Correo y opinión

Un modelo para la Justicia

sábado, 17 de agosto de 2013 00:00
sábado, 17 de agosto de 2013 00:00

“Lala” González Grellet de Vera Astudillo era una persona sabia. Y era buena persona de toda bondad. Abogada de alta alcurnia intelectual, no fue una intelectual, si es que esto es sinónimo de vana petulancia.
Fue una abogada culta, inteligente, profunda, de enorme talento y de compromiso para con el prójimo. Su desempeño como jueza fue impecable en toda la dimensión de la palabra. Honró a la Justicia de Catamarca con ese don del equilibrio y la certeza en el juicio.
No fue salomónica. Fue equitativa. Fue incorruptible. Y en este sentido nos deja un modelo de jueza y de ser humano. Sobre todo hoy, en que la Justicia ha sido tan desprestigiada y banalizada por los tironeos del poder. Ese modelo de hacer justicia es el que debe asumir como herencia la administración de Justicia en Catamarca.
Lala González (la queridísima y admirada tía Lalita, para la familia de los Vera, de los Molas, de los González) fue un alma llena de bondad y de generosidad. Por ser amiga de la verdad, siguió los pasos del insigne filósofo griego Platón, que solía repetir que era amigo de sus amigos, pero más amigo de la verdad.
Por eso la verdad la hizo libre, como dice el apóstol San Pablo. “La verdad os hará libres”. Y porque fue libre pudo practicar el don del humor. No del humor corrosivo, sino del humor luminoso. Humor para iluminar mentes y despejar telarañas de prejuicios y de temor a ciertas palabras que tiene el nombre de eufemismo.
La doctora Lala González fue meridianamente clara al hablar. Enseñó a discernir, a separar, a distinguir, como nos enseñaron los griegos. Y por esto mismo no buscó subterfugios para decir esa esquiva verdad que nos asusta a veces.
El recuerdo de la “tía Lala” es perdurable. Porque perdurables son las enseñanzas de los verdaderos maestros. Los que hacen docencia con apenas pronunciar una frase cualquiera.
Su siembra de amor fructificará en todos quienes tuvimos la suerte de gozar de su compañía y de haber podido recoger su ejemplo de pensamiento y de vida. Que descanse en paz, o que se dé el gusto de hacer sonreír al Padre Eterno.

 

René Vargas Vera
su sobrino que la amó.

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