Amigos todos:
Somos actores y partícipes de esta solemne ceremonia de dar sepultura y despedir con palabras del corazón, los restos mortales de un ciudadano y amigo, el periodista de largos años de brega en el exigente oficio de escribir con tinta de imprenta, cuanto acontece en la vida nuestra de cada día, por todos conocido por el nombre de don Samuel Mohaded.
Un Samuel oriundo del departamento político de La Paz, donde entregara su alma a Dios una tórrida tarde de verano, nuestro ínclito fraile franciscano, Fray Mamerto Esquiú, en exigente proceso vaticano de reconocimiento y proclamación a todo el mundo cristiano, de sus cristalinos carismas de Santidad.
Un verdadero Santo de Dios, a quien Samuel Mohaded rendía tributo de seguimiento y admiración, y con quien a buen seguro, hoy comparte las mieles del cobijo y consuelo en el Cielo, del Amor de Dios Nuestro Señor.
Amparo y consuelo bien merecido, por la cruz de sus terribles dolencias pulmonares, producidas de a poco, cigarro tras cigarro, paquete tras paquete, mientras escribía sus notas periodísticas y sus nervios puestos de punta no le daban cuartel.
Bien está que traiga de recuerdo en esta ceremonia, los nombres muy queridos de todos sus hermanos, y sobre todo de sus queridos progenitores, a quienes mucho amaba, don Salim Mohaded y doña Warde Karbe, y recalco, sus hermanos Alfredo, Julio, Daniel y su hermana niñita, de nombre Anita.
Samuel Mohaded tenía una aspiración en mente: escribir como mejor pudiera un libro de memorias. Comenzó a hacerlo... seguramente quedó inconcluso, por causa del enfisema pulmonar que no le daba tregua alguna.
En esta mañana de la primavera, que nos sostiene y alienta de 2010, rogamos al Señor de todo Consuelo que le abra las puertas de su corazón de Padre y Amigo, y sobre todo que sostenga y aliente a esa gran mujer que fue la compañera y esposa, doña Raquel Nieves Negrete, su hija Yanina y demás familiares. ¡Paz y consuelo!

Luis Alberto Cárdenas