Cara a cara

Catamarca ya tiene quién le de sangre

Hoy: Enrique Ocampo (h).
domingo, 8 de julio de 2018 00:00
domingo, 8 de julio de 2018 00:00

Al momento de la entrevista (viernes pasado) nos contaba que estaba participando de las elecciones internas del Colegio de Bioquímicos de Catamarca. Ayer se conoció que fue electo –una vez más- presidente de la institución. Nos atendió en su despacho de Prado 333, allí mismo donde su padre Enrique “Tito” Ocampo fundara una fuente de trabajo y una institución de prestigio en favor de la medicina, que es decir en favor de la vida. Tiene un profundo sentimiento de pertenencia con Catamarca. Se le ponen los ojos brillosos, casi al borde de las lágrimas, cuando habla de su papá, ese que supo ganarse un lugar destacado  entre los buenos. No descarta incursionar en la vida política partidaria de la provincia. El Cara a cara de este domingo propone conocer quién es y cómo piensa Enrique Humberto Ocampo (h). Bioquímico, para mayores datos.
  -La elección de ser bioquímico: ¿es una decisión personal o tuvo mucho que ver su padre?
  -Recuerdo que cuando era muy chico mi papá tenía el laboratorio en calle Caseros 437, entre Prado y Esquiú y yo lo veía trabajar todo el día. La puerta del laboratorio, por aquél entonces, daba directamente con la casa, y para ir a verlo tenía que entrar al laboratorio. De esa manera me fui familiarizando con ese lugar y, digamos, le fui tomando el gusto al laboratorio. (Visiblemente emocionado) Todo esto me hace acordar a mi papá…su imagen, su dedicación. Diría que ahí comencé a ver lo que era la bioquímica, siempre me gustó y traté de imitarlo a mi papá.
  -¿Había pensado en otra carrera o no hubo posibilidad alguna de una alternativa?
  -La verdad que no: siempre quise ser bioquímico. A pesar que no tuve ningún tipo de influencia porque ni mamá ni papá nunca intentaron influir en la decisión de ninguno de los cuatro hijos, nunca se me pasó por la cabeza la elección de otra carrera. Todos teníamos la posibilidad de una libre elección. Es más: cuando me fui a estudia r y luego hacer la residencia en Buenos Aires, mi idea era volver siempre a Catamarca.
  -¿Alguna vez su padre trató de influir en la preferencia política, más precisamente ser peronista como era él?
  -No, tampoco. Es frecuente escuchar, por ejemplo, que somos de tal o cual equipo de fútbol, “porque mi papá es de ese club y me hizo simpatizante”. En mi caso, a pesar que pude haber votado a un candidato presidencial que no era justicialista porque creía en la persona, yo soy peronista. En este sentido sí puedo decir que es algo que hemos seguido los pasos de papá. Si soy hincha de Boca y justicialista, es por él.
  -¿Recuerda el día que su padre les informó que iba a ser candidato a senador por la capital?
  -Es una cuestión que la decidió con mi madre, antes de avisarnos a los hijos. Sabíamos que a él siempre le gustó la política y que tenía una admiración especial por Vicente Saadi. Por supuesto que todos apoyamos su decisión cuando aceptó ser candidato a senador.
  -¡Cuántas virtudes podría contar de su padre!
  -Fue un hombre muy justo en todas sus decisiones y en todos sus y en todas sus actitudes. Era de esos padres que había que escuchar cuando hablaba, porque teníamos el convencimiento que eran razones las que decía. A la hora de darte un consejo uno lo escuchaba y se quedaba con un pensamiento: “tiene razón”. Esa creo que fue una de sus mayores virtudes, además de su manifiesta predisposición para ayudarnos a todos. A pesar de sus obligaciones, él siempre estaba presente. Cuando él comenzó a trabar bien ayudó mucho a sus hermanos; algunos estaban estudiando y otros, por esas cosas de la vida, estaban necesitando una ayuda.
  -Al margen de la actividad política en el Colegio de Bioquímicos, ¿piensa en incursionar en la política partidaria?
