te sorprendió la designación del papa argentino?
–Me sorprendió gratamente. Creo que a los argentinos nos va a hacer bien. Siempre es bueno creer en algo, y esto es muy positivo para los argentinos, porque es un hombre que llegó a lo más alto que se puede llegar en la Iglesia.

–¿Vos sos creyente?
–Tengo mis creencias, pero no tengo religión.

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