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Día Nacional del Tango

lunes, 10 de diciembre de 2012 00:00
lunes, 10 de diciembre de 2012 00:00

Como todos los 11 de diciembre de cada año, celebramos el Día Nacional del Tango, instituido a partir de 1977 por la casual coincidencia de que, precisamente un 11 de diciembre, aunque en diferentes años, hayan nacido Carlos Gardel y Julio De Caro. Y aquí se cumple el axioma que dice: “La casualidad no existe”, ya que ambos estaban predestinados a cambiar el Tango: Gardel en su aspecto cantable y Julio De Caro en el modo de interpretarlo instrumentalmente. 11 de diciembre - Día Nacional del Tango - para el tanguero los 365 días del año.
El tango es efecto de suave ondulación, con ritmo acompasado y atrevido. El tango no se baila a voluntad y con rigidez. En la actualidad gran parte de los bailarines se apartan del compás, haciéndolo mecánicamente. Simplemente caminan como se lo enseñó el profesor, olvidándose del ritmo y de la melodía. El tango se baila y se escucha. Por ahí dicen “tango para escuchar” pero no es así, lo escucha quien lo quiere escuchar y lo baila quien lo quiera bailar. Lo que ocurre es que en otros tiempos las orquestas se presentaban en amplias pistas. Sonaba la orquesta y hasta los mozos dejaban las bandejas. En la actualidad en salones reducidos resulta cómodo quedarse sentados y gustar de esta hermosa música. Todo lo cantó Homero Manzi. Sus sentimientos, su ternura, su ayer, sus barrios, sus hombres... y sus tangos. Además, hay una influencia negativa de aquellos que están mostrando al baile como una acrobacia. Si al tango hay que caminarlo, nada más.
La música popular que identifica a los argentinos -el tango-, ha sido objeto de muchos estudios por parte de prestigiosos historiadores y musicólogos que se han basado en la poca información que se tiene de los comienzos, que es muchas veces confusa e incompleta para conformar una cronología histórica bastante aproximada a la realidad. Además, los primeros protagonistas del tango fueron músicos sin ninguna formación técnica. Tocaban, como se dice vulgarmente, “de oído”; además de no estar capacitados para pasar sus creaciones al papel pentagramado. Estas circunstancias impiden tener hoy distintos testimonios que permitan reproducir, de alguna forma, lo que se tocaba, y por ende se escuchaba, en aquellos tiempos en que el tango esbozaba sus primeros garabatos sonoros.
Jorge Luis Borges fue un detractor de Gardel. Borges dijo que con él, el tango había sido amariconado. En realidad, Borges fue un tenaz defensor del tango primitivo; con flauta guitarra y violín. “No me gusta ese tango que se hizo especialmente para Gardel, donde su letra sentimental expresa la queja de un tipo porque lo dejó su mujer, y termina en un sollozo... no me gusta ese tango. Me gusta más que el tango sea compadre y Gardel es todo lo contrario. En ambiente de malevos ningún hombre se quejaba de que una mujer lo hubiera dejado. Un hombre que piensa cinco minutos seguidos en una mujer no es un hombre, es un maricón”.
Jorge Luis Borges fue muy amigo del caudillo Paredes que debía un par de muertes y protegía a Evaristo Carriego. Época de personas muy sobrias. Si había problemas por mujeres, se entendían entre hombres, posiblemente a cuchilladas. El problema no era quejarse, para ellos lo mismo daba una mujer que otra.
Lamentablemente el nuevo milenio encontró al tango disminuido en sus posibilidades de mostrarse. La televisión dejó de darle pantalla. Además son mucho menos los reductos donde supo brillar. En nuestra provincia por ejemplo son algunas audiciones radiales que siguen difundiendo en espacios especiales la música ciudadana, como ser los Sres. Alberto Lucanera, El Dr. “Guillo” Barrionuevo, y quien esto escribe en FM Radio Provincia con sus grabaciones. Y también las giras de grupos tangueros por el exterior, ya que el tango sigue cautivando a los públicos de Estados Unidos, Japón y buena parte de los países europeos, menos en nuestro país, donde siguen predominando los ritmos extranjerizantes.
La historia nos cuenta que poco a poco el tango fue extendiendo sus fronteras más allá de los ambientes de marginación y prostitución. Los trabajadores comenzaron a tararear sus melodías, llevarlas a las fábricas y luego a sus casas, y así se fue extendiendo este mensaje sonoro. Faltando veinte años para que finalice el siglo diecinueve, el Tango ya se puso de pie. Sus ocasionales adversarias: la milonga y la habanera ya no le hicieron sombra. Lo que comenzó siendo casi una expresión de dolor y soledad de los seres más postergados e irrelevantes, fue extendiendo sus alas para cobijar a todos, quienes desde la alegría o la tristeza , se prestaron a emocionarse con una sucesión de sonidos melancólicos y cadenciosos, que ya tenían nombre propio: TANGO.

Mario Alonso
 

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