  -En lo que respecta al Colegio de Bioquímicos no es la primera vez que voy a participar en una elección interna. Ya fui varias veces presidente de la institución y a nivel nacional estuve como protesorero y actualmente soy vicepresidente de la Confederación Unificada de Bioquímicos de la República Argentina. En cuanto a la política partidaria, es probable que sí, que alguna vez me interese ser candidato a algo. Siempre en el marco del Partido Justicialista, indudablemente. Seguramente se trata de una decisión que primero hay que hablarla con la familia, pero la idea de participar en política está.
  -¿Cree necesario una renovación en los cuadros directivos de la política?
  -En todos los órdenes de la vida la renovación es buena. En Catamarca hay mucha gente que sería interesante que esté en la política. Resta permitirle la entrada a la política a esa gente, porque hay quienes tienen algunas ideas renovadoras. Cuando alguien está en un cargo mucho tiempo, es como que en determinado momento entra en una situación de letargo –casi como unas vacaciones- y lo que hacía cuando recién ingresó en la actividad no es lo mismo  hacerlo diez años después de la misma manera, con la misma intensidad y dedicación. Esto, en política, ha quedado evidenciado en más de una ocasión.
  -Si se diera la posibilidad en un futuro de ocupar un cargo político expectante, ¿qué haría para mejorar algo en Catamarca?
  -Primero, y por sobre todas las cosas, conocer y analizar la situación en profundidad a través de un correspondiente estudio. Hoy por hoy, sin duda, se me ocurre que hay que pensar en dar mayor trabajo a la gente. Hay que buscar el camino y las herramientas para incentivar a la gente a que trabaje. Porque un país que no tiene posibilidades de darle trabajo a su gente, es porque algo está fallando. A todo esto digo que no me parece mal el tema de la existencia de los subsidios, pero un subsidio tiene que ser avalado por un trabajo. Hay que trabajar para mejorar el país. No quiero un país en el que mis hijos no tengan las posibilidades de crecer a través del trabajo. Yo tuve suerte: pude seguir una profesión y puedo decir que estoy bien. Pero uno no sabe qué les puede deparar la vida a nuestros hijos, y hablo de los hijos de cualquier ciudadano. Seguir dependiente únicamente del Estado tiene sus ventajas y sus desventajas, pero entiendo que es fundamental que uno pueda valerse por sí mismo, de manera independiente. No se puede depender de por vida solamente del Estado, simplemente porque va a llegar un momento en que la provincia no va a poder dar más.
  -“Laboratorio Ocampo” se ha constituido en una verdadera fuente de trabajo.
  -Es así. Tenemos 27 empleados. Hay empleados con una antigüedad de 20 o 30 años. Incluso hubo quienes ya se jubilaron aquí. Ajora tenemos gente nueva, joven y queremos que estén todos contentos con lo que están haciendo. En realidad, necesitaríamos más empleados, pero con la situación de crisis que vivimos se hace un poco complicado. 
  -Si le decimos el apellido Lejtman, ¿es algo más que una competencia?
  -Totalmente. Conocí al padre, a Abraham, y era una persona extraordinaria. Hubieron tres bioquímicos queridos y respetados: Abraham Lejtman, “Chichino” Gallo y mi papá. Fueron los pilares de la profesión en Catamarca. En la actualidad, quedaron al frente del laboratorio (Lejtman) Rubén y Néstor. Con ambos tengo una excelente relación y espero que de por vida sea de esa forma.
  -¿Qué cambiaría de la Obra Social de los Empleados Públicos (OSEP), con quien el Colegio de Bioquímicos siempre tiene conflictos?
  -Antes que nada, la gente debe tomar conciencia que la OSEP es una muy buena obra social, con una cobertura que no la tienen las pre-paga. Hace poco estuve reunido con el Dr. (Julio) Cabur por cuestiones relacionadas con el Colegio de Bioquímicos y vi la cantidad de gente haciendo cola; se trata de una obra social que atiende al 70 o 80 % de la masa trabajadora. Hay que cuidarla y, por supuesto, tratar de mejorarla día a día a nuestra obra social. Creo que la OSEP tiene que recibir la plata que le corresponda en tiempo y en forma; de esa manera evitaría muchos inconvenientes.
 

