Diario de rodaje - Día 1

Con los bolsos armados y el equipo preparado, comenzamos a desandar las primeras huellas de este camino, colmados de ansias y expectativas.

La quebrada de La Cébila se alza altiva, como desafiándo a adentrarnos en esta vasta geografía catamarqueña, pero la mágica llanura en la que encauza su intrincado recorrido de curvas y vaivenes nos recibe con su viento norteño y nos invita a continuar nuestro recorrido.
Ya cayendo la tarde, y con un sol chuschudo y esquivo, nos detenemos a hacer las primeras tomas del día justo ahí donde los pliegues arenados enmarañan y apaciguan la superficie del suelo, formando un juego visual laberíntico y caprichoso. Aquí la tierra es más agresiva, más colorida, más audaz. Sus tonos rojizos se animan a contrastar un cielo vigorosamente celeste que logra mezclarse, de a soplos, con nubes pasajeras.

El viento silba y acompaña la caminata del equipo sobre las lomadas. Pablo y su bicicleta estrenan el terreno desde lo más alto y levantan las primeras bocanadas de tierra, llevándose así, tras continuas corridas en busca del sol, los minutos inaugurales del ocaso.
El atardecer nos sorprendió con una gran fuga de colores que teñían las nubes más bajas, pero la noche nos sorprendió en Fiambalá, donde unos problemas mecánicos nos alarmaron por unos momentos (a modo de pago, tal vez, por el espectáculo politonal y escandaloso en el cielo de esa tarde).

El día termina ya, con una sobremesa donde las palabras, miradas y vivencias se cruzan aguardando, expectantes, el día de mañana.

Laura Aroca (Prensa de Adobe Extremo)