Aquella fatídica noche del 23 de enero del año 2014, cuando comenzaron a sentirse ruidos “raros” desde el cerro en la villa del Rodeo, nadie, ni en el peor de los sueños, podría imaginarse que estaba comenzando una de las catástrofes más duras por las que tuvo que pasar Catamarca.

El día viernes 24 a primera hora, junto con dos compañeros de trabajo del Diario El Esquiu, Diego y Fabián, emprendimos viaje a El Rodeo, pero no sabíamos qué estábamos por encontrar: solo teníamos información parcial, mezclada con rumores y comentarios de testigos.

Llegamos y encontramos desolación, dolor, miedo, susto, miles de adjetivos que podríamos estar más de una hora enunciando. Dejamos la camioneta en que viajamos cerca de la hostería y lo primero que encontramos eran personas en ropa de dormir, gritando el nombre de un amigo, un pariente, o tan solo ayudando a otros a buscar a alguien perdido. Recuerdo que caminamos y nos pusimos a disposición para ayudar, mientras Diego y Fabián hacían la cobertura del tan doloroso evento. Entre una cosa y la otra nos enteramos de que en la localidad de Siján, Departamento de Pomán, habían padecido un alud de idénticas características. Luego nos enteramos del fallecimiento de un señor mayor en Siján.

Seguimos caminando y realizando la cobertura periodística, la cual en algunos momentos se tornó muy difícil ya que el dolor, la incertidumbre que reinaba en la villa veraniega, nos contagiaba y era imposible abstraerse de esta situación.

De todos los momentos, uno de los que más que quedó grabado fue cuando camino al camping nos paramos para hablar con algunas personas que vivían cerca, y la verdad que nos contaron como vivieron y vivían esta tragedia que no tenía más de algunas horas, y todo era sufrimiento.

Por la tarde emprendimos el viaje de regreso a la ciudad para poder continuar con el trabajo desde la redacción del diario, y de esta manera poder cumplir objetivamente con la tarea de informar.

Cerrando este doloroso recuerdo rescato la solidaridad de los catamarqueños reflejada en inmediatas campañas. Se realizaron múltiples acciones, eventos y muestras del espíritu solidario tanto de los catamarqueños como del país, ya que en distintas provincias cientos de ciudadanos voluntarios encabezan cruzadas para recaudar todo lo necesario y enviarlo a los sectores más golpeados por el desastre.

En esta humilde columna solo intenté describir un breve pasaje de cómo vivimos ese terrible día, y como lo mencione antes rescato la solidaridad de miles de personas que dejaron lo político y partidario de lado para unirse a una causa común. AYUDAR a quienes más estaban necesitando.