El padre, un bueno entre los buenos 

Los fríos números del almanaque dirán que una madrugada del 26 de mayo de 2018 falleció Enrique Humberto Ocampo, el “Tito” de la gente. Ya le había hecho frente durante muchos años a la adversidad de una enfermedad cruel, como todas las enfermedades. La noticia se hizo masiva en pocas horas. Será porque el profesional de la medicina  desaparecido físicamente formaba parte de  ese lote privilegiado en el marco de la consideración pública de los “hombres buenos”. La sociedad catamarqueña perdía a un ser querido. De vez en cuando, la política convoca a referentes prestigiosos de la comunidad, dejando de lado a los tradicionales “hombres de la política”. Tal es el caso del Dr. Enrique Ocampo, que en el año 1987 acompañó la fórmula ganadora Vicente Saadi-Oscar Garbe, para ser electo senador por la Capital. Cargo en el que se desempeñó hasta 1991. A los 83 años, una mañana de mayo y después de más de medio siglo de ejercer la profesión de bioquímico, Catamarca comenzaba a decirle “adiós y gracias por todo” a alguien que supo ganarse el respeto y el cariño de manera unánime. Así, con la emoción a flor de piel, lo recuerda su hijo que lleva el mismo nombre: “Te diría que, como padre, nunca lo vi enojado, nunca. No supe lo que es un enojo de su parte…y mirá que en mi niñez era terriblemente travieso; la que ponía más autoridad era mi mamá cuando éramos chicos. Recuerdo su figura siempre trabajando. Se levantaba a la cinco de la mañana y salvo pequeña intermitencias, estaba en el laboratorio hasta las 21,30. Eso era de lunes a lunes. Porque los días domingos, si alguien lo buscaba porque necesitaba de sus servicios, lo atendía y jamás se negó a hacerlo. Y sea la hora que sea. Salía con su maletín blanco, una caja de madera, y se iba a sacar sangre a domicilio, sea el día y la hora que fuere. Siempre estaba. Atendía a mucha gente que no tenía obra social o que le decía “doctor, después le traigo la orden”. Nunca tuvo  problemas para atenderlos a todos. Lo recuerdo también, y de manera muy especial, cuando llegaba el Día del Niño. El salía y compraba bollitos y juguetes y los repartía en distintos lugares. Y lo hacía en silencio, sin hacer publicidad alguna”. Más adelante, nuestro entrevistado se refiere a otro tramo de la vida de su padre: “él amaba la política. Pero después de haber estado como senador de la Capital, se enfermó de una colitis ulcerosa, con lo cual comienzan sus problemas de salud. Evidentemente eso gatilló una serie de sistemas en el organismo hasta el punto que posteriormente es alcanzado por una enfermedad que lo deja sin movimiento desde la cintura para abajo, por lo que desde ese momento se manejó en silla de ruedas. De esto hará unos diez años atrás. Aún en ese estado, seguía firme trabajando en el laboratorio: atendiendo, apoyándonos. Volviendo a la cuestión política, de algo estoy, y estamos todos en la familia, seguro: nunca fue su intención meterse en política para ganar dinero. Estoy convencido que puso más dinero de lo que ganó en la política. Yo ya estaba trabajando en el laboratorio y veía de qué manera mi padre ayudaba a mucha gente que venía porque no tenía ni para comer”.

En pocas palabras

 -Nombre y apellido: Enrique Humberto Ocampo.
-Edad: 54 años.
-Casado: con Cecilia Mazzuccelli.
-Hijos: Ana Sofía, Ana Constanza, Juan Ignacio y Lourdes María.
-Padres: Enrique Humberto (f) y Antonia del Carmen Mandatori.
-Hermanas: Mariela del Valle (alergista), Viviana Inés (oftalmóloga) y Ana Karina (bioquímica).
-Amigo de la infancia: Jorge Filippín (f). “Mi mejor amigo. Le decíamos “Papucho”. De la esquina de Caseros y Esquiú. Me recuerda también a “Cachacho” Ahumada” (f).
  -Club de fútbol: Boca Juniors
-Un ídolo: Una vez que vino Boca mi papá me llevó al Hotel de Turismo y tenía la foto con algunos jugadores. Nunca me olvido de (Norberto) Madurga y (Silvio) Marzolini. Me gustaba mucho Antonio Roma. ¡Qué época!
-Estudios: En “La Quintana”, hasta segundo grado (“me cambiaron por mal comportamiento”). Completó la primaria en la “Fray Mamerto Esquiú”, Colegio Nacional (“Terminé de primer escolta”) y Universidad Nacional de Córdoba (“Me recibí de bioquímico a los 21 años”).
  -Una personalidad con la que le gustaría hablar aunque sea solamente 10 minutos: (sin ocultar la emoción) “Con mi papá, ese gran amigo… y con Diego Maradona, para preguntarle ¿qué te pasó? Por qué cayó en lo que cayó. Me dolió mucho verlo como lo vi en el mundial”. 
-Un político: Raúl Alfonsín. Me gustó, a pesar que soy peronista.
-Profesional de la medicina: Antonio Daud (f) y Salomón Levi.
-El mejor fin de semana: En casa, con mi esposa y mis hijos.
 

Por Kelo Molas

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Comentarios

20/7/2018 | 19:54
#149006
Ese año y medio que estuvo en la escuela Quintana, entre seis y siete años me alcanzó para conocer un gran ser humano y desde hace tiempo un gran profesional. Un gran heredero de otro grande, la humildad y el profesionalismo en el mas alto nivel. Lo de mal comportamiento debe ser el chiste mas grande: un fuerte abrazo Enriquito.

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