Se sabe: la vida de los artistas tiene sus riesgos, pero Miriam Lanzoni llevó esta idea a las últimas consecuencias. Porque, por “darlo todo'' frente a una posibilidad de trabajo en México, Miriam casi queda privada de su libertad, a horas de volver a la Argentina junto a su novio.

La actriz le contó a Juan Etchegoyen los momentos de alta tensión que atravesó en el aeropuerto del DF cuando las autoridades aeroportuarias le encontraron un arma en su equipaje a minutos de embarcar.

“Tuve un casting en México donde necesitaba un arma y una persona que me ayuda allá, Miguelón, me consiguió la réplica idéntica”, empezó Lanzoni su relato en Mitre Live, donde contó los detalles del insólito episodio.

“´Necesito algo que se parezca real´, le dije a esta persona y me lo consiguió, vos el arma lo ves y es idéntica, con cargador y todo”, siguió. Pero los problemas empezaron a la hora de volver, ya que por una distracción, en vez de devolverla le quedó en la cartera.

Ella había guardado el artefacto de utilería, pero durante la charla camino al aeropuerto se le pasó y quedó en su poder. ”Empecé a hacer los trámites para viajar, y cuando llegué para embarcar, puse todo sobre el scanner”, siguió.

En ese momento, cuando pasó todo por ahí y quiso agarrar sus cosas, le dijeron que no podía tomar el celular. “El trato empezó a ser otro”, recordó, y dijo: “Volvieron a pasar mi maleta y pensé que eran los maquillajes, o un perfume que me iban a sacar”.

“Me preguntaron si estaba llevando un expansor de zapatos y le dije que no, veo que se hablaban entre ellos, se ponen guantes, y sacan un arma de la mochila; no podía creer lo que estaba pasando”, agregó Miriam.

“Quería contarles la verdad y no me dejaban, me empezaron a tratar como un delincuente, es obvio que el que conoce de armas se daba cuenta que era una réplica pero era muy idéntica, me empecé a poner intensa de los nervios”, dijo.

Y añadió: “En un momento había como quince personas, ahí me asuste porque un tipo viene y me hace preguntas y me dice el procedimiento que quizás teníamos que ir a la comisaría. Se pusieron a debatir qué hacer conmigo”.

“Tuve pánico de ir presa, miedo no, pánico: uno no controla cuando se vuelve tan injusto”, confesó. Finalmente, el asunto lo resolvió un perro: “Vino uno de estos que huelen narcóticos, se dieron cuenta que era una réplica y me dejaron ir”.