Correo de lectores

Controversia médica

Un análisis sobre donaciones y transplantes de órganos.
lunes, 16 de agosto de 2010 00:00
lunes, 16 de agosto de 2010 00:00

Sr. Director

Tanto a nivel local como internacional, se difunde constantemente la importancia de donar órganos, células y tejido vivo para salvar a otras personas. Dentro de este escenario, concretamente en el área del trasplante hematopoyético, se ha generado un nuevo foco de controversia: la donación de células del cordón umbilical a un banco público, frente a la contratación de un servicio privado para preservarlas en el futuro.
Mientras que en la primera opción el objetivo es poner ese material a disposición de la comunidad, en la segunda la idea es mantenerlo en caso de que dentro de la familia se presente un problema de salud. La utilidad de las células del cordón, en esta última variante, es hipotética y, por el momento, carente de comprobación.
Por su parte, los bancos públicos suelen ser organizaciones emplazadas en un hospital o bajo un programa gubernamental, cuyo fin es reunir una cantidad de unidades de células del cordón suficientes para dar soluciones a la población que las requiera para un trasplante.
Donar células a un banco público es un acto altruista, que mantiene un sistema solidario que sale de la sociedad y vuelve a la sociedad. De este modo, se da respuesta a quienes, ante cierta situación médica, carecen de familiares que sean compatibles para, por ejemplo, un trasplante de médula ósea, y las búsquedas para hallar un donante en la red internacional de bancos públicos de sangre de cordón, tal como el que funciona en el Hospital Garrahan, son coordinadas localmente por el INCUCAI.
En síntesis, a partir de que “a cualquiera le puede pasar” o bien que “nos puede pasar a nosotros”, se dividen las aguas entre la donación pública y anónima de células del cordón umbilical y la preservación para uso propio. La vocación de servicio y de ganas de ayudar es, sin duda, uno de los principales motores de quien decide recurrir a un banco público.
La práctica de donación está regulada por estrictas normas internacionales, desde el punto de vista bioético, y por diversos procedimientos de laboratorio, necesarios para asegurar la calidad de las células.
En ocasiones, parejas ante una situación límite –la enfermedad de un hijo– toman la decisión de preservar las células de un hermanito en camino o de tener un nuevo niño para usar su material genético y soslayar la patología.
Este es un caso puntual y muy infrecuente, en el cual la preservación de células para uso dentro del ámbito familiar tiene una justificación concreta. Pero en el resto de los casos, cuando no hay hermanos con enfermedades neoplásicas, las razones son especulativas y se encuentran influidas por la publicidad estudiada y engañosa de algunas empresas.
Además se desconoce si las células preservadas que se congelan durante tantos años van a servir cuando se descongelen. Las empresas apuntan a enfermedades que ese recién nacido podría tener recién cuando sea viejo. Pero no sabemos si luego de 40, 50 o 60 años, van a tener alguna utilidad.
Es muy importante que los médicos –obstetras, pediatras o hematólogos–, libres de cualquier conflicto de interés, informen a las parejas sobre las opciones, para transparentar el proceso y para permitirles obrar de acuerdo con su propia voluntad.

Dr. Gustavo Daniel Kusminsky

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