Correo y opinión
La cuestión Malvinas
Lo más contradictorio de nuestro país, es que hubo tantos gobiernos autoritarios y dictaduras militares, pero una profunda escasez en cuanto a una firme política de desarrollo industrial y militar que le haya otorgado a la Argentina una poderosa capacidad bélica, en el marco de una real hipótesis de conflicto con aquellos que pudieran atentar contra nuestra soberanía, como en el caso nuestro con Gran Bretaña por nuestras Islas Malvinas.
Pero lo peor es que, lejos de sostenerse una política de defensa contra los enemigos externos, lo que se hubiera posibilitado con los debidos controles republicanos, con un aumento de nuestra capacidad militar, se acentuó durante años y sostenida por los propios militares una hipótesis de conflicto interno, en la que el enemigo era tanto liberales democráticos como socialistas, radicales, peronistas, comunistas, etc. El enemigo eran los defensores de la democracia y quienes pregonaban la dictadura del proletariado. Resultado: las dictaduras militares se ajustaron a la aberrante teoría de la doctrina de seguridad nacional, alineada totalmente con doctrinas mentirosas del país del norte, fortaleciendo unas fuerzas armadas más ajustadas a la tortura y desaparición de ciudadanos, que a unas fuerzas armadas eficientes y modernas, con fuerte capacidad bélica para proteger nuestra soberanía nacional.
Peor aún, fueron instrumentos de los grupos de privilegios económicos que actuaron como verdaderos parásitos y sanguijuelas contra la nación. No es mi intención retomar a un análisis o discurso nostálgico, simplemente es un análisis del porqué hoy somos lo que somos. Si hubiera existido continuidad democrática en nuestra historia, con una sólida política de crecimiento real, con fuerte desarrollo industrial y militar, que hubiera hecho de nuestra capacidad militar una amenaza, otros serían los efectos de nuestros reclamos y capacidades en el terreno diplomático. Ésa es la contradicción de nuestra historia: a mayor gobiernos autoritarios y dictaduras militares, mayor debilitamiento de nuestra capacidad de defensa exterior.
Profundizado ese modelo nefasto y criminal, se aventuraron a una guerra en el año 1982 frente a un país por naturaleza bélico y profesionalizado, oponiéndoles una fuerza militar poco entrenada, salvo la fuerza aérea y marítima en algunos casos. Eso sí, preparada para matar a compatriotas en el marco de un proceso militar abocado a la seguridad interna. Una aventura que se cobró la vida de miles de jóvenes y militares profesionales, a la cual deberemos rendir cuentas, mientras los altos mandos militares nunca estuvieron en combate, y sólo especulaban con sostener una dictadura sangrienta.
Mejor ejemplo, el gobernador de las islas, el Gral. Mario Benjamín Menéndez, firmando la capitulación con uniforme prolijo y a la gomina, frente a un Coronel Jeremy Moore con uniforme de combate y habiendo participado de ella. Sólo hay que ver el contraste en la foto. En nuestra nación, se subordinó la política a lo militar, un error conceptual grave. Tomo el principio del General Carl Von Clausewitz de que no hay nada peor que dejar librada la decisión y conducción de una guerra a manos de los militares.
Así estamos hoy. Creo en la paz y soy democrático, pero no ingenuo. Hoy estamos pagando en el presente, los desastres en nuestra historia. Saber de dónde venimos, para comprender en dónde estamos parados. No hablo de ir a una guerra, sino de los errores que considero, en no habernos constituido en una real amenaza cuando se trata de defender nuestra soberanía. Soy respetuoso de los tratados internacionales y los acuerdos diplomáticos, pero no por ello debo caer en la ingenuidad al momento de defender nuestra soberanía sobre las Islas Malvinas.
Pablo Enrique Bordón