Correo y opinión

Pa’ lante, Comandante

lunes, 11 de marzo de 2013 00:00
lunes, 11 de marzo de 2013 00:00

“A los que desean mi muerte les deseo mucha vida para que vean los triunfos de la Revolución Bolivariana”.
Esta frase del presidente Chávez pone al desnudo la cruda realidad venezolana y latinoamericana. Los que querían su muerte, y que por su forma de combatirlo colaboraron a acrecentar su imagen, y, por otro lado millones de jóvenes que transportan sobre sus hombros su féretro con sus ideales y esperanzas de un mundo mejor.
Igual que a Fidel, Chávez fue sepultado en vida por la derecha reaccionaria demostrando su intolerancia y odio visceral por quienes piensan en la definitiva independencia de América Latina. El Che había pregonado hace muchos años por el “hombre nuevo”. Muchos se rieron. Hoy ya podemos ver algunos resultados.
En efecto, la convicción de la política como servicio para transformaciones profundas con total desprendimiento de lo personal y al servicio del bien común, caracterizaron al comandante Chávez, Y esto lo inmortalizará.
Las críticas burlonas e hirientes para desprestigiarlo demuestran que las clases dominantes no entendieron lo que significa que un líder esté hecho carne en su pueblo. Además esta forma de hacer política ya es conocida y fue practicada en muchas ocasiones. El eslogan de “Viva el cáncer”, está a la vista que nunca dio resultado.
Hoy Latinoamérica tiene otro ejemplo a seguir, sumándose a aquellos que dieron su vida por la Patria Grande, que ya va tomando forma.
Hace 50 años, una pequeña isla se abatía por subsistir y los mismos que ahora pronostican derrotas, tuvieron que simular sepelios anticipados que no se concretaron. Hoy cometen el mismo error político desesperados por el avance de las causas populares.
La muerte de un líder es sin duda dolorosa, pero su fructífera siembra cosechará millones de nuevos combatientes que se suman a la lucha por la causa de la patria grande independiente. El imponente sepelio crispa los pelos del gorilismo. El pueblo en las calles, además de acompañar, envía un mensaje de advertencia. Está dispuesto a defender sus ideales y conquistas logradas gracias a su líder, junto a los mayores de nuestra América, Chávez contempla cómo la revolución se consolida de norte a sur.
Los mediocres dirigentes del desahuciado neoliberalismo en crisis terminal, pasarán a la historia sin pena ni gloria y nunca verán su efigie en una bandera o en el pecho de un joven festejando las conquistas sociales y políticas por venir. Con el dolor de la pérdida pero con la fuerza de las convicciones intactas, decimos “hasta la victoria, siempre. Comandante, pa’ lante”.


Alberto Cerda Espósito